El virus de la gripe A (IAV) es endémico en las granjas porcinas estando presente en casi todos los países donde hay producción de cerdos.
Cuando el IAV infecta a los cerdos, provoca una enfermedad respiratoria aguda caracterizada por estornudos, tos y fiebre, y puede asociarse a otros patógenos del complejo de enfermedades respiratorias porcinas.
Cuando infecta al cerdo, el IAV se replica en las células epiteliales del sistema respiratorio superior e inferior y se limita únicamente a estos sitios. Por
lo tanto, la transmisión y la excreción viral se producen únicamente por la vía respiratoria.
La transmisión se produce principalmente a través del contacto directo entre animales, pero los aerosoles también desempeñan un papel importante (Corzo et al., 2014), especialmente en alojamientos de alta densidad.
Un estudio norteamericano estimó que cuando el IAV se asocia a otras enfermedades respiratorias, las pérdidas económicas pueden alcanzar los 10 dólares por cerdo alojado (Haden et al, 2012). También hay importantes implicaciones para la salud pública debido a la capacidad del IAV de transmitirse entre especies, incluida la humana. Por ello, es importante establecer herramientas de control eficaces.
Diferentes cepas de virus pueden persistir de forma concomitante en las explotaciones productoras de lechones generando nuevas cepas y aumentando, por lo tanto, la variabilidad genética dentro de la propia granja.
Los subtipos H1N1, H3N2 y H2N1 son los más prevalentes en las explotaciones porcinas, pero dentro de cada subtipo se describen diferentes genotipos, que son relevantes para la inmunidad protectora.
La IAV es una infección limitada cuando no hay coinfección con patógenos secundarios. Sin embargo, en la mayoría de las granjas productoras de lechones, el IAV es endémico debido a subpoblaciones negativas dentro de la granja, como es el caso de los lechones lactantes.
El nacimiento regular de poblaciones susceptibles permite que el virus infecte a estos lechones, se replique y permanezca en la piara. Estos lechones, al ser trasladados a las siguientes fases de crecimiento o wean-to-finish, son los responsables de la propagación del virus a los demás sitios.
Díaz et al. (2017) demostraron en un estudio longitudinal dos oleadas de excreción de IAV en una corriente de producción wean-to-finish en los Estados Unidos después de que los lechones destetados de una granja positiva al IAV fueran alojados.
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