Aunque el concepto de bienestar animal se ha desarrollado en el mercado comunitario hasta considerarse fundamental y prioritario en los sistemas de producción ganaderos, todavía existen ciertos aspectos susceptibles de modificarse en este sentido, y sobre los que se está trabajando en la actualidad. Uno especialmente sensible, en el mundo de la porcinocultura, es la castración de los animales.
Cese voluntario de la castración porcina
Bajo este marco surgió la Declaración Europea sobre alternativas a la castración física de cerdos, con el fin de cesar, voluntariamente, esta práctica en Europa a partir del 1 de enero de 2018. Así, en el pasado mes de noviembre, la Federación de Veterinarios Europeos (FVE) llevó a cabo una encuesta con el fin de ver los progresos realizados en relación a esta declaración.
En la encuesta, en la que participaron 25 países, mostró que la mayoría de los países continúan castrando quirúrgicamente a los cerdos macho. Sólo en los países de Irlanda, Reino Unido y España, menos del 20% de los cerdos son castrados, mientras que Bélgica, Francia, Alemania y los Países Bajos informaron castrar entre el 20% y el 80% de los cerdos machos.
Sin embargo, la Comisión Europea, a través de varios Grupos de Trabajo en los que están involucrados Asociaciones de Productores, Centros de Investigación, Asociaciones de Industrias cárnicas y Comercializadores, llevan varios años trabajando para encontrar una alternativa a la castración quirúrgica, que a la vez que prevenga el olor sexual, también cumpla los estándares de bienestar animal y garantice la calidad del producto final, incluso en aquellas producciones tradicionales con altos requerimientos de calidad, como jamón de Parma, Ibérico y Serrano.
Primeros movimientos europeos para frenar la castración física de los cerdos
Varias cadenas de supermercados europeas han mostrado su intención de no comercializar en sus lineales la carne de cerdo procedente de animales castrados físicamente. En Alemania son ya tres las cadenas de distribución que se han posicionado a este respecto, y esta iniciativa se ha extendido a Noruega e Inglaterra, donde son varias ya las firmas que se muestran dispuestas a dejar de comercializar este tipo de carne a principios de 2017. Limitación que podría afectar a la venta de jamón ibérico y serrano en dichos países, destinos que representan más del 45% de nuestras exportaciones de jamón.
Una de estas cadenas de supermercados más activa es Aldi, que también opera en España. En concreto, Aldi Nord, una de las dos filiales en las que se divide el grupo, informó a comienzos de año del desarrollo de una “Política Nacional de Compras con Bienestar Animal” en la que indicaban que a partir de 2017 no venderán ningún tipo de carne de cerdo procedente de animales castrados.
Comunicaciones muy similares han vertido también el grupo de venta al por menor Rewe Group, que tiene sede en Alemania y está presente en catorce países europeos, y Edeka, la mayor red de comercio minorista de Alemania, que cuenta con una central de compras en España. Así mismo, cadenas de supermercados en Francia y Holanda han iniciado los contactos con sus proveedores instándoles a buscar alternativas a la castración quirúrgica antes de final de año.
Una oportunidad de mercado
Esta propuesta iniciada por las cadenas de distribución europeas puede suponer una gran oportunidad para ofrecer al consumidor un producto acorde con sus demandas y aportar soluciones novedosas acordes al bienestar animal y que mantengan la calidad requerida en la carne.
Existe una alternativa a la castración porcina que se está aplicando en más de 70 países y que hoy día es una solución segura, fiable y eficaz: la vacunación. Con ella se consigue un bloqueo selectivo y específico de las funciones ovárica y testicular.
La vacunación utiliza el propio sistema inmunitario de los animales para controlar el olor sexual de la carne de los machos y la salida en celo de las hembras.
Además, ha quedado demostrado en numerosos estudios que con la vacunación no se aprecian diferencias sensoriales en la carne y productos transformados de animales vacunados, castrados y hembras. Y otro aspecto muy interesante desde el punto de vista del consumidor final de carne de cerdo es que dicha vacuna tiene un periodo de supresión de cero días.