Hay veces que invertimos muchas horas y saliva en inculcar conceptos que consideramos básicos, pero siempre nos acaba ganando la batalla la rutina y los malos hábitos adquiridos.
En cambio, cuando vivimos en primera persona una experiencia, nuestro cerebro parece más permeable a ella. Esto es similar a cuando te quedas en estado y no dejas de ver embarazadas por la calle, que hasta ahora eran totalmente invisibles para ti.
Algo parecido nos está pasando en estos momentos con el COVID-19.
A falta de vacuna o tratamiento específico, las únicas medidas posibles son las que ayudan a evitar el contacto con el virus: lavado de manos, mascarilla y distancia social.
Si lo llevamos a nuestro sector, ¿no os recuerda a algo que combatimos a diario desde hace 30 años?
Sí, me refiero al virus del PRRS (PRRSv).
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