Si tuviera que nombrar tres tendencias, la primera sería intentar hacer una dieta en la transición para ayudar a que los animales estén menos estresados durante el destete.
La segunda sería hacer una dieta de periparto, para ayudar a la cerda durante el parto y los primeros días de vida de los lechones.
Y la tercera, usar más subproductos de la industria agroalimentaria en la alimentación porcina. Actualmente, no se usan mucho porque no tenemos información del valor nutricional, pero están disponibles y en el futuro se tendrán que usar más.
El primer punto clave sería el periodo que transcurre entre la última comida de la cerda y el parto, siendo importante garantizar que tenga suficiente energía.
cantidad de pienso que se da a la cerda antes del parto. Otro punto clave sería entender qué patógenos hay en la granja, si hay Clostridium, E. coli, etc., e intentar hacer algo para influir en la producción del calostro para proteger mejor a los lechones.
Por otro lado, es importante entender cuándo se debe cambiar la dieta para que la cerda produzca leche y que los lechones crezcan en vez de ayudar en el parto.
En este sentido, debemos ser conscientes de que, durante el periparto y la lactación, tendremos dos objetivos distintos:
Las cerdas actuales son capaces de parir un gran número de lechones. Sin embargo, si el tiempo transcurrido entre la última comida y el parto es superior a las 3-6 horas, corremos el riesgo de que la cerda se quede sin energía. Por ello, nuestro reto actual es encontrar la forma de aportar energía a la cerda antes del parto de forma que evitemos que tenga problemas durante el mismo.
A veces, se ve que la cerda no quiere comer cuando está próxima al parto, por lo que lo más interesante sería encontrar una dieta que aporte energía a la cerda hasta 6 horas después de la última comida.
Asimismo, también debemos entender mejor el rol que puede tener la fibra y cómo se puede fermentar más lentamente, de forma que se produzca una fuente de energía más sostenida en el tiempo.
Sabemos que, si el pH del estómago es alto, las bacterias tienen más facilidad para atravesar esta barrera, por lo que, si logramos que el pH gástrico sea ácido, estaremos poniendo una primera barrera de protección frente a los patógenos intestinales.
Para controlar esto, debemos tener en cuenta el aporte de proteínas, minerales y ácidos orgánicos de la dieta.
Probablemente, como los animales nacen prácticamente estériles, sin una microbiota propia, podría ser útil dar un aporte de probióticos en la dieta de forma que adquieran bacterias que son saludables a nivel intestinal. De esta forma, podríamos lograr una colonización intestinal con estas bacterias que nos ayudarán a impedir que sean colonizados por bacterias patógenas.
Conforme los lechones van creciendo y la microbiota se vuelve más estable, podría ser interesante incluir aditivos que tengan un papel acidificante o antimicrobiano que ayuden a controlar las poblaciones microbianas en el tracto gastrointestinal.
Luego, a medida que van creciendo, el animal probablemente necesite de la ayuda de enzimas u otros productos para digerir todos los nutrientes de la dieta.
La idea sería que, cuando son jóvenes, intentemos que se colonicen con bacterias beneficiosas y, posteriormente, enfocarnos en la digestión de nutrientes.
A este respecto, hemos estado realizando ensayos con el tipo de fibra para comprender mejor cómo cambia la microbiota antes del parto, ya que es la que entrará en contacto con los lechones.
Hemos visto que esto es posible, la única pregunta es si esta microbiota se mantiene estable a lo largo de la vida del lechón o si, posteriormente, varía cuando se cambia la dieta.
Está claro que quitar antibióticos y poner un aditivo sin cambiar el resto no funciona, así que cada vez estoy más convencido de que si queremos reducir el uso de antibióticos debemos usar una estrategia holística.
Es probable que el nivel de proteína juegue un papel importante, pero también otros macronutrientes, como la grasa.
Encontrar el equilibrio entre digestión, aporte de nutrientes y microbiota es hacia donde deberemos dirigir nuestros esfuerzos.
Debemos tener en cuenta que, existen diferencias en cuanto al nivel de inmunidad entre el lechón inmaduro y maduro. Así, los nutricionistas aún no tenemos claro cuándo el animal ya tiene el sistema inmunitario maduro.
No obstante, hay estudios que demuestran que la presencia de compuestos como los β-glucanos o β-mananos estimulan el sistema inmunitario.
CONSIDERACIONES FINALES
Aún nos queda mucho por aprender de la relación que hay entre nutrición, inmunidad y microbiota en los distintos rangos de edad, determinando a partir de cuándo y durante cuánto tiempo la estimulación del sistema inmunitario se traduce en un problema a nivel productivo.
Existen diversos productos que pueden ayudarnos a modular el sistema inmunitario, pero, sobre todo, debemos ser conscientes que una dieta que provoque una estimulación continuada del sistema inmunitario tendrá consecuencias negativas.
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