La medicina veterinaria basa una parte muy importante de su labor en la prevención de las enfermedades y cuando llegamos a necesitar una acción terapéutica, significa que hemos fracasado en la prevención.
Esto es especialmente cierto en los colectivos como el porcino. ¡Siempre será preferible poner todas las medidas posibles para prevenir las enfermedades antes que tener que curar sus efectos! |
En este sentido, sin duda, el sistema inmunitario de los animales es un elemento fundamental para prevenir las enfermedades y, por tanto, debemos cuidarlo y reforzarlo en la medida de los posible para que, cuando lo estimulemos con una vacuna, por ejemplo, responda de la manera más contundente posible y mantenga a raya a los agentes que potencialmente acechan a los lechones.
En los últimos tiempos ha cobrado importancia la protección frente a patógenos entéricos, tanto en el periodo neonatal como durante la transición, debido a las restricciones y prohibiciones que hemos sufrido en los últimos años. Repasemos cómo podemos reforzar este elemento imprescindible. |
El sistema inmunitario del lechón
El sistema inmunitario de los lechones se vuelve competente durante el periodo fetal de los animales:
Aproximadamente, a partir de los 50 días de gestación se hace un reconocimiento de propio y ajeno.
A partir de los 70 días de gestación, los lechones son inmunocompetentes y pueden establecer una respuesta inmunitaria.
Sin embargo, esto solo ocurre, hasta el momento del nacimiento, con los patógenos de transmisión intrauterina transplacentaria.
Brevemente, el sistema inmunitario dispone de distintos tipos de activación.
Inmunidad innata
La inmunidad innata es congénita y basada en mecanismos que no necesitan aprendizaje. Hablamos de:
Monocitos-macrófagos, granulocitos y células NK. Mecanismos efectores como los mastocitos, el complemento y toda la gama de citocinas. |
Inmunidad adaptativa
La inmunidad adaptativa o adquirida es más compleja y necesita que el sistema inmunitario procese los antígenos. Se basa en la acción de los:
Linfocitos T y B que están estimulado por distintas células, como los macrófagos, las células dendríticas o los propios linfocitos B. Mecanismos efectores como la citotoxicidad y la producción de anticuerpos. |
Aun así, el sistema inmunitario no adquiere una capacitación completa hasta varias semanas después del nacimiento e incluso sabemos que las cerdas primerizas tienen una capacidad inmunitaria menor que las cerdas con más edad.
Esta inmadurez supone un riesgo para la salud de los lechones y, por eso, existen mecanismos inmunitarios complementarios que mantendrán protegido al lechón hasta que adquiera una capacitación completa del sistema inmunitario. Hablamos de la inmunidad calostral.
La inmunidad pasiva
Encalostrado
Siempre que haya un buen encalostrado, los lechones tendrán un perfil de inmunoglobulinas muy similar al de su madre -o al de la cerda de la que hayan tomado calostro- además de células inmunitarias activadas que son otro componente fundamental del calostro.
El calostro tiene un contenido en proteína 4 a 5 veces mayor que la leche, precisamente por ese contenido en inmunoglobulinas que tiene.
Para que los anticuerpos pasivos sean absorbidos, los lechones cuentan con varios mecanismos:
La permeabilidad de la barrera intestinal.
La principal enzima gástrica presente en ese momento, quimosina, es mucho menos agresiva para los anticuerpos.
Esto nos indica que, para hacer una buena prevención de enfermedades, debemos manejar inmunitariamente a la cerda y proporcionarle las vacunas adecuadas en el momento adecuado o, cuando no dispongamos de vacunas, hacer un programa de reinfección adecuado.
Siempre consideraremos a la cerda como el primer recurso inmunitario de los lechones.
Será la salvaguarda durante las primeras semanas de vida del lechón, dando tiempo a que su propio sistema inmunitario se capacite para producir respuestas adaptativas.
Esto nos obliga a:
1. Tener cerdas que produzcan suficiente calostro. 2. Programas de atención al parto que aseguren que los lechones |
De otro modo, el trabajo será inútil.
Si lo hacemos bien, dependiendo del patógeno, tendremos a los lechones protegidos durante 3-9 semanas. Esta inmunidad, al carecer de células de memoria, tiene caducidad y termina desapareciendo.
Algo que tenemos que tener siempre en mente es que la barrera intestinal se comienza a cerrar a las 12 horas del nacimiento y a las 24 horas prácticamente no se absorben ya inmunoglobulinas. |
Obviamente, es otro mecanismo defensivo, ya que la barrera intestinal abierta puede favorecer la entrada de patógenos víricos y bacterianos de forma paracelular, lo que se conoce como traslocación. Por ello, esta barrera permanece abierta durante muy poco tiempo. |
Interferencia de la inmunidad maternal
Otro factor a tener en cuenta en relación a la inmunidad maternal es la posibilidad de que interfiera con las vacunaciones de los lechones.
Administrar un antígeno en presencia de anticuerpos calostrales puede hacer que la vacunación fracase dado que los anticuerpos pasivos neutralizarán el antígeno y no habrá inmunidad adaptativa.
En el peor escenario, podemos creer que hemos protegido a los lechones cuando, en realidad, los hemos dejado vulnerables a la acción del patógeno. Esto debemos tenerlo en cuenta a la hora de diseñar los protocolos de vacunación de los lechones.
¿Cómo reforzar el sistema inmunitario del lechón?
Reforzar el sistema inmunitario puede ser una de las mejores estrategias de prevención.
Entenderemos como reforzar el sistema inmunitario como la acción de ponerlo en contacto con antígenos de forma controlada en el momento en que sea competente o evitar que esté distraído por distintos motivos.
Inmunidad intestinal
Cuando hablamos de inmunidad intestinal, debemos tener en cuenta un factor clave:
El aparato digestivo constituye una frontera entre el exterior y el interior del organismo. Por tanto, es una vía de entrada de antígenos de todo tipo. |
El sistema inmunitario asociado al aparato digestivo es una de las partes más importantes de la inmunidad y es estimulado continuamente. Además, a través del sistema digestivo no solo entran patógenos, sino también antígenos que, no siendo los propios patógenos, se parecen mucho. Son los denominados patrones moleculares asociados a patógenos (PAMPs, por sus siglas en inglés).
En realidad, son moléculas necesarias para el reconocimiento de patógenos y suelen ser azúcares o lipoproteínas en el caso de las bacterias y patrones de ácido nucleico en los virus.
El inconveniente es que ciertas moléculas no patógenas tienen una estructura muy similar a los PAMPs, como puede ser el caso de toda una gama de oligosacáridos como los glucomananos y galactomananos. Estas moléculas imitan a ciertos receptores de Escherichia coli, consiguiendo que el sistema inmunitario esté continuamente activado y ejerciendo una acción inflamatoria frente a lo que percibe que es un ataque continuo por E. coli. Esto supone una pérdida de energía y, además, mantiene distraído al sistema inmunitario. |
Cuando pensemos en el sistema inmunitario, no solo tendremos en cuenta qué antígenos suministramos, sino qué antígenos evitamos.
Muchos de estos elementos son conocidos comúnmente como factores antinutricionales y están presentes en numerosas materias primas que usamos en la fabricación de piensos.
Debemos diseñar estrategias nutricionales que minimicen la presencia de estos glúcidos o eliminarlos de forma activa.
El sistema inmunitario y las principales enfermedades entéricas en transición
La transición es un momento clave en la vida de los lechones:
Son destetados.
Cambian de instalaciones.
Se mezclan con animales de otras camadas.
Van perdiendo la inmunidad pasiva adquirida durante la lactación.
Se les cambia radicalmente la dieta, pasando de tomar leche a ingerir piensos con composición, mayoritariamente, vegetal.
Son muchos cambios juntos, lo que conlleva una activación del sistema inmunitario postdestete que hace que el intestino pierda integridad y sea vulnerable a la acción de los patógenos.
En este periodo de la vida, los lechones se pueden ver a afectados por patógenos víricos (diarrea vírica epidémica, rotavirus y TGE) y, sobre todo, bacterianos (E. coli asociada a diarrea postdestete y enfermedad de los edemas o, en ocasiones, casos precoces de ileítis proliferativa ocasionada por Lawsonia intracellularis, espiroquetosis intestinal o disentería porcina).
Algunas de las carencias del vademécum, como la falta de vacunas frente a rotavirus, se puede suplir importando vacuna de otros países o incluso utilizando especialidades de otras especies como vacuno.
Algunos de estos patógenos, como E. coli o L. intracellularis, disponen de una vacuna comercial en el mercado que podemos administrar a través de la madre o directamente a los lechones. Además, ya contamos con vacunas con vía de administración parenteral, intramuscular/intradérmica u ORAL, que es la vía natural de entrada de estos patógenos.
Programa vacunal
Una vez se empiecen a perder los anticuerpos maternales, tendremos que establecer un programa vacunal lo más completo posible, pero dada la cantidad de patógenos potencialmente activos, debemos basar las vacunaciones siempre en un diagnóstico certero de cuáles son los problemas que tenemos en la granja. Esto nos permitirá elegir las vacunas más necesarias en nuestro entorno.
Otra estrategia será el uso de vacunas poliantigénicas, pero esto no significa mezclar vacunas, sino usar vacunas que ya tengan diversos antígenos incluidos o vacunas que hayan sido diseñadas para poder usarse combinadas.
En ausencia de vacunas comerciales, se puede recurrir al uso de autovacunas elaboradas a partir de las cepas de los patógenos presentes en nuestra propia granja, siendo posible hacer autovacunas a partir de virus.
Antes de plantearnos cualquier estrategia basada en el sistema inmunitario, debemos tener cubiertos los factores más básicos y críticos: BIOSEGURIDAD, INSTALACIONES, MANEJOS Y FLUJOS DE ANIMALES ADECUADOS.
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Conclusiones
Para hacer frente a las patologías entéricas durante la transición, es necesario que los lechones tengan un sistema inmunitario, activo, maduro, fuerte y estimulado frente a los patógenos que acechen a nuestros animales.
Tener una buena inmunidad será crítico para que los animales se mantengan sanos y, para ello, es crítico que conozcamos las amenazas y podamos potenciar el sistema inmune mediante vacunaciones.
Además, podemos actuar sobre la alimentación, evitando patrones similares a patógenos que distraigan al sistema inmunitario y, desde luego, actuar mediante la microbiota, pero eso es tema para otro día.