Cuando miramos al calendario, aunque ahora no apetezca mucho por cómo parece haberse parado el tiempo en los meses iniciales del 2020, nos damos cuenta que ya está aquí el calor que nos trae algunos insectos no muy apetecibles como las moscas que, durante los meses de frío, encuentran condiciones menos idóneas para multiplicarse, pero suficientes para sobrevivir en nuestras granjas.
Evidentemente, en la naturaleza la riqueza de biodiversidad es importantísima, debiendo existir todo tipo de animales, pero dentro de nuestra explotación, debemos controlar aquellos que puedan ser un problema para los que nos interesan productivamente.
El hecho de que la presencia de moscas sea algo habitual cada año, no implica que debamos aceptarlo sin hacer nada al respecto. Ojalá estas líneas sirvan de reflexión para que seamos más conscientes de lo importante que es actuar.
La erradicación total de estas plagas es muy difícil, pero siempre es fundamental reducir la presencia de estos “invitados sin invitación” ya que las moscas adultas que vemos (y que nos molestan a nosotros un rato, pero a los animales TODO el día) son solo el 15% de las presentes en la granja, por eso es igual de importante actuar sobre el resto de individuos, en fase de huevo, larva y pupa, desde antes de que veamos moscas.
El control de moscas es algo en lo que debemos de invertir nuestros esfuerzos de forma rutinaria.
No podemos pensar que es algo que se hace una vez al mes y esperar resultados, porque el ciclo vital de estos insectos es tan rápido que cada día aparecen nuevos individuos.
Tengamos en cuenta que, a más de 45ºC o menos de 13ºC, las moscas no se reproducen, pero a 15ºC son capaces de realizar su ciclo completo en 45 días y a 35ºC solo en 9, siendo esta temperatura habitual en España en nuestras granjas.
Los adultos viven durante 2-3 semanas y ponen 1.200 huevos en lugares húmedos y oscuros, encontrando en las fosas de purín las condiciones ideales.
En menos de 20 horas, los huevos eclosionan y durante 1 semana son larvas que se alimentan de la materia orgánica presente.
Cuando se transforman en pupas [registrados]salen a la superficie del estiércol y en esta fase pueden resistir al invierno.
Si las condiciones son adecuadas, en 24 horas ya pueden desarrollar las patas y alas y pasar a adultos con capacidad reproductora.
Es importantísimo adoptar protocolos de control de moscas en los que se combinen productos larvicidas y adulticidas:
Los productos larvicidas deben repartirse adecuadamente por toda la superficie del emparrillado para que se distribuyan homogéneamente por la fosa de purín, siendo importante reponerlos periódicamente, sobre todo si se procede al vaciado de la fosa.
Los productos adulticidas se pueden colocar en cebos o sobre las superficies no porosas en las que estos insectos se posan. Estos productos son atrayentes (usan feromonas o a veces productos dulces) y letales para las moscas, ya sea por ingestión o por contacto, y también deben de aplicarse de forma periódica.
La aplicación correcta de estos productos es esencial, debiendo seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a dosis y colocación y teniendo el cuidado que el manejo de toda sustancia química merece, pues puede ser peligrosa para el operario (que debe de tener la formación correspondiente y usar los EPIs adecuados) y para los cerdos (que no deben tener acceso a estos productos por el riesgo que les puede suponer).
Es interesante contemplar la rotación periódica de estos productos dentro de la amplia variedad que hay en el mercado para garantizar su efecto.
Además, el control mediante insectocaptores, ya sean químicos o eléctricos, permite supervisar la cantidad de moscas presentes en nuestra explotación.
Además del control directo sobre las moscas, hay otra labor igual de importante que es la limpieza de los restos de materia orgánica que sirve de alimento para ellas, pues su control puede reducir mucho su número y hacer que el efecto de los insecticidas sea mas eficiente.
Así pues, debemos de limpiar periódicamente los restos de agua, comida y heces que queden en el suelo y no solo al final de la crianza. Y aunque parezca evidente, tendremos que limpiar menos cuanto menos ensuciemos, así que a revisar instalaciones periódicamente.
Todo este planteamiento supone un coste de tiempo y dinero que, a veces, puede hacer que nos planteemos si en realidad es necesario, ya que en nuestro sector aún nos encontramos con la vieja excusa de “siempre se ha hecho así”. Y recalco lo de “vieja excusa” porque debería desaparecer, perteneciendo a un sector que progresa a una velocidad admirable.
Aunque supongo que no es necesario mucho argumentario al respecto, porque nos respondemos pensando el por qué no nos gusta tener moscas en el entorno donde vivimos, citaré 3 razones por las que es necesario realizar un buen control de moscas:
Bienestar animal
Las molestias que estos insectos provocan a nuestros animales y a nuestros granjeros, es una razón muy convincente, pues en un entorno sin estrés se produce mejor.
Además, en esta sociedad en la que a veces se malinterpretan imágenes porque se difunden con “algún interés muy condicionado” es importante que la imagen de nuestras granjas y cómo están los animales en ellas, sea lo mas higiénica posible, y ver moscas no ayuda.
Instalaciones
Los daños ocasionados a las instalaciones, con los restos de sus excrementos sobre todas las superficies de la granja, suponen un problema en el manejo al obstruir dosificadores, sondas de temperatura o fichas con los datos de los animales.
Bioseguridad
Debemos ser conscientes del riesgo sanitario que las moscas, como vectores, pueden suponer para nuestros animales, ya que en su exoesqueleto pueden transportar hasta 6 millones de bacterias.
Agradecimientos a Javier Latorre, veterinario especialista en bioseguridad.