Generalmente, se considera que la vacunación es el proceso más importante que resulta en la protección inmunitaria de un grupo de cerdos.
Esta percepción se deriva de la especificidad de este proceso. Sin embargo, la comprensión actual de los principios inmunológicos implica que otros procesos de manejo son muy relevantes en la mejora de la productividad a través del control de la inmunidad.
La inmunidad poblacional implica[registrados]:
La barrera inmunitaria intestinal
Tejido linfoide
El tejido linfoide asociado a la mucosa (MALT) está muy desarrollado. El componente intestinal de este sistema es el tejido linfoide asociado al intestino (GALT), que corresponde al 80% de todo el MALT y está compuesto por una compleja organización de órganos linfoides primarios y secundarios.
Las placas de Peyer (tejidos linfoides organizados presentes en la pared intestinal) están compuestas por linfocitos B, la mayoría de los cuales secretan IgA en el lumen intestinal.
Estas células componen el 40% de las placas de Peyer:
Los cerdos jóvenes presentan varias placas de Peyer que, al igual que otros tejidos linfoides, van involucionando con la edad. Así, en etapas posteriores de la vida, se encuentran agregados linfoides en el intestino más difíciles de identificar.
Mucosa intestinal
La mucosa intestinal, compuesta por el epitelio y la lámina propia, también es rica en leucocitos:
Los linfocitos están presentes en el intestino en el momento del nacimiento y durante los primeros días de vida van colonizando el intestino hasta alcanzar la madurez.
El procesamiento de materiales extraños (antígenos) por el GALT sigue una secuencia similar a la de los tejidos linfoides sistémicos. Sin embargo, en el GALT los enterocitos también juegan un papel en el transporte de moléculas desde los patógenos hasta las células inmunitarias.
En el revestimiento epitelial intestinal, las células M son cruciales en la realización de esta tarea. Tanto los enterocitos como las células M contribuirán a la defensa frente a los patógenos.
La arquitectura intestinal local a menudo cambia en respuesta a patógenos, con alteraciones en la profundidad de las criptas, producción de moco, infiltración de células linfoides, aumento del espaciamiento entre las células, y así sucesivamente.
En las placas de Peyer se desarrollan respuestas más específicas, gracias a la actividad de los linfocitos B que producen IgA dirigida al patógeno.
Inmunidad y nutrición
Respuesta inmunitaria
Tras la invasión de los patógenos, se producen muchos cambios estructurales en el intestino relacionados con la permeabilidad, la infiltración celular, refuerzo de las criptas, la producción de moco y enzimas, además de las respuestas antigénicas específicas.
La respuesta específica frente a un patógeno, denominada respuesta inmunitaria adaptativa, se asocia a dos tipos principales de células:
Linfocitos T, que reconocen el complejo principal de histocompatibilidad (MHC) -complejo antígeno-MHC, presentado sobre la superficie de las células presentadoras de antígenos (macrófagos, células dendríticas y, finalmente, incluso enterocitos).
La captación de antígenos por pinocitosis o fagocitosis por parte de las células M determina, además, la sensibilización de los linfocitos T y B en los centros germinales de las placas de Peyer. Después de la unión del antígeno a los receptores de células B, la división celular y la expansión clonal comienzan con la producción de anticuerpos específicos frente al antígeno que incita a las células.
Integridad del tracto intestinal
Debido a la conexión íntima de los tejidos linfoides con el revestimiento epitelial intestinal, los componentes nutricionales tienen un gran efecto sobre las células inmunitarias locales. Por lo tanto, la integridad intestinal es tan relevante como los protocolos de vacunación para inducir una inmunidad adecuada a los desafíos ambientales. Cuantos más animales sean resistentes a las infecciones, menor será la transmisión lateral de patógenos seguido de un caso inicial dentro de la manada.
Entre todos los factores que son relevantes en la protección natural de los cerdos, una composición óptima de la dieta determinará los mejores resultados posibles al lograr un equilibrio entre la activación de la inmunidad y la productividad del animal.
Microbiota intestinal
La microbiota es muy relevante en el contexto de la salud intestinal. Los animales expuestos a un ambiente con una baja carga de patógenos ambientales (en condiciones de laboratorio) tienden a tener mejor rendimiento en comparación con las condiciones de campo, debido al coste de responder al desafío mediante la activación de la inmunidad.
Los animales libres de gérmenes tienen una demanda metabólica un 10%-30% inferior a los cerdos convencionales. Solamente cuando la dieta se somete a un control más estricto y se mejora la microbiota, los animales en condiciones normales pueden superar a los animales libres de gérmenes.
Las respuestas a los “potenciadores de la microbiota” son usualmente inestables y varían ampliamente entre situaciones diferentes. Las mejores respuestas provienen del establecimiento de una microbiota de alta calidad desde las primeras semanas de vida, cuando las poblaciones bacterianas intestinales aún son lábiles.
El impacto de la microbiota en la inmunidad y las interacciones dinámicas que se producen son muy sensibles, siendo notable el papel de los antibióticos en este delicado equilibrio.
Los antibióticos promotores del crecimiento tienen un tremendo impacto en la función inmunitaria del intestino al alterar la constitución microbiana y, por lo tanto, funcionan como potenciadores del rendimiento a largo plazo.
Maduración de GALT
La maduración del GALT inducida por antígenos puede seguir vías muy distintas, dependiendo del nivel y la calidad del estímulo que se proporciona.
En una situación equilibrada, la interacción antígeno-huésped conducirá a la producción de IgA intestinal. Esto se mantiene en un estado “saludable” por la acción de células supresoras y reguladoras que son abundantes en los tejidos de la mucosa.
El precio de la respuesta inmunitaria
Consumo de recursos
La activación de la respuesta inmunitaria tiene dos consecuencias:
- Las células inmunitarias demandan altos niveles de proteínas. No solo eso, sino que la composición amino de las proteínas inmunes se desvía ampliamente de otras proteínas en el animal y, por consiguiente, las demandas nutricionales variarán si la inmunidad se activa constantemente. Como ejemplo, la valina y treonina se consumen en niveles más altos para la producción de IgA y de mucina (el constituyente principal del moco).
- Las fases iniciales de las respuestas inmunes representan un “coste puntual” para el hospedador. La protección inmunológica comienza con la inflamación.
Fiebre
Pérdida de apetito
La inflamación también regula negativamente el apetito y el consumo de alimento disminuirá hasta que se alcancen las últimas etapas de inmunidad. Las fases posteriores de la inmunidad (como la producción de IgA), si bien son costosas, son menos exigentes, ya que no hay fiebre ni cambios en el apetito en estas fases.
En consecuencia, el objetivo al influir en la inmunidad de la mucosa es mantener los beneficios de la presencia de células inmunocompetentes y de IgA con una modulación mantenida de manera estricta, necesaria para regular los mediadores inflamatorios.
De esta manera, se puede aprovechar la respuesta inmunitaria para actuar exitosamente ante cualquier encuentro futuro con los desafíos en el medio ambiente, al tiempo que se evita la pérdida de rendimiento relacionada con la inflamación.
El aumento en el conocimiento de la dinámica involucrada en la respuesta inmunitaria de la mucosa en los últimos años ha permitido el desarrollo de medidas que pueden optimizar la producción, garantizando un equilibrio sensible entre la respuesta inmune y el rendimiento.
Controlar la inmunidad, ya sea a través de la microbiota o directamente por inmunonutrición, es vital para prevenir pérdidas de productividad. Se debe alcanzar un equilibrio entre las respuestas inmunitarias fuertes y el rendimiento. Esto depende de las interacciones involucradas en el órgano inmunitario más grande, el INTESTINO.
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