Allí, entre los corderos de mi tío y los documentales de Félix Rodriguez de la Fuente nació mi vocación veterinaria, que además de ser mi modo de vida me ha permitido conocer a muchos de mis mejores amigos. Y recuerdo que allí mi tío Jose Antonio repetía: “Del cerdo se aprovecha todo”.
Ya con unos años de experiencia laboral he comprobado una cosa, que él creo que no tenía en cuenta y que refuerza su teoría. Y es que hasta el purín es un tesoro
Al principio cuando trabajaba en la granja de Pedro, veía el purín como un estorbo. Limpiar el estiércol de los corrales de machos era una aventura y quitarlo cuando tocaba lavar era un incordio. Además José Maria dedicaba la mitad de su jornada a sacar cubas y siempre era un problema a qué campos llevarlo, pues los pocos agricultores que lo querían estaban lejos.
Hace 20 años se veía como un residuo del que había que deshacerse lo más económicamente posible cumpliendo una cierta ética de no inundar los campos más cercanos. Incluso algún agricultor que lo usaba decía que los cultivos le iban mejor. No solían creerle. Y además esa peste que venía los días de agosto cuando todos se ponían a sacar el purín, hizo que algún Ayuntamiento sacara un bando limitando su aplicación en verano.
Por entonces empezamos a escuchar que en una zona de Zaragoza, al lado de la Laguna de Gallocanta, se había declarado que en las aguas salían muchos restos de nitrógeno y se declaraba Zona Vulnerable. Esto suponía que se limitaba la cantidad de nitrógeno que se podía aplicar por hectárea. Pero eso sonaba muy lejano. Unos 10 años después la situación del porcino en nuestra Región iba cambiando.
Como en nuestra vecina Cataluña empezaban a aparecer comarcas saturadas de granjas, por distancias y por problemas para aplicar los purines, se construyeron aquí más explotaciones de ganado porcino. Y muchas de las que había se ampliaron. Entonces la Administración comenzó a comprender que todo esto suponía un impacto medioambiental y decidió comenzar a regular todo este tema.
A las granjas con un censo elevado se les pidió un informe sobre sus fuentes de contaminación, que debían revisar periódicamente. Y dentro de esos informes estaba su manejo del purín y se pidió rellenar unos libros que dijeran dónde y cuánto se aplicaba. Todavía se veía como un estorbo en la producción.
Entonces empezaron a declarase mas zonas vulnerables, lo que supuso dos cosas. Una que se empezaron a estudiar otros métodos de gestión de purines, que aunque más costosos, podían solucionar los problemas de algunas comarcas. Y otra que el sector comenzó a convencerse del valor de este producto usado correctamente.
Parecía que la excesiva contaminación de las aguas en esas zonas vulnerables era culpa de la ganadería y eso no era así. Evidentemente, influía una mala gestión de la aplicación de los purines en los campos, pero también las malas prácticas de abonado de los cultivos.
Y allí comenzaron algunos compañeros, como Paco Iguacel, a hacer pruebas desde departamentos de la DGA y apoyados por veterinarios de ADS y gerentes de Cooperativas agrícolas. Aquí la situación dio un giro de 180 grados.
Desde la Administración se consiguió que al purín se le dejara de llamar residuo y considerase un subproducto. Bien aplicado eso es. Como dice Azucena, mi maestra en estos temas, es como cuando reciclas algo; tirar un bote a la basura general lo convierte en un residuo pero si lo haces en su contenedor de reciclado es un subproducto que se reutilizará.
Se comenzó a aunar esfuerzos. Los agricultores se animaron a probar la aplicación de este producto en sus cultivos de una forma correcta y vieron que era bueno. Y a los granjeros comenzaron a pedirles sus vecinos con tierras, que les echaran en sus campos. Y ya no era un problema encontrar agricultores que dijeran que en sus parcelas se iba a aplicar el purín de esa granja. Entonces se demostró lo profesionales que somos en este sector.
Nos dimos cuenta de que las tablas en las que se basaban los cálculos de producción y de composición del purín no se ajustaban a la realidad. En cada granja estos valores variaban. Se demostró que la composición de la dieta y según las condiciones de la instalación de las granjas el subproducto que se producía era distinto.
Además hay técnicas muy prácticas y rápidas para saber cuál es la composición, de manera que se puede aplicar en cada campo la cantidad de nutrientes que son necesarios. Y el purín tiene muchos; es oro. Hoy en día se sabe qué requerimientos nutricionales necesitamos aplicar en cada parcela, según el cultivo que haya plantado.
Y se llegará a controlar con análisis la correcta aplicación. Pero no quiero meter miedo, solo animar a hacerlo bien. Esto no tiene que excluir el uso de otros abonos inorgánicos. Solamente hay que compaginarlos correctamente. Trabajar mano a mano agricultores y ganaderos. Y hacerlo bien. Todo esto debe de quedar registrado de manera real en los documentos que exige la Administración.
No solo porque se cumple con las leyes, que es necesario para evitar sanciones en la PAC, sino lo que es más importante, porque se gestiona correctamente ese subproducto y se enriquece correctamente el cultivo sin dañar el Medio Ambiente con excesos innecesarios que acaban perjudicando a todos. Para complicar la situación, el año pasado se cerraron algunas de las plantas de gestión porque las limitaciones en las subvenciones las hacían inviables. Pero el sector tiene recursos para seguir adelante.
Además surgió una figura que yo creo que va a ser el futuro de este tema: Los Centros Gestores de purines. En reuniones con los que hacen las Leyes, nos han informado del peso que el Medio Ambiente tiene en futuras decisiones.
Y estos registros que ahora se pide a las granjas de alto censo y las de zonas vulnerables, pronto pasarán a ser obligatorias en todas las explotaciones. Por eso crear un centro que gestione la correcta aplicación del purín en las parcelas interesadas es la solución mas lógica y económica en las zonas donde se puede aplicar.
El purín ha dejado de ser un residuo para transformarse en un subproducto muy rentable
Ya hay alguno en funcionamiento que tienen que servirnos de espejo en el que mirarnos. Además su equipo es gente muy profesional y dispuesta a ayudarnos con su experiencia. Todo comienza cuando los granjeros ponen a disposición del banco todo o solo su exceso de purín. Se necesita hacer una categorización del purín de cada granja puesto que según la instalación y el manejo puede variar la composición en nitrógeno y resto de elementos.
Y a la vez se crea una base de parcelas interesadas en recibir este abono orgánico. Se busca un vehículo para el transporte lo más eficiente posible, ya que la mayoría de las cubas que lo aplican actualmente lo hacen con abanico, pero mediante este sistema se pierden muchos de los nutrientes y requiere garantizar la aplicación correcta para el cultivo.
Finalmente es necesario que el coordinador relacione cada movimiento de la forma más productiva. Evidentemente esto lleva un coste. Y deben asumirlo ambas partes porque ambos se benefician. Lo que ocurre es que hasta ahora ese tema no costaba nada de dinero. Bueno, nada, nada…no era cierto. Hay que valorar el coste de la compra y mantenimiento del equipo y del tiempo que supone su gestion y su registro documental .
No podemos anclarnos en cosas que han funcionado durante años porque el Mundo se mueve y cambia rápidamente. Las granjas de cerdos de hoy en día apenas se parecen a las de hace 20 años. Y los riegos por aspersión han modificado en ese mismo tiempo los campos que nos rodean, permitiendo cultivar productos antes impensables en estas zonas y que tienen otros requerimientos nutricionales.
Por eso en este tema también debemos adaptarnos y aplicarlo correctamente porque tenemos los medios a nuestro alcance. Es el futuro que viene; Subámonos a él y recordad que del cerdo se aprovecha todo todo, hasta la… El purín ha dejado de ser un residuo para transformarse en un subproducto muy rentable
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