El Síndrome Reproductor y Respiratorio Porcino (Porcine Reproductive and Respiratory Syndrom, Virus PRRS) fue descrito por primera vez en los Estados Unidos a finales de los años 80. Desde entonces, el PRRS se considera una de las enfermedades más importantes en la producción porcina mundial debido a las cuantiosas pérdidas económicas que genera.
En Europa, un estudio estimó que el coste de la enfermedad durante un brote oscilaría entre 59 y 379€ por cerda, mientras que en una situación endémica (tras el brote), los costes podrían oscilar entre 3 y 160€ por cerda. Otro estudio más reciente realizado en Estados Unidos, reafirmó los elevados costes que supone esta enfermedad, estimándolos en 114 dólares anuales por cerda.
Dado el impacto económico que supone el PRRS para los países productores de porcino, durante todo este tiempo se han desarrollado numerosas medidas de prevención y control frente a esta enfermedad, entre las que se incluyen las medidas de bioseguridad externa/ interna y la vacunación.
La primera medida para controlar el PRRS en las explotaciones es conseguir lechones negativos en el momento del destete.
Para alcanzarlo, se debería estabilizar la circulación del virus en las reproductoras, limitando tanto la infección horizontal (contacto directo madre-lechón) como la vertical (infección transplacentaria del lechón).
En general, la inmunización mediante la vacunación es el método más sencillo y rápido para estabilizar los lotes de cerdas.
Actualmente, se dispone de dos tipos de vacuna:
- Vacunas atenuadas (modified live vaccines, MLV)
- Vacunas inactivadas o muertas (killed vaccines, KV)
PROTOCOLOS DE VACUNACIÓN
Esta vacunación reduce la duración de la viremia y excreción del virus cuando el animal vacunado se infecte, contribuyendo a limitar la transmisión entre animales y estabilizar la granja.
No obstante, dada la enorme variabilidad del virus del PRRS y su capacidad inmunomoduladora, ambos tipos de vacunas inducen una “protección parcial”.
Este hecho ha sido demostrado en varios estudios en los que el grado de protección fue diferente en animales inmunizados y desafiados con cepas heterólogas (del mismo genotipo o distinto) u homólogas próximas (desde el punto de vista genético).
Esta protección incompleta implica que la eficacia de la vacuna estará condicionada por el manejo y la bioseguridad de la granja.
Mantente al día con nuestros boletines
Reciba gratuitamente la revista en versión digital REGISTRO ACCEDA A
SU CUENTA ACCEDER ¿Ha perdido la contraseña?