Esta observación se derivó de un proceso cartográfico de los pozos de agua en un plano del distrito de Soho, localizando como culpable al pozo existente en Broad Street, en pleno corazón de la epidemia.
Snow recomendó a la comunidad clausurar la bomba de agua, con lo que fueron disminuyendo los casos de la enfermedad.
La importancia del trabajo realizado por John Snow en Inglaterra radicó en romper con los paradigmas existentes para la época, en la cual aún predominaba la fuerte creencia en la teoría miasmática de la enfermedad, también denominada «teoría anticontagionista».
Por ello se le considera a John Snow como el padre de la epidemiología moderna, dado que logró el control de la enfermedad, incluso 30 años antes de que se diera nombre al microorganismo (Vibrio cholera).
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El diseño de dichas redes debe tener en consideración el modelo tradicional de causalidad en enfermedades infecciosas conocido como la triada epidemiológica, la cual incluye tres componentes: un agente infeccioso, un hospedador susceptible y un ambiente favorable que permite (y muchas veces potencia) la interacción del agente y el hospedador, permitiendo la ocurrencia de la enfermedad.
Investigaciones diagnósticas recientes indican que la enfermedad respiratoria clínica en los cerdos es a menudo polimicrobiana, como resultado de una infección combinada con uno o más virus y bacterias (Blanchard et al., 1992), interactuando a partir de dinámicas de pre y coinfección en el conocido complejo infeccioso respiratorio porcino (PRDC, por sus siglas en inglés; Thacker & Minion, 2012).
Dentro de este complejo encontramos a Mycoplasma hyopneumoniae [MHYO], uno de los principales agentes que afectan el sistema respiratorio en los cerdos y agente causal de la neumonía enzoótica [NE] (Buddle & O´Hara, 2005).
El género Mycoplasma, con más de 100 especies, trata de un amplio grupo de bacterias G-. Durante su larga evolución desde Gram-+ han perdido —además de genes para la biosíntesis de la pared celular, aquellos necesarios para muchos procesos biosintéticos, hasta un punto en el que se han hecho totalmente dependientes del hospedador para su supervivencia. Algunos contienen menos de 500 genes, lo que los acerca al concepto de célula mínima, es decir, el número mínimo de genes necesarios para conservar la vida (Maes et al., 2017).
Pero, ¿Cómo es el proceso patológico?
El epitelio traqueal afectado exfolia las células epiteliales ciliadas y no ciliadas, perdiendo generalmente sus conexiones intercelulares.
Además, la infección por MHYO también se asocia comúnmente con inmunoestimulación e inmunosupresión (Hermann et al., 2008; García-Morante et al., 2016) —entendido como inmunomodulación, dados los efectos mitogénicos inespecíficos sobre linfocitos porcinos (Holst & Pieters, 2015) o citocinas secretadas por macrófagos activados (Maes et al., 1996; Fano et al., 2005; Thacker & Minion, 2012).
En consideración de lo anterior, es fácil comprender cómo MYHO predispone a los animales a infecciones por otros patógenos respiratorios, incluidas bacterias, parásitos y virus.
La prevalencia de la enfermedad clínica es particularmente alta —pero no exclusiva, en animales que se encuentran en la etapa de finalización y hasta la edad de sacrificio y, la gravedad de los signos clínicos se define por la cepa de MHYO involucrada, la presión de infección, la presencia de infecciones secundarias y el manejo y condiciones ambientales.
Cuando están involucrados patógenos secundarios, los signos clínicos incluyen dificultad para respirar y pirexia, y puede presentarse la muerte (Maes et al., 1996; Opriessnig et al., 2011).
La fase clínica de la NE se observa principalmente en cerdos en crecimiento y finalización y se caracteriza por una alta morbilidad (≈100%) y una baja mortalidad (≈6%) (Blanchard et al., 1992) y, aunque los cerdos de todas las edades son susceptibles a la infección por MHYO, generalmente no se observa en animales menores de 6 meses de edad (Maes et al., 2001).
Y es que el contacto cercano entre cerdos infectados y susceptibles es la principal vía de transmisión de MHYO, ya que se elimina desde el tracto respiratorio de los individuos infectados a través de la exhalación de gotitas microscópicas durante los episodios de tos y por contacto directo de nariz a nariz (Hermann et al., 2008).
De hecho, la duración del período de lactancia se ha sugerido como un factor de riesgo para la colonización de lechones con MHYO antes del destete (Pieters et al., 2014).
Y es así como, epidemiológicamente hablando, es fundamental tener presente que las cerdas y los lechones se consideran el reservorio principal de MYHO para todo el sistema de producción.
Se cree que la circulación de MYHO ocurre entre cerdas mayores y las primerizas entrantes, que son capaces de mantener el patógeno dentro de la granja y son responsables de la mayor parte de la diseminación bacteriana a los lechones recién nacidos.
De esta manera, la constante adición de primerizas y el nacimiento constante de poblaciones de lechones proporcionan lo necesario para mantener la transmisión activa del patógeno (Calsamiglia & Pijoan, 2000; Fano et al., 2005).
Adicionalmente, la infección por MHYO tiene un largo periodo de incubación o latencia (dependiendo del escenario), llegando hasta los 240 días (Pieters et al., 2009), lo que complica el escenario de transmisión de la enfermedad —ya lento, observado en los sistemas de producción.
No hay mucho que decir en cuanto al efecto del ambiente como componente de la triada, considerando la casi inexistente capacidad de MYHO de sobrevivir por fuera del hospedador.
Y es que la introducción de MYHO a través de fómites no parece ser un alto riesgo para las granjas, además de que la desinfección y descontaminación periódicas de los sistemas parecen ser medidas eficaces contra esta bacteria (Maes et al., 2017).
Debido a la amenaza económica que representa para la industria porcina, y considerando que se asume que la distribución geográfica de MHYO es global (Maes et al., 2017), su estudio debe generar avances sustanciales en la calidad, oportunidad y rango de diagnóstico y análisis.
Todo lo anterior sin descuidar las estrategias de manejo dirigidas a reducir la carga a nivel del sistema productivo para la prevención de la diseminación de MHYO entre animales susceptibles.
Por último, invito al lector a que, a partir de la información suministrada, plantee estrategias de manejo correctamente fundamentadas en consideración de las particularidades epidemiológicas de este importante agente infeccioso, logrando su control efectivo.
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