“No sólo de gases nocivos vive el cerdo”. Sí, efectivamente es así, aunque no parece en determinados casos que se entienda adecuadamente, sobre todo en invierno, donde el temor al frío (repercute en el bolsillo) redunda en una prácticamente nula renovación de aire.
Los gases nocivos, también se les llama tóxicos por algún motivo, afectan tanto a la salud en última instancia como a los resultados productivos en primera instancia.
Sin embargo en la calidad del ambiente no únicamente debemos considerar la presencia de gases nocivos como un factor agresor hacia los animales, sino que también el polvo ambiental y la humedad relativa juegan un papel agravante de procesos respiratorios y pueden ser agentes vehiculadores de patógenos.
Los principales gases nocivos que debemos controlar son:
- Dióxido de carbono. Se aconseja no sobrepasar las 3500 ppm, cifra que en sí ya es alta y se recomienda que sea inferior a 3.000 ppm.
- Amoníaco. Siempre por debajo de las 45 ppm, aconsejando que no supere las 20 ppm.
- Sulfuro de hidrógeno. Se recomienda 10 ppm de valor máximo.
- Monóxido de carbono. No sobrepasar las 25 ppm.
La ventilación forzada es el sistema que habitualmente se escoge como idóneo para la extracción del polvo ambiental, de la humedad y de los gases nocivos, así como el aporte del aire fresco del exterior y regular la temperatura.
Como todo sistema forzado, no está exento de condicionantes que pueden aumentar o disminuir la eficacia del mismo. Uno de los parámetros que más se deben vigilar es la velocidad del aire, ya que modifica la sensación de temperatura que perciben los animales. Los lechones son especialmente sensibles a las corrientes de aire, generándose problemas sanitarios de forma rápida si el sistema no se encuentra bien regulado.
Sensación de temperatura según la velocidad del aire.
Velocidad del aire | Sensación percibida |
0,1 m/s | Prácticamente inapreciable, -1ºC |
0,2 m/s | -3ºC |
0,4 m/s | -5ºC |
0,8 m/s | -7ºC |
1 m/s | -8ºC |
La sensación de temperatura también viene alterada por la humedad relativa ambiental. Unos niveles elevados de humedad agravan la sensación de calor, creando la sensación de calor sofocante, y de frío, frío penetrante o intenso.
Entre el polvo ambiental, gases nocivos, humedad relativa y mantener la temperatura todo el año, conseguir una ventilación adecuada es todo un arte. Por suerte nos encontramos unos parámetros estandarizados básicos muy fáciles de calcular, no por ello sencillos de aplicar. Sólo sirven como guión de trabajo para establecer los mínimos necesarios, pero el diseño del sistema de ventilación es una tarea mucho más complicada.
Para el diseño de un sistema de ventilación debemos tener en cuenta algunos de los principios básicos del aire: circula por donde quiere si no le obligamos a ir por donde queremos. Parece elemental, pero es con frecuencia los errores de diseño caen en este error.
Las columnas, vigas en techo, paredes, etc desvían las corrientes de aire y generan turbulencias y, estos, son componentes que habitualmente encontramos en las instalaciones porcinas en mayor o menor medida, lo que hace que los especialistas en ventilación porcina tengan diseños y soluciones diferentes que en instalaciones de otras especies (avícolas por ejemplo).
Hay que tener en cuenta que:
- Cuando el aire se calienta se expande y aumenta su capacidad de retener la humedad. Esto implica que el aire almacena más humedad y se puede extraer más fácilmente, siendo más difícil su extracción en tiempo frío.
- El aire caliente sube. Un problema en invierno donde queremos que el aire caliente se sitúe precisamente abajo, donde se encuentran los animales. En verano, cuando este efecto sería muy positivo, apenas se puede observar este efecto y por tanto se debe tener en cuenta habilitando sistemas para poder extraer este aire cálido en verano.
- Cuanto menor sección de entrada de aire más permanece el aire frío en la granja. Este efecto tiene interés para mezclar el aire frío con el caliente y atemperar el ambiente.
- El aire seco es más pesado que el húmedo, por lo que este tiende a situarse a nivel de los animales.