Los virus de la influenza porcina (IP) pertenecen al género Influenzavirus tipo A de la familia Orthomyxoviridae. Estos virus se subclasifican en base a las glicoproteínas de superficie: la hemaglutinina (H=
La combinación de un tipo de H con un tipo de N es lo que define a lo que conocemos como subtipo.
Los subtipos mayoritarios en el cerdo son el H1N1, el H1N2 y el H3N2, aunque se han detectado otros de forma esporádica (H3N1, H3N3, H9N2, etc).
La clasificación por subtipos nos es útil para poder simplificar y entender la epidemiología y diversidad de los virus de la influenza; sin embargo, las características evolutivas de estos virus (sometidos a la deriva y reordenación genética) hacen que esta clasificación sea insuficiente.
En Europa se pueden distinguir como mínimo 3 linajes distintos de H1 y uno de H3.
- En primer lugar, encontramos los relacionados con los H1N1 tipo aviar (H1avN1) introducidos a partir de aves migratorias a finales de la década de los 70.
- En segundo lugar, los relacionados con los H1N2 (H1huN2) que aparecen a mediados de la década de los 90 a partir de la combinación de un virus humano y virus porcinos.
- Finalmente, en tercer lugar, se detectan los virus relacionados con el H1N1 pandémico (H1N1pdm), introducidos justo después de la pandemia de 2009.
El tipo de hemaglutinina (H1av H1hu H1pdm) tiene mayor importancia que el propio subtipo a la hora de predecir si se producirá o no reacción cruzada entre dos virus.
Como podemos ver, en Europa encontramos tres tipos mayoritarios de H1, y presentan nula o mínima reactividad antigénica cruzada.
No obstante, cuando se produce la reordenación o intercambio genético entre dos de estos virus, por ejemplo H1avN1 con H1huN2, el virus resultante H1avN2 en este caso presentará reactividad cruzada con el ancestro con el que comparta la hemaglutinina (H1av) independientemente de su subtipo (Figura 1).
El fenómeno de reordenación genética todavía complica más la clasificación de estos virus.
A modo de ejemplo, imaginemos que virus H1avN1 y H1huN2 infectan al mismo tiempo un animal.
Eventualmente, podría producirse la combinación de estos virus dando como producto virus H1huN1 y H1avN2; es decir, por un lado, tendríamos un virus perteneciente al subtipo H1N1 que en realidad cruzaría antigénicamente con virus H1huN2, y un virus perteneciente al subtipo H1N2 que cruzaría antigénicamente con virus H1avN1.
Este ejemplo es real, de ahí que sea necesario determinar qué tipo de H (H1av-H1av etc.) está presente en el virus, siendo ello más importante que determinar el propio subtipo. Como vemos, los tres “H1” (ver figura) tienen orígenes distintos que han evolucionado en distintas especies por deriva genética y, en consecuencia, la protección cruzada entre ellos es limitada o nula.
Finalmente, los H3N2 aparecen en los años 80 a partir de la combinación entre virus porcinos y humanos, y aunque a día de hoy parece ser un subtipo minoritario en Europa, en España todavía mantiene una elevada presencia.
En otros continentes (América o Asia) las cepas causantes de IP son variantes distintas a las europeas, con orígenes distintos, y sin embargo pertenecen a los mismos subtipos (H1N1, H1N2 y H3N2).
Es muy probable que en un futuro aparezcan nuevas variantes, o incluso nuevos subtipos, puesto que la diversidad genética y antigénica de los virus de la influenza debe entenderse como algo dinámico y en evolución constante.
PREVALENCIA, COMPORTAMIENTO EPIDEMIOLÓGICO E IMPACTO
Podemos afirmar que la seroprevalencia de los tres subtipos (H1N1, H1N2 y H3N2) es muy alta en los países donde la producción porcina es importante (Alemania, Bélgica, Dinamarca, Holanda o España entre otros).
Concretamente en España, más del 90% de las explotaciones son positivas al menos a un subtipo.
En una misma explotación es posible detectar más de un subtipo de IP tanto en cerdas reproductoras como en cerdos de engorde, lo que sugiere que la infección por IP es muy frecuente.
A pesar de ello, la presencia del virus no siempre está asociada a brotes de patología respiratoria, de hecho, existe un elevado número de explotaciones positivas al virus sin clínica aparente.
El comportamiento epidemiológico de la IP se puede clasificar en dos formas principalmente, la epidémica y la enzoótica o recurrente. En ambos casos, el virus de la influenza siempre causa una infección aguda o sobreaguda, lo que variará es cómo se transmite el virus en la población.
- Epidémica: La forma de la influenza es poco frecuente y fácilmente reconocible por su elevada morbilidad y cuadro clínico.
- Enzóotica: La forma enzoótica es muy frecuente (>90% de las explotaciones en España son positivas al virus de la influenza por serología) y difícil de reconocer ya que se caracteriza por una baja incidencia de la infección con un papel difuso (patógenos concomitantes/secundarios) en cuanto a la patología de una explotación.
POBLACIÓN DE RIESGO
- Forma epidémica: En un brote epidémico, cualquier animal puede verse afectado ya que, para que suceda, la población debe ser susceptible o mayoritariamente susceptible (es decir, que los animales no hayan estado en contacto con el virus en cuestión con anterioridad), siendo especialmente importante en cerdas gestantes, ya que puede causar abortos e incluso muerte súbita en estos animales debido a la fiebre.
- Forma enzóotica:
- En cambio, en una situación enzoótica que se produce en una explotación en la que ya existe una proporción importante de animales con inmunidad frente al virus de la influenza, todo parece indicar que las poblaciones jóvenes (fase de maternidad, cerdas de reposición) pueden actuar de reservorio del virus en la granja de forma aparentemente subclínica y/o en algunos casos, con brotes recurrentes respiratorios en distintas fases productivas.
- A día de hoy, sabemos que una infección enzoótica puede llegar a tener un impacto importante, especialmente en lechones de transición, ya que es el momento en el que se produce la bajada de anticuerpos maternales, considerándose como la población de riesgo ante este tipo de situación. Sabemos que cuanto antes se produzca la infección en el tiempo en estos animales, mayor será el impacto.
Tal y como demuestran distintos estudios, los índices de crecimiento pueden verse reducidos significativamente (empeorándolos hasta un 25%) en lechones de transición e incrementando los costes de medicación (0,8-1,5 euros por lechón) y el e (incremento de un 2%).
CO-INFECCIONES
En muchos casos observaremos infecciones bacterianas secundarias tales como la Streptococcus suis o Pasteurella multocida.
Cepas de influenza que, a priori causan una enfermedad muy leve, como el caso del virus H1avN1, en presencia de Mycoplasma hyopneumoniae, el cuadro clínico se agrava dramáticamente.
En explotaciones de ciclo cerrado, se observa el inicio de la circulación del virus antes que en explotaciones con fases separadas, lo que probablemente se deba a una mayor presión de infección.
Por otro lado, se ha sugerido el papel de la IP en el incremento de repeticiones acíclicas y abortos (debido a la fiebre), aunque hoy día no se dispone de datos suficientes para evaluar este aspecto.
DIAGNÓSTICO
La forma de abordar el diagnóstico depende de la situación ante la que nos encontremos.
- Epidémica: Por ejemplo, en caso de un brote epidémico, el diagnóstico es simple y basta con recoger hisopos nasales de animales que presenten los signos clínicos característicos de la enfermedad (fiebre alta, problemas respiratorios como tos y disnea, y letargia/anorexia) para realizar PCR.
- Enzóotica:
- En cambio, ante una situación enzoótica, el diagnóstico es mucho más complejo ya que la baja prevalencia en un momento dado y el corto periodo de excreción (5-7 días), juntamente con las infecciones concomitantes, nos van a dificultar la detección del virus.
- Una forma adecuada de abordar una situación de este tipo son los fluidos orales combinados con el muestreo individualizado de animales que presenten signos clínicos compatibles (fiebre y problemas respiratorios).
- Por otro lado, la obtención de hisopos nasales en lechones de las salas de partos puede ser una buena aproximación para valorar si existe circulación en esta fase, puesto que la prevalencia del virus suele ser elevada y nos ayuda a detectar la presencia de subpoblaciones de lechones protegidos y no protegidos.
CONTROL DE LA INFLUENZA
De nuevo, para la toma de medidas a la hora de establecer un plan de control frente a influenza debemos tener en cuenta ante qué situación estamos.
Situación epidémica
- Ante una situación epidémica, las medidas de bioseguridad externa (que detallaremos más adelante) van a ser imprescindibles. Una vez establecido el brote, poco se puede hacer a parte de tratar los animales con antitérmicos y controlar infecciones bacterianas secundarias mediante antibióticos.
- En casos en los que la explotación se encuentre en áreas de alta densidad y la frecuencia de brotes epidémicos pueda llegar a ser alta (p.e. una vez al año), podría ser interesante aplicar un programa vacunal en cerdas con el fin de disminuir el impacto de estos brotes en animales gestantes. Teniendo en cuenta que las vacunas que existen en el mercado son vacunas inactivadas, es necesaria la vacunación y re-vacunación en cerdas para conseguir títulos de anticuerpos homogéneos.
Situaciones enzoóticas
En situaciones enzoóticas, la vacunación en ciclo puede ayudar a promover una mejor inmunidad calostral en lechones, alargando el periodo en el que quedan protegidos frente a la enfermedad más allá de la segunda mitad de la fase de transición, y disminuyendo la carga viral en la fase de maternidad. La gran diversidad de los virus de IP hace difícil predecir la eficacia de la vacunación y va a depender de cada caso en particular. A pesar de ello, sí debería plantearse la vacunación antes que dejar que la infección siga su curso natural en situaciones enzoóticas, especialmente en aquellos casos en los que se observe un impacto a nivel productivo o clínica recurrente.
Otras medidas
Otras medidas relacionadas con el manejo y la bioseguridad pueden resultar también muy útiles para ayudarnos a controlar la enfermedad.
- Claros ejemplos, como reducir al máximo el número de entradas de cerdas de reposición a lo largo del año.
- Aplicar una política estricta de control de visitas (especialmente en aquellos casos que vengan de otras explotaciones, recordemos el elevado número de granjas positivas a IP).
- Aplicar todas aquellas medidas que minimicen el contacto directo entre animales (todo dentro/todo fuera, separaciones continuas entre corrales, etc.) pueden ayudar a disminuir la transmisión entre y dentro de las explotaciones de cerdos, ya que estos tres puntos se consideran factores de riesgo para esta enfermedad.
TRANSMISIÓN ENTRE ESPECIES
La IP es una zoonosis, y hay constancia de la transmisión de este virus del cerdo al ser humano en más de 40 ocasiones a lo largo del siglo pasado y el actual, siendo particularmente destacables casos como los sucedidos en Fort Dix (EEUU, 1976) o el origen de la última pandemia (Norteamérica, 2009).
Vemos que en una gran proporción de los casos descritos los afectados eran personas que, directa o indirectamente habían tenido contacto con cerdos por motivos profesionales (trabajadores de explotaciones, familiares, participantes en ferias agrícolas, etc.).
En los primeros casos, se observó que la transmisión del virus se produjo directamente a partir del personal de las explotaciones a los cerdos. Además, este virus fue detectado al poco tiempo en granjas de cerdos en países asiáticos, europeos y americanos.
A día de hoy, existen nuevas variantes descendientes de este virus en cerdos en prácticamente todo el mundo, claro indicador de que se ha adaptado perfectamente al cerdo.
Por otro lado, si valoramos el número de introducciones de virus de la influenza del ser humano al cerdo, podemos ver que son mucho más numerosas que en el sentido contrario. De hecho, la mayoría de cepas de IP tienen su origen parcialmente (o totalmente) a partir de introducciones de virus de la influenza humana.
La cepa H1N1 causante de la pandemia de 2009 es un buen ejemplo de ello, puesto que países libres de IP hasta el año 2009, como Noruega o Australia, sufrieron brotes de influenza en la cabaña porcina causados por esta cepa humana.
Parece ser que la población porcina es más susceptible a introducciones de virus humanos que en sentido contrario, y muy probablemente sea debido a la generación constante de poblaciones susceptibles gracias al propio sistema de producción.
Esta facilidad del cerdo a ser infectado por virus de la influenza del ser humano es una de las razones -no la única- por la que la diversidad de las cepas porcinas puede verse incrementada.
Por tanto, la vacunación frente a gripe del personal que trabaja con cerdos es muy recomendable (veterinarios, operarios de granjas, etc.) con el fin de disminuir el riesgo de una introducción de nuevos virus de influenza en la cabaña porcina.