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Memoria porciFORUM 2019 – Miguel Ángel Higuera

Licenciado en Veterinaria por la Facultad de Veterinaria de la UCM (1995 – 2000) Director de ANPROGAPOR, Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino, que representa más del 85% de la producción porcina de España. 2004-2007. Proinserga. Técnico Veterinario de zona de producción y Responsable de los Centros de Inseminación 2007-2010. Director Técnico en ANPS (Asociación Nacional de Criadores de Porcino Selecto) 2010-2011. Adjunto al Director en ANPROGAPOR 2012-Actualidad. Director de ANPROGAPOR

¿IMPACTO DE LA PPA EN EL SECTOR PORCINO?

La Peste Porcina Africana ya tiene un impacto a nivel de ciudadano simplemente con el nombre: “Peste”; sería interesante poderla llamar “Fiebre Porcina Africana” ya que solo el nombre de “Peste” ya produce rechazo.

Pero entrando en los aspectos importantes, desde que la PPA entró en 2007 en Georgia, no se ha conseguido parar su propagación en ninguno de los países que ha sido alcanzado, con la excepción de los saltos que ha dado, no derivados de su evolución epidemiológica, a República Checa en 2017 y a Bélgica en 2018. El foco de R. Checa está prácticamente contenido y ahora la preocupación para el centro y sur de Europa se centra en la evolución del foco de Bélgica.

Podemos describir la situación como preocupante, debiendo todo el sector estar en alerta, pero sin generar alarma que nos haga perder la objetividad y el trabajo.

La PPA es una enfermedad de muy baja contagiosidad (con alrededor de un 10% de prevalencia) al contrario de otras enfermedades como la Fiebre Aftosa, pero con una muy alta mortalidad de los individuos infectados (más del 98%).

Es una enfermedad que, con la excepción de España donde se ha mantenido la vigilancia activa desde que se erradicó en el 1995, el resto de los países ha olvidado un poco catalogándola como enfermedad exótica, lo que ha hecho que las medidas de contención y control no estén dando el resultado esperado.

En la situación actual de la enfermedad, la posición de España es defensiva. Estamos ante una enfermedad que no está presente en nuestro país y por lo tanto hay que aplicar todas las medidas necesarias para poder evitar su entrada. Las vías de transmisión de la enfermedad más importantes son:

ANIMAL VIVO (contacto directo).

Este supuesto sería por la entrada de un cerdo o jabalí infectado.

PRODUCTO CONTAMINADO.

Todo producto realizado con carne procedente de animal infectado es susceptible de transmitir la enfermedad, por lo que la sensibilización hacia el viajero, turismo o transportista es de suma importancia.

MATERIAL CONTAMINADO.

Debido a la alta supervivencia en el medio del virus, la existencia de vectores mecánicos es numerosa. En este caso, cabe destacar la ropa, material y trofeos de caza, así como vehículos que han estado en contacto con el virus y no se han limpiado y desinfectado correctamente.

VECTORES BIOLÓGICOS.

GARRAPATA (Ornitodorus erraticus).

 

El principal problema que actualmente tendría la entrada de la enfermedad en España, bien por cerdo doméstico, bien por jabalí sería comercial más que sanitario.

En un principio, se podría pensar que el gran problema es el sanitario puesto que es una enfermedad de alta mortalidad. Para minimizar el problema de la enfermedad es necesario un sistema de alerta rápida y detección precoz eficaz. Es decir, cuanto antes se comunique la sospecha de la enfermedad a las autoridades competentes, antes se puede proceder a la inmovilización y sacrificio de los animales afectados y los sospechosos.

En este caso, todo sacrificio oficial de los animales conllevaría la compensación económica correspondiente en función del tipo de animal: reproductora, lechón, cebo… así como de su categoría: selección, multiplicación, producción. Por lo tanto, desde el punto de vista sanitario: detección precoz, alerta, sacrificio e indemnización.

Con todas las salvaguardias del peor escenario que tendríamos en España, que es si entra la enfermedad en el extensivo o en jabalíes de la zona de la dehesa.

El problema de esta enfermedad es el comercial. La UE está aplicando las medidas de regionalización establecidas en nuestra normativa y además conforme a las recomendaciones de la OIE.

El problema es que los países terceros no lo están reconociendo como tal, y de forma unilateral están cerrando la totalidad del país afectado (independientemente de si la enfermedad está solo en jabalí, o en jabalí y cerdo doméstico).

A efectos de mercado único en la UE, es posible el comercio de animales vivos y productos del cerdo de las zonas negativas de los países positivos.

La regionalización en la actualidad divide las zonas en 4 partes:

Hasta ahora la enfermedad ha entrado en países con escaso potencial exportador neto. El más importante ha sido Bélgica que, aunque tiene un 225% de autoabastecimiento, la cantidad que exporta a países terceros no supera las 50.000 toneladas con lo que el cierre de las fronteras de Bélgica supone un problema a corto plazo, pero a medio plazo, estas toneladas se redistribuyen en la UE y la cuota de mercado que no puede satisfacer es copada por otros países (de la UE o países terceros).

En el caso de que la PPA llegara a España, ya serían palabras mayores… En el 2017 exportamos a países terceros 793.011 toneladas y en el 2018 (octubre) ya llevábamos 708.392 toneladas que comparado con el mismo periodo del año anterior supone un incremento del 9,1%. En el caso de declarar la PPA, perderíamos el 95% de esas exportaciones ya que solo Estados Unidos, Canadá y Hong Kong están aceptando la regionalización.

En términos económicos, en el año 2017 se exportó 1.762.896.000 € y en 2018 (octubre) 1.471.247.000 €.

Está claro que esta cantidad de producto que se exporta desde España tendría difícil recolocación en el mercado comunitario y además considerando que no se haya infectado otro país exportador como Francia, Alemania, Holanda o Dinamarca, donde entonces el efecto de sobre oferta del mercado comunitario haría que los precios cayeran en picado hasta niveles que hace mucho tiempo no se han visto.

Las pérdidas por cerdo podrían ser abismales: de 30 a 50 € por cerdo enviado a matadero con la única posibilidad de reducir cabaña de la forma más rápida posible para ajustar la oferta a la nueva situación.

En definitiva, hay que trabajar todo el sector con el objetivo de defendernos de la entrada de la peste. Para ello, la importación de animales y productos, así como la caza en países positivos es un riesgo. Pero no hay que olvidar que la entrada de producto contaminado ilegalmente puede ser el punto importante y difícilmente controlable que puede llevar a la ruina al mejor sector ganadero de España.

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