En trabajos precedentes (Cerisuelo et al., 2008 y 2009) se han revisado los patrones de condición corporal a seguir a lo largo del ciclo productivo, sin embargo no es tan habitual analizar y discutir el fundamento del uso de este método y la posible existencia de otros métodos alternativos más objetivos, eficaces e igualmente prácticos para su utilización sistemática en granja.
En la producción intensiva actual muy centrada en los costes, los factores más determinantes del funcionamiento de las reproductoras son el nivel productivo alcanzado, la longevidad de los animales y el gasto de pienso necesario para conseguirlos.
Con las cerdas actuales, en general muy magras y en muchos casos hiperprolíficas, es fundamental controlar las condiciones en que la cerda joven ingresa al ciclo reproductivo y productivo y saber gestionar adecuadamente la variación de reservas corporales a lo largo de los sucesivos ciclos.
EN TEORÍA, SE PODRÍA DEFINIR LA CERDA IDEAL COMO AQUELLA QUE:
- Inicia su vida productiva con un peso y estado de reservas suficientes para no poner en peligro su crecimiento y productividad durante el primer ciclo de gestación y lactación
- Es capaz de mantener un crecimiento moderado a lo largo de los dos o tres primeros ciclos productivos
- Recupera con facilidad durante la siguiente gestación las pérdidas de energía y nutrientes que ha sufrido en la lactación precedente
Centrando la atención en el segundo y tercer punto, es necesario conocer de la forma más objetiva posible la evolución creciente y decreciente de las reservas corporales experimentadas a lo largo de la gestación y lactación, respectivamente
Gráfico 1. Evolución y partición de las necesidades de energía a lo largo de la gestación para una cerda hiperprolífica joven y adulta.
Los requerimientos para el crecimiento y/o repleción de reservas de la cerda dependerán de la tasa de deposición de proteína y grasa
Tomando como referencia el NRC (2012), el Gráfico 1 ofrece una aproximación práctica de la evolución de las necesidades energéticas a lo largo de la gestación (en energía metabolizable, kcal/día) para una cerda hiperprolífica de primer parto (animal en crecimiento) y una cerda adulta (cerda de 4o parto o más).
Las necesidades de mantenimiento representan siempre la mayor contribución relativa respecto al total de las necesidades durante la gestación, y las necesidades de energía para el correcto desarrollo de la gestación (útero grávido, anejos y glándula mamaria) se concentran principalmente en el último tercio de gestación.
Los requerimientos para el crecimiento y/o repleción de reservas de la cerda son cuantitativamente importantes, mayores en las cerdas jóvenes que en las adultas y dependerán de la tasa de deposición de proteína y grasa.
La diferencia de ingestión de pienso, de nivel de alimentación, entre una cerda y otra a lo largo de la gestación se establece en base al crecimiento/ reposición esperado o deseado.
En este sentido también parece razonable que el nivel de ganancia o recuperación de reservas a lo largo de la gestación, no fuera homogéneo ni se ajustara estrictamente al observado en el Gráfico 1, sino que fuera superior durante el primer tercio de gestación coincidiendo con que las necesidades dirigidas al útero grávido y glándula mamaria son más bajas.
En cuanto a la lactación, aunque parezca una pequeña fracción del total del ciclo productivo de la cerda, en términos de balance energético es extremadamente importante.
Dependiendo de cuando se realice el destete, a las tres o a las cuatro semanas, la lactación representa tan solo entre un 15 y un 19% del total del ciclo productivo de la cerda.
Sin embargo, en este corto período de tiempo el nivel de producción de la cerda (definido como energía neta ingerida/energía neta de mantenimiento), se triplica, al pasar de alrededor de 1,2 al final de la gestación hasta 3,5 o más a los 10-15 días post-parto.
Desafortunadamente, este enorme esfuerzo metabólico no se suele compensar completamente con la ingestión de pienso y la cerda tiene que recurrir a utilizar sus reservas corporales para optimizar la producción de leche y el peso de la camada al destete.
Para nutrir adecuadamente las cerdas, el principal aspecto a atender es su metabolismo energético y, dado un determinado nivel de producción, la ingestión de pienso y el balance energético corporal representan los dos puntos críticos.
Por tanto, para alimentar correctamente el rebaño se requiere disponer de un método fiable, y de fácil utilización a pie de granja, que permita evaluar la variación de las reservas corporales de las cerdas a lo largo del ciclo productivo.
Las principales medidas utilizadas hasta la fecha, a nivel de granja comercial, capaces de reflejar y predecir el grado de reservas corporales de las cerdas y su variación a lo largo del ciclo productivo son la condición corporal (CC), el espesor de grasa dorsal (EGD) y, en mucha menor medida, el peso vivo (PV).
Las asociaciones obtenidas entre los tres parámetros son siempre significativas y positivas pero presentan coeficientes de determinación (R2) que raramente superan el 0,50.
Por otra parte existen pocos datos, que relacionen de forma tácita la variación de estos parámetros con la variación de balance energético -la variación de reservas corporales- de las cerdas.
CCSin duda el parámetro más utilizado a nivel comercial ha sido y todavía es la condición corporal -CC-. La CC es una medida “discreta” (en el sentido de “no continua”) que se obtiene evaluando el estado de reservas a partir de la apariencia externa y/o silueta de la cerda y utilizando una escala de 1,0 a 5,0 con sensibilidad de un máximo de 0,25 puntos.
La CC es muy fácil de medir en condiciones comerciales pero la “subjetividad” constituye su principal crítica. Por ello se recomienda que en cada granja las mediciones las realice siempre la misma persona.
Un problema añadido es la falta de repetividad de la medida, no entre explotaciones sino dentro de la misma granja e incluso el mismo operario
Las cerdas se clasifican desde muy delgadas (BCS=1) a extremadamente gruesas u obesas (BCS=5)
Fitzgerland et al. (2009), ponen de manifiesto que una discrepancia importante entre técnicos y encargados de granjas era la habilidad para la medida de la condición corporal -CC- que reflejaba gran variabilidad y se traducía en problemas de gestión para alcanzar un buen nivel productivo.
Estos mismos autores reflejan la necesidad de entrenar a los empleados para poder consensuar un patrón de medida de la condición corporal que fuese estandarizado y repetitivo, con independencia de la experiencia previa o habilidad que manifestaran.
Otro aspecto destacable es la dificultad para aumentar la repetitividad en base a una referencia o escala de condición corporal subjetiva, aun cuando la persona haya sido convenientemente entrenada.
Los autores observaron que la asociación de la medida de espesor de grasa dorsal en paralelo durante la sesiones de entrenamiento permitía reducir la variabilidad y mejorar repetitividad.
Sin embargo, las correlaciones obtenidas entre la medida de condición corporal (subjetiva) y el espesor de grasa dorsal (objetiva) medida en diferentes puntos no ofrecían en la mayoría de casos coeficientes de correlación (r) superiores a 0,50.
Aunque Fitzgerland et al. (2009) encontraron una relación entre el nivel de alimentación, el espesor de grasa dorsal y la condición corporal medida con una escala de 5 puntos, nunca obtuvieron coeficientes de determinación (R2) superiores a 0,20.
En los últimos años incluso se ha sugerido que, especialmente con cerdas muy magras, la CC refleja más el grado de “muscularidad” del animal que el propio estado global de reservas. Aceptando esta premisa, la variación de CC ofrecería una estimación muy parcial de las reservas energéticas totales de la cerda al reflejar principalmente las variaciones en el “pool”/ almacén muscular de proteína.
Por otra parte, es cierto que un descenso excesivo de las reservas en forma de proteína durante la lactación es una de las principales causas de infertilidad postdestete, pero la proteína en ningún caso representa la fracción prioritaria de la energía movilizada a lo largo de la lactación.
El principal defecto de la condición corporal -CCes que sus variaciones no reflejan adecuadamente el cambio global de las reservas corporales
Desde hace varias décadas se utiliza el espesor de grasa dorsal (EGD) como parámetro de medida del estado de reservas corporales -Imagen 1-. El EGD se ha utilizado como alternativa o como complemento a la CC.
Se trata de un parámetro “objetivo” destinado a medir, mediante ecografía, el espesor de grasa dorsal (mm) en un punto de referencia del dorso de la cerda -situando la sonda entre unos 6-7 cm de la línea media por detrás de la última costilla (punto conocido como P2)-.
Su fundamento es suponer que la variación de EGD es un buen índice del balance energético de la cerda.
Posiblemente el espero de grasa dorsal -EGDreflejaba mejor el balance energético de las cerdas tradicionales más grasas que el de las actuales muy magras.
De hecho el balance energético o estado de reservas corporales viene determinado conjuntamente por la variación de los “pooles” corporales de grasa y proteína y ambos “pooles” se distribuyen en diferentes compartimentos orgánicos.
El EGD es un reflejo del “pool” externo o subcutáneo de grasa, que aun siendo el cuantitativamente más importante en la cerda, no es el único y además no tiene en cuenta los “pooles” proteicos.
Durante algún tiempo se sugirió predecir la variación del “pool” proteico registrando la profundidad del lomo, medida a partir de la misma imagen ecográfica del EGD. Fue más un intento que una realidad y apenas se ha utilizado esta medición en la práctica comercial.
La medida del EGD es objetiva y en general refleja mejor el estado de reservas corporales de la cerda que la CC, pero es más costosa de obtener en condiciones comerciales y dista mucho de ofrecer la precisión adecuada.
Según Williams et al. (2005) la mejor forma de predecir la variación de reservas corporales de la cerda a lo largo del ciclo productivo, especialmente con genéticas muy magras como las actuales, es conocer la evolución del peso vivo.
Los autores también sugieren que la reserva de tejido graso (medida como espesor de grasa dorsal) podría interesar para completar la predicción.
La medición del espesor de la grasa corporal es un parámetro objetivo y refleja mejor el estado corporal de la cerda que la condición corporal
Las ecuaciones de Dourmad et al., (2008), y también las del NRC (2012), indican que la mejor predicción de la composición corporal (grasa y proteína) y el contenido energético del cuerpo de la madre se obtiene como una función lineal del peso vivo vacío (PVV), estimado como el peso vivo corregido a la baja (4%) por el contenido digestivo, y del EGD.
Las ecuaciones de Dourmad et al., (2008) sugieren que el mayor impacto sobre la composición corporal y el contenido energético de la cerda lo genera el peso vivo y, consecuentemente, podría ser el principal parámetro de elección en las granjas comerciales.
Sin embargo, registrar el peso vivo de las cerdas es poco factible, ya sea por no disponer de una balanza adecuada en la propia granja, por falta de tiempo suficiente (antieconómico) o por otros problemas logísticos.
Además, en ningún caso sería recomendable medir la evolución del PV durante la lactación, dado que el nivel de estrés que se causaría a las cerdas probablemente arruinaría muchas lactaciones.
En granjas comerciales, el principal parámetro de elección es el peso vivo debido a su impacto sobre la composición corporal y el contenido energético
Disponer de una herramienta fiable y fácil de implementar para estimar el peso vivo -PV- sería de gran utilidad para los técnicos y ganaderos a la hora de estimar el estado de reservas corporales y así poder calcular las necesidades en un punto concreto del ciclo y ajustar la cantidad de alimento a ofrecer a cada cerda.
Agostini et al. 2009 obtuvo ecuaciones de predicción del PV de cerdas hiperprolíficas utilizando medidas morfológicas como el perímetro torácico o el perímetro entre flacos.
En estos trabajos se puso de manifiesto que más de un 70% de la variabilidad total del PV de la cerda en diferentes momentos del ciclo venía explicada por la variación del perímetro torácico (R2>0,70) y que el resto de variables, incluido el espesor de grasa dorsal -EGD-, mejoraban poco el modelo de predicción.
El perímetro torácico podría ser una herramienta práctica, objetiva y de fácil implementación en granja, capaz de predecir las variaciones de PV de la cerda
De hecho, la predicción incluso ofrece suficiente sensibilidad para caracterizar la evolución del peso vivo e, indirectamente, el estado de reservas de la cerda durante la lactación (Boix, 2015).
En cualquier caso, las ecuaciones de predicción obtenidas no son necesariamente generalizables y sería recomendable obtener ecuaciones fiables para cada genética, e incluso en menor medida para cada granja, antes de utilizar el método de forma sistemática.
Estudios posteriores -Gráfico 2- muestran que el coeficiente de determinación puede acercarse y superar valores de 0,85 (la variación del perímetro torácico explica el 85% de la variación de peso vivo) y además se observa que la fiabilidad de predicción se mantiene a lo largo de todo el ciclo productivo.
Gráfico 2. Correlación entre el perímetro torácico y el peso vivo en una población de cerdas hiperprolíficas (gestación confirmada, entrada a la maternidad y al destete)
En conclusión, entre los métodos disponibles, la condición corporal -CC- posiblemente sea el método menos preciso para valorar el estado de reservas de la cerda y su evolución a lo largo de todo el ciclo productivo.
A día de hoy, a falta de métodos más precisos, a nivel práctico sería recomendable incorporar como rutina en granja la medición del perímetro torácico (cm) y el espesor de grasa dorsal (mm).
De todos modos hay que reconocer que se está lejos de encontrar una solución plenamente satisfactoria al no conocer ni el tipo de tejido movilizado o repuesto (relación grasa/proteína) ni la localización orgánica y características de movilización y repleción de los tejidos.
Con todo, a nivel de granja, en ningún caso se puede descartar completamente el uso de la condición corporal -CC- como método de estimación y seguimiento de las reservas corporales; es el método más barato y fácil de implementar, aunque su precisión deja mucho que desear.