Alberto Morillo creó la empresa CRO Tests and Trials en 2000, enfocándose en ensayos clínicos y nutricionales en ganado para el registro de productos, en estudios estadísticos y en estudios para la obtención de datos para marketing tanto para empresas farmacéuticas como productores de animales. Actualmente es el Director de Tests and Trials con responsabilidades en ensayos en animales de producción con productos farmacéuticos y nutricionales además de estudios estadísticos y encuestas, en la industria internacional porcina, de aves y rumiantes. Anteriormente Director de Nutrición y Producción Porcina en la filial polaca (Agriplus) del grupo Smithfield Food Inc y director de nutrición de la filial rumana (Smithfield Ferme), Alberto tiene una gran experiencia dentro de la industria, así como varias titulaciones en Investigación Animal, Medicina Veterinaria, Nutrición Animal, Estadística y dirección de empresas.
Microbiota & salud intestinal, en la nueva era bajo la restricción de los antibióticos
- Últimamente, se ha incrementado el número de estudios sobre “salud intestinal”, consecuencia de la necesidad de mejorar los rendimientos productivos. Es importante entender el concepto de salud intestinal, así como los criterios para medirla.
- Para que un animal tenga buena salud intestinal, es preciso que exista una alta correlación entre salud general y salud intestinal. Para medirla, se ha propuesto el uso de biomarcadores; estos deben poder medirse objetivamente y ser indicadores de un proceso biológico normal.
- El epitelio intestinal es el mayor componente de la barrera intestinal; tiene una regulación neuronal e inmunitaria que establece conexión entre el hospedador y la microbiota (“cross-talk”).
- La microbiota intestinal del lechón se establece tras 48 h del nacimiento y depende, entre otros factores, de las heces maternas y de la flora del canal del parto. Es posible caracterizar en periodos muy tempranos de la vida del lechón la microbiota fecal, y predecir qué lechones padecerán o no diarrea.
Últimamente, se ha incrementado el número de estudios sobre “Salud intestinal”. Esto es consecuencia de la necesidad de mejorar los rendimientos productivos de los animales de granja, haciendo mínima la función del coste de producción y suministrando el máximo bienestar para el animal, exigido por la sociedad.
El concepto de salud intestinal dependerá de a quién le preguntemos y de los factores o circunstancias a las que nos refiramos.
Como técnicos en producción animal podríamos usar la definición de Pietro Celi:
«Un estado estacionario donde el microbioma y el tracto intestinal existen en equilibrio simbiótico, y donde el bienestar y el rendimiento del animal no están limitados por la disfunción intestinal.»
Bischoff propone 5 criterios para medir la salud intestinal:
- Digestión efectiva y absorción de nutrientes, agua y minerales.
- Ausencia de enfermedades en el tracto gastrointestinal.
- Flora microbiana normal y estable.
- Un estado inmunitario efectivo, con una función eficaz de la barrera gastrointestinal.
- Un estado de bienestar difícil de identificar en animales de producción, pero que puede ser medido con niveles de serotonina normales y en ausencia de marcadores de estrés.
El intestino tiene también un impacto sobre la salud del individuo. La función del intestino no se limita al procesamiento de alimentos y posterior absorción de nutrientes y fluidos.
Celi incorpora la dieta, que puede ser más fácilmente manipulada y dirigida que en la salud intestinal humana.
M. Varley expone, en 2017, que para que un animal tenga buena salud intestinal, es preciso que exista una alta correlación entre salud general y salud intestinal.
Por lo tanto, si su ganancia de peso desde los 30 kg a matadero es óptima, el número de días con tratamiento antibiótico es bajo o cero, la puntuación de lesiones pulmonares en matadero es cero y el nivel de proteína en fase aguda, que mida el estrés o la inflamación en diferentes momentos de su vida productiva, estará en un nivel normal: ese animal tiene o ha tenido una buena salud intestinal.
Para medir la salud intestinal se ha propuesto el uso de biomarcadores, que son sustancias que pueden ser utilizadas como indicadores biológicos.
El intestino tiene como función principal la digestión de los alimentos y la absorción de nutrientes y electrolitos. Además, debe regenerarse mediante la proliferación de células epiteliales intestinales, que restituyan el epitelio tras las agresiones y daños, y proteger al organismo de toxinas, microorganismos y virus que se vehiculan con la alimentación.
La barrera epitelial tiene una regulación neuronal e inmunitaria que establece comunicación directa entre el hospedador y la microbiota que puebla el intestino, proceso conocido como “cross-talk”. Esta comunicación está integrada en el eje cerebro-intestino a través de los mastocitos de la mucosa y otros mediadores intestinales.
La microbiota intestinal del lechón se establece tras 48h del nacimiento y depende, entre otros factores, de las heces maternas y de la flora del canal del parto. Esta flora puede ser autóctona o alóctona, colonizando el tracto intestinal.
Depende de la edad del lechón, del ambiente, de los agentes antimicrobianos que pueden interaccionar con el lechón, de la dieta, de los factores de estrés y de la genética.
Las funciones de la microbiota intestinal incluyen la producción de nutrientes, como algunas vitaminas del grupo B y K, la producción de ácidos grasos volátiles como el butírico, la estimulación del desarrollo de la protección intestinal, así como la exclusión competitiva de las bacterias patógenas.
Es posible caracterizar en periodos muy tempranos de la vida del lechón la microbiota fecal, y predecir a partir de su composición qué lechones padecerán o no diarrea (como mostraron Dou et al. en 2017).
La salud intestinal del lechón está también influenciada por componentes del alimento.
En conclusión, la tecnología molecular, la genética y la potencia de cálculo, así como el big data, nos ayudarán a comprender y entender mejor cómo la microbiota interacciona con el sistema digestivo para incrementar la productividad de los lechones.
El conocimiento de la composición de los ingredientes nos facilitará la comprensión de las fermentaciones digestivas, y la manipulación del sistema inmunitario nos ayudará a modular la respuesta exacerbada ante desafíos a los que sometemos a los lechones.