La disentería hemorrágica es una enfermedad entérica, causada por Brachyspira hyodisenteriae, que cursa con fuertes diarreas mucohemorrágicas que causan un gran impacto en la industria porcina, normalmente afectando a la ganancia media diaria e índice de conversión (Wills et al. 2000).
Recientemente, la disentería hemorrágica ha tomado la denominación de reemergente debido fundamentalmente a la restricción del uso de antibióticos, normalmente en la fase de engorde, y a la laxitud en las medidas de bioseguridad.
Además, se han reportado casos de diarrea asociados a una Brachyspira spp. fuertemente hemolítica no resultando positiva a B. hyodisenteriae por PCR ni por secuenciación de genes.
Esto concuerda con la reciente aparición de Brachyspira hampsonii cuyo cuadro diarreico indistinguible de disentería hemorrágica ha sido conseguido en laboratorio (Rubin et al. 2013)
Cabe destacar también la existencia de secuencias codificadoras de proteínas muy similares a las de Escherichia spp y Clostridium spp lo que nos sugiere que, habitando en el intestino del cerdo, existen numerosas oportunidades de intercambiar material genético con otras especies de bacterias (Bellgard et al.2009).
B. hyodisenteriae por sí sola no es una bacteria capaz de generar un daño elevado en el hospedador, sino que son los mecanismos de inflamación, como las hemolisinas, los que determinarán que esta bacteria cause mayor o menor perjuicio en el hospedador. Este hecho fue demostrado por Andress et al. en 1968.
Hecho a resaltar es la presencia de vegetación y escombros debidos a reformas en la explotación. En pocas palabras, una escombrera en granja es un hotel de 5 estrellas para roedores que, entre otras patologías, pueden transmitir la disentería.
No obstante, gran parte de esta transmisión entre granjas será minimizada si seguimos unas normas estrictas de bioseguridad, bien sabidas por todos, pero de difícil puesta en marcha en muchas situaciones, a veces de manera incomprensible.
Que Brachyspira hyodisenteriae sobrevive en el medio mucho tiempo es algo ampliamente demostrado (Chia et al.1978), por ello, debemos focalizar todos nuestros esfuerzos en eliminar de las instalaciones la mayor cantidad de elementos que pudieran contenerla. Nos referimos sobre todo a materia orgánica pero también a ropa, botas, material de inseminación, etc. Un hecho con el que nos encontramos muy a menudo es que se comparten equipos y ropa entre diferentes zonas de la granja con y sin disentería. Esto, irremediablemente, nos llevará a extender la enfermedad por toda la explotación haciendo inefectivos los sistemas de limpieza y control mediante antimicrobianos.
No respetar los tiempos de secado entre limpieza y desinfección es un error bastante frecuente y observado en explotaciones de cebo que realizan numerosos ciclos de vaciado-llenado a lo largo del año para mantener su rentabilidad. Debemos recordar que, en presencia de humedad, la bacteria es capaz de sobrevivir más tiempo en el medio y se hará más difícil su control en el ciclo normal de limpieza y desinfección.
MEDIDAS DE CONTROL
1.- Dieta
A primera vista, no parece buena idea inundar un intestino con disentería, donde los procesos de inflamación están desbordados, con nutrientes y energía similares a los que daríamos a un cerdo con un intestino sano.
Es frecuente observar cómo se trabaja en multitud de aspectos para controlar la disentería hemorrágica pero la nutrición es poco menos que un campo prohibido.
Por otro lado, obviamos la interacción que B. hyodisenteriae tiene con la microbiota, que cambia conforme lo hace la dieta del animal, por eso es frecuente la descripción de repuntes de disentería hemorrágica en los cambios de dieta. Es también remarcable que B. hyodisenteriae actúa conjuntamente con bacterias anaerobias presentes en el animal, facilitando la colonización y la formación de lesiones (Hampson et al. 2006).
La habilidad de B. hyodisenteriae de colonizar el intestino puede inhibirse mediante la administración de dietas altamente digestibles que serán absorbidos e el intestino delgado, impidiendo así la llegada de gran cantidad de nutrientes al intestino grueso.
2.- Antibioterapia
La antibioterapia es, a día de hoy, el mecanismo de control más efectivo frente a la disentería hemorrágica, pero debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:
- No debemos tapar errores de manejo y bioseguridad con antibioterapia. El tratamiento con antibióticos es una herramienta más que tenemos disponible para luchar contra la disentería. Sin embargo, no debemos depositar en ello todas nuestras expectativas sin haber abordado la enfermedad desde un punto de vista holístico.
- La determinación de Concentraciones Mínimas Inhibitorias (CMI) para los antibióticos disponibles es esencial. Es bastante común usar antibióticos de forma histórica y por tradición. Todas las publicaciones existentes nos indican que hay un aumento de resistencias bacterianas (entre ellas B. hyodisenteriae) a los antibióticos. Por esto, debemos usar el más sensible y de espectro más estrecho frente a la disentería hemorrágica.
- Nuestro protocolo de control con antibioterapia debe tener fecha de “caducidad”. Si hemos abordado integralmente la enfermedad, la habremos controlado en la mayoría de casos y no será necesario el uso de medicación, preservándola para futuras ocasiones y manteniendo las cepas existentes dentro de nuestra explotación como sensibles a los antibióticos usados.
3.- Antimicrobianos naturales
Recientemente hemos vivido un auge de productos naturales para el control de la disentería hemorrágica que, a priori, muestran buena actividad in vitro frente a la bacteria (Lobova et al. 2004). Sin embargo, se necesitan de más estudios para poder garantizar que son eficaces y que no provocan efectos adversos en los animales que los consumen.
También es importante reseñar que la eficacia de estos productos dependerá, en gran medida, de la cepa existente en la granja y de la presión de infección en la misma.
Nos enfrentamos a una enfermedad reemergente que se está tornando difícil de controlar debido a un ambiente de reducción de uso de antimicrobianos y cierta laxitud en las medidas de bioseguridad y limpieza.
A día de hoy, la mejor alternativa para su control dentro de la explotación son los antibióticos, siendo necesario hacer un uso racional de los mismos: realizando realizando pruebas de sensibilidad antibiótica y limitándolos en el tiempo para preservar su actividad el mayor tiempo posible.
Debemos estar atentos también a otras medidas de control como correcciones en la dieta y productos naturales que deberán ser testados en granja y bajo los mismos requisitos que un antibiótico para determinar su eficacia y la no aparición de efectos adversos indeseables.
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