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¿Cómo convertir el purín en un tesoro?

Escrito por: Laura Pérez Sala - Licenciada en Veterinaria por la UAB y Master en Sanidad y Producción Porcina por la UdL. Trayectoria profesional se desarrolló en el área del marketing de la industria del Petfood En la actualidad ejerce como Veterinaria especialista en producción porcina y Personal Coach

Según las últimas cifras aportadas por Interporc, el sector porcino español facturó más de 13.000 millones de euros durante el año 2016.

Según estos datos, el sector porcino de capa blanca es hoy el sector de producción cárnica más importante de España, no sólo del sector primario que representa el 14% de la producción final agraria y el 37% de la producción final ganadera, sino también para la economía española en general.

De este modo, España es ya el primer productor de porcino en el seno de la UE, con un 17,5% de las toneladas producidas, habiendo superado a Alemania, y el tercero a nivel mundial después de China y EEUU.

Pero ya sabemos que todas las producciones intensivas, aunque resulten rentables y beneficiosas para nosotros, suelen tener un elevado coste medioambiental

En la producción porcina, la elevada concentración de residuos orgánicos en forma de purines que se genera en determinadas zonas geográficas, hace que los suelos no puedan absorber el aporte de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K), provocando un evidente desequilibrio entre el sector ganadero y el sector agrario de las denominadas zonas vulnerables.

 

Por otro lado, la cantidad de purín que puede absorber un suelo sin que se produzcan filtraciones nocivas al subsuelo y aguas subterráneas y la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera que son son los principales factores responsables del efecto invernadero, haciendo que el problema se multiplique.

Según el UN’s Food and Agriculture Organization, el Ganado mundial contribuye con el 14.5 % de las emisiones anuales mundiales de gases de efecto invernadero.

Para intentar buscar una solución al problema, desde hace años se están estudiando alternativas que nos permitan reutilizar los desechos orgánicos sin causar más daño.

Las plantas de procesamiento aun hoy, son un tema controvertido, porque si bien en algunos países funcionan, no siempre resultan rentables y en ocasiones se siguen obteniendo residuos perjudiciales. Aún así empiezan a aparecer experiencias exitosas que alimentan nuestra esperanza de encontrar un día nuestro particular grial:

Convertir el lastre del purín en un tesoro

 

¡Que nadie se confunda! Ganaderos, ingenieros y veterinarios somos los primeros en preocuparnos por el medioambiente y por buscar una solución al [registrados]problema.

Plantas de compostaje

Se basan en el procesamiento del purín mediante su mezcla con otros residuos vegetales y agrícolas.

Son difícilmente competitivas, ya que el abastecimiento de estos residuos o biomasa exterior es complicado por su escasez, y el alto coste de procesamiento hace que el producto resultante sea poco rentable con respecto a otros abonos orgánicos.

Plantas de biogás

Cuentan con un alto coste de inversión y un alto riesgo de vertidos.

En Estados Unidos, por ejemplo, los productores de cerdos y de productos lácteos han estado capturando ese gas desde la crisis energética de los años 70.

Los primeros colectores de metano se instalaron en granjas en Iowa, y el gas se usó principalmente para calentar o generar electricidad para los graneros, o simplemente para reducir el olor. Pero el proceso fue bastante ineficiente hasta hace poco.

El ingeniero Gus Simmons y sus colaboradores de la empresa Optima KV, con sede en Wilmington, Carolina del Norte, han diseñado biodigestores anaeróbicos que crean biogás a partir de residuos de cerdo, con un 65 % de metano.

Inicialmente, Simmons planea colocar digestores en cinco granjas en el condado de Duplin sin coste para los agricultores, bombeando el gas a una instalación centralizada.

«El sistema ofrece varias ventajas a los agricultores», dice Simmons. «Básicamente, reciben tratamiento para los residuos, y mejora enormemente el olor de las granjas. Además, los agricultores reciben una compensación por su desperdicio”

Tratamientos físico-químicos

Su acción se centra en provocar en el digestor diversos procesos de precipitación y homogeneización con la fase de hidrolización que antecede a la acidificación y a la metanogénesis.

Tratamientos biológicos

Gracias a la acción de microorganismos, la materia orgánica e inorgánica presente en el agua se transforma en materia celular flotante y gases que son separados mediante un proceso de sedimentación y tratamientos anaerobios y aerobios.

Un ejemplo es el vermicompostaje, que consiste en el tratamiento mediante lombrices y ciertas plantas acuáticas que, de forma natural, convierten el residuo en abono orgánico.

Este nuevo sistema patentado por una empresa de Ponteareas en Galicia y denominado “Sistema modular de filtrado biológico para la depuración de aguas residuales“, ha sido probado con efectividad en el tratamiento de aguas residuales y purines de cerdo durante más de diez años, dando resultados positivos.

Se estima que una granja porcina puede amortizar la inversión en este sistema en un plazo máximo de tres años

A parte de todas las iniciativas orientadas al uso directo del purín, existen nuevas tecnologías que aunque no nos ayudan a deshacernos de él nos permiten darle  otro uso, por ejemplo, aprovechando el calor que desprende.

Es el caso de la Geotermia de la que tenemos varios ejemplos en granjas de nuestro país, con excelentes resultados.

Este sistema consiste en extraer calor del purín de una nave con animales de engorde y transportar este calor a una nave con animales de reproducción porcina.

En medio del transporte de este calor hay situada una bomba geotérmica que mejora el rendimiento del sistema, obteniendo en la granja de reproducción la temperatura adecuada para los animales.

Con respecto a los costes derivados de climatización, esta instalación abastece de calor de forma casi gratuita ya que el calor de una nave es aprovechado por la otra nave con una demanda mayor.

Esto permite a la explotación una reducción del coste térmico respecto a la biomasa y del gasóleo del 30% y de hasta el 66%, respectivamente.

Más allá del beneficio económico que pueda suponer la implantación de medidas como ésta, no podemos olvidar que es nuestra responsabilidad buscar soluciones a los problemas que nosotros generamos. La producción intensiva es necesaria y respetable, pero la preservación y conservación ambiental, también.

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