No todas las rocas son iguales, ni tampoco todas las algas lo son. El esqueleto calcáreo de la alga roja Lithothamnium (del griego “litho” que es roca y “thamnion” que es pequeño árbol) calcareum es una fuente de calcio, magnesio y otros minerales traza, con efectos muy interesante en porcino.
Esta alga marina fija los nutrientes que hay en el medio, de manera que su composición será variable según el mar y sus características, así como la presencia de sílice (tierra) y otras impurezas según el área de obtención.
CALCIO – UN MINERAL ESENCIAL PARA LA SALUD DEL CERDO
El calcio, para ser absorbido, tiene que estar en forma soluble ionizada. El transporte activo ocurre en el duodeno cuando los niveles son bajos, a través de un mecanismo dependiente de la vitamina D, mientras que el transporte pasivo se da en yeyuno e íleon cuando la ingesta de calcio es alta, siempre y cuando sea soluble.
El calcio es el segundo mensajero en la respuesta inmunitaria, además de ser importante para muchas proteínas relacionadas con la inmunidad. De hecho, la producción de anticuerpos (inmunoglobulinas) y péptidos antibacterianos depende del calcio biodisponible.
Por otro lado, el calcio actúa de mensajero intracelular (calcio iónico), de cofactor proteínico (activación de enzimas) y es determinante para muchas proteínas con las que se liga (calbindina, troponina, caldesmón, calmodulina, fosfolipasa A, proteinquinasa C, calsecuestrinas, etc.).
De aquí proceden el sustantivo “proteo” y el adjetivo “proteico” que aluden a quien cambia frecuentemente de forma, de opiniones o de afectos. La denominación de proteína fue por tanto profética, ya que están dotadas de múltiples formas y funciones (como Proteo).
Siguiendo con el mar y con los dioses griegos, tenemos el segundo mineral en importancia en el ACID BUF®, el magnesio (Mg).
El ACID BUF® tiene más de un 5,5% de magnesio en forma de carbonato de magnesio, y hasta un 10% en el ACID BUF-10® enriquecido con magnesio marino del agua de mar.
El magnesio está disuelto en las sales marinas en forma de sulfato de magnesio y cloruro de magnesio, pero mediante un proceso de reacción con hidróxido de calcio y con una doble calcinación, se pueden precipitar estas sales marinas y separar el magnesio para estabilizarlo en forma de óxido de magnesio, pero de origen marino y totalmente soluble a cualquier pH.
Sería un magnesio marino (“Marine MgO”) que puede acompañar a las algas marinas calizas de Islandia para obtener una sinergia de efectos en el metabolismo del calcio (donde interviene el magnesio) además de los efectos propios del Mg como tranquilizante y antiestrés, así como antioxidante y mejorador de la calidad de la carne.
La úlcera gastroesofágica porcina es una enfermedad descrita por primera vez en el siglo XIX que, desde la intensificación de la porcicultura, ha aumentado notablemente su incidencia en poblaciones de cerdos. Se caracteriza por la erosión y ulceración de la mucosa del estómago en la zona de la pars esophagea. En los primeros estadios de la enfermedad, esta área se vuelve áspera y cambia gradualmente a medida que la superficie se erosiona hasta que se ulcera.
Puede dar lugar a hemorragias intermitentes que terminan en anemia o hemorragia masiva que acaba produciendo la muerte.
Se han descrito múltiples causas relacionadas con las úlceras gastroesofágicas, algunas de ellas intrínsecas de nuestros modelos de producción: nutrición, alojamiento, etc. En general, la patogénesis de las úlceras gástricas implica un desequilibrio entre factores agresivos y defensivos (Friendship, 2006).
La región proximal del estómago tiende a mantener un pH neutro mientras que el contenido de las regiones distales está sometido al ataque del acido clorhídrico y de las enzimas digestivas.
Las úlceras gastroesofágicas porcinas son un problema que afecta la salud y el bienestar de nuestros cerdos, así como al bolsillo de los productores. Además de las bajas ocurridas, genera pérdidas económicas sustanciales debido a los casos subclínicos de hemorragias y a la desescamación del epitelio estomacal en distinto grado, así como síndromes asociados de anemia y/o anorexia, que se traducen en pérdida de peso.
Recientes estudios realizados en distintos países, examinando lesiones de úlcera gastroesofágica en matadero, reportaron prevalencias del 32% en un estudio donde se examinaron más de 20.000 cerdos de un matadero de Brasil, 6% de úlceras severas en un estudio realizado en un matadero de Reino Unido donde analizaron 9.000 cerdos, y un 11% de muestras con úlceras en un estudio realizado en Dinamarca con 1.000 cerdos (de Olivera et al., 2010).
Existe una elevada relación entre el bienestar e integridad de las mucosas gástricas y el comportamiento animal.
Unas mucosas degradadas o en mal estado generan una situación de falta de confort que incrementa el estrés, propiciando un comportamiento anormal, reproduciendo estereotipias y en general mostrando una actividad nerviosa que puede ir desde un mayor movimiento dentro de la cuadra, incrementando visitas a comedero y bebedero, a una mayor interacción con compañeros que puede desencadenar en agresiones, mordeduras, etc.
En la Gráfica 2, se presenta la concentración de cortisol salivar horas antes y tras la ingesta de alimento de tres grupos de animales, a los que se administró: