Sin embargo, la restricción alimentaria reduce el bienestar de las cerdas debido a una intensa sensación de hambre, lo que lleva a comportamientos estereotipados como morder, masticar sin comer y dar cabezazos.
Además de la reducción del bienestar animal, la ausencia de alimentos en el tracto gastrointestinal durante un largo período de tiempo puede provocar heces secas, las cuales, al pasar por el tracto gastrointestinal, provocan irritaciones en el tejido epitelial permitiendo la entrada de patógenos que afectan el sistema inmunológico y antioxidantes de las cerdas.
También se produce un daño similar en el tejido epitelial del recto, lo que aumenta la incidencia de prolapso rectal y, en consecuencia, la eliminación de la cerda.
El tercio final de la gestación es el período en el que la camada gana más peso y espacio en la cavidad abdominal, esto, unido a la sequedad de las heces, disminuye la motilidad del tracto gastrointestinal, dando lugar a un cuadro de estreñimiento, responsable de aumentar el tiempo de parto y número de lechones nacidos muertos.
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