Este método prometía, además del control de las enfermedades transmitidas de madre a progenie, mejora en el crecimiento de los cerdos destetados y, en consecuencia, menor tiempo para que estos alcanzaran el peso al sacrificio.
Además, la manipulación de la lactancia (reducción) también preveía un incremento en la intensidad reproductiva de la cerda, puesto que, teóricamente se podría alcanzar 2.7 partos/hembra/año (Harris, 2001).
- Aspecto que entusiasmó a los productores e invirtieron en la reingeniería de sus sistemas para establecer el destete temprano.
Establecido el destete temprano, los especialistas y propios productores detectaron que solo un objetivo se cumplía con esta nueva metodología: el control de las enfermedades.
Por el contrario, el incremento en el número de partos/hembra/año no se cumplió; el retorno a estro era impredecible y se incrementaron las fallas reproductivas (Prunier y Quesnel, 2000).
- Ello originó flujos de producción desfasados y provocó: mayor tasa de recambio de cerdas (Tiranti y Morrison, 2006).
Las evidencias, durante el auge del destete temprano se corroboró que, el destete a 21 días postparto era el tiempo óptimo para la mayor expresión productiva de la cerda:
- Completa involución uterina de la cerda se alcanzaba en 21 día
- La máxima producción de leche se lograba aproximadamente a los 15 días y a partir de los 21 días comenzaba a descender.
- Durante la primera semana postparto las cerdas consumían poco alimento, por lo que las dos semanas restantes parecían ser suficientes para que la cerda recuperar la reservas corporales pérdidas.
Sin embargo, muy pocos investigadores analizaron, durante ese tiempo, las adaptaciones metabólicas que sufre la cerda durante el periodo de transición entre la gestación y la lactancia temprana y su relación con el decremento del consumo voluntario de alimento (CVA) y este a su vez, con la eficiencia reproductiva postdestete.
La disminución del CVA por parte de las cerdas, es producto de las adaptaciones evolutivas no solo de esta especie, sino en la mayoría de los mamíferos. Sin embargo, en los cerdos, se torna en un problema bajo los modernos sistemas de producción, debido al intenso ritmo reproductivo al que se somete la cerda (≥2.4 partos/año).
En una revisión (Gasa y Sola, 2016) sobre alimentación de cerdas hiperprolíficas en fase de lactación, se encontró que más del 50% de las investigaciones sobre este tópico reportan un consumo de alimento promedio en lactancia inferior a 5.5 kg/día.
Cantidad que no satisface los requerimientos nutricionales de las cerdas. Este consumo promedio es el resultado del CVA, durante la primera semana de lactancia las cerdas únicamente logran un consumo máximo del 60% del requerido (Mosnir et al., 2010); ello, independientemente de la composición nutrimental de la dieta, edad y genotipo de la cerda y es que, durante la primera semana después del parto, la glucosa preprandial aumenta y disminuye conforme la producción de leche se incrementa, puesto que:
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