El uso profiláctico de los antibióticos de forma masiva ya no es una opción viable en la producción porcina actual. La sociedad nos exige que los usemos racionalmente y de forma terapéutica por lo que tenemos que aprender a hacer las cosas de otra manera.
¿Por qué usábamos estos compuestos de forma masiva? Son baratos y muy eficaces previniendo enfermedades.
La prevención tendrá que basarse en otras estrategias alejadas de los antibióticos y de los metales pesados.
El óxido de zinc desaparece en muy poco tiempo del panorama productivo y la reducción del uso de antibióticos ya es una realidad tangible.
Se nos plantean distintas alternativas, pero no todas tienen la misma eficiencia ni han demostrado las mismas capacidades. Repasemos una de las alternativas con más futuro y que vamos a incorporar obligatoriamente a nuestros programas de prevención: la vacunación.
VACUNACIÓN
¿Un nuevo camino?
La vacunación es una de las estrategias más eficaces y con más futuro, pero aún es una vía que tiene que desarrollarse, dado que todavía presenta notables carencias.
A continuación presentaremos una visión general de la vacunación, centrándonos después en la prevención de enfermedades colibacilares, por ser de las más importantes en el marco del complejo entérico.
Uno de los componentes más eficaces de las vacunas – Un buen diagnóstico
Siempre que hablemos de vacunas, consideraremos que uno de los principales ingredientes que aseguran la eficacia de los biológicos es un diagnóstico correcto y completo.
En la actualidad, parece que queramos explicarlo todo mediante la búsqueda de un determinado patógeno con la PCR. El problema es que, en ocasiones, el patógeno está pero no es el que produce la enfermedad o está en concomitancia con otros.
Repasemos el vademécum de biológicos para enfermedades entéricas
Debemos reconocer que las vacunas destinadas a prevenir enfermedades entéricas porcinas no son muchas, aunque cada vez disponemos de más.
Basta con ver en la Tabla 1 las vacunas registradas para enfermedades entéricas, en comparación con algunas vacunas para enfermedades respiratorias o sistémicas.
Resulta evidente que el número de vacunas disponibles para enfermedades digestivas es bastante reducido en comparación con otras enfermedades.
Se puede observar cómo existen vacunas frente a prácticamente todos los patógenos que se consideran más importantes y que causan enfermedades respiratorias. Sin embargo, para aquellos que causan procesos digestivos, todavía no existen vacunas comerciales en algunos de ellos.
Este fenómeno se debe, sin duda, a la dificultad de producir una vacuna eficaz frente a un patógeno entérico administrado por vía parenteral (la vía clásica). No obstante, esto ha cambiado sustancialmente en dos maneras:
- Han aparecido vacunas que se administran por vía oral.
- Han mejorado notablemente las vacunas administradas por vía parenteral.
¿Cuándo y a quién vacunamos?
Un problema añadido de los programas vacunales es que son cada vez más complejos, lo cual dificulta la introducción de una vacuna nueva.
Nos falta encontrar el momento más adecuado para vacunar, ya que a menudo coincide para distintos patógenos.
En el futuro habrá que reconsiderar qué vacunas son imprescindibles y deberemos realizar un buen diagnóstico para identificar cuáles son los patógenos que requieren más nuestra atención.
Una forma de salvar este “obstáculo temporal” es utilizar la inmunidad maternal para proteger a los lechones, de forma que ellos mismos tengan tiempo para desarrollar su propia inmunidad adaptativa.
El reto de vacunar frente a E. coli
Uno de los principales implicados en el complejo entérico es E. coli, una bacteria omnipresente capaz de afectar a todo tipo de animales, al ser de los mejores adaptados y que mejor aprovecha las circunstancias para ejercer su acción patógena.
Existen numerosos patotipos de E. coli que, dependiendo de los factores de adhesión y las toxinas que tengan, pueden desencadenar distintos cuadros clínicos (Figura 1).
La estrategia clásica de control de E. coli pasaba por vacunar a las cerdas con el fin de conferir inmunidad maternal y posteriormente utilizar antibioprevención durante ciertos periodos de la vida del lechón.
Sin embargo, esta estrategia tiene que cambiar porque la inmunidad maternal requiere de un buen protocolo de encalostrado que actualmente no es lo más fácil de hacer y porque la antibioprevención tiene los días contados.
¡Por fin llegan vacunas para los lechones!
En los últimos años, han aparecido vacunas registradas para su uso directo en lechones que combinan distintas subunidades de E. coli y, en ocasiones, alguna toxina de Clostridium.
La diferencia estriba en que, en este caso, pretendemos estimular la inmunidad adaptativa directamente en el lechón, pero también se necesita tiempo suficiente para que éste sea capaz de desarrollar la respuesta inmune antes de que aparezca la enfermedad.
Tipos de vacunas frente a E. coli
Las vacunas de aplicación parenteral siempre se han tenido como una mala alternativa para enfermedades colibacilares, aunque esta limitación parece superada en la actualidad.
La administración de vacunas por vía oral parece la más lógica, teniendo en cuenta que E. coli, como la inmensa mayoría de patógenos entéricos, se transmite por vía oro-fecal, por lo que estamos aprovechando la ruta natural de infección para realizar la vacunación.
Recordemos que el objetivo fundamental de esta vacunación es generar células productoras de IgA, el isotipo de inmunoglobulina que es eficiente en la prevención de enfermedades entéricas.
Estos anticuerpos se colocarán en la superficie del epitelio intestinal y cuando las bacterias busquen su receptor, serán neutralizadas y eliminadas por vía rectal, sin poder ejercer su efecto patógeno. La aplicación oral de vacunas frente a enfermedades colibacilares es muy eficiente estimulando la producción de este tipo de células y por tanto de anticuerpos frente a la bacteria. |
¿Cómo de eficiente es la vacunación frente a E. coli?
Hasta donde hemos podido comprobar en el campo, las vacunas frente a E. coli son muy eficientes aplicadas directamente al lechón, habiéndose comprobado efectos positivos en distintos aspectos:
Disminución de la mortalidad, gracias al control de los brotes de diarrea y la consecuente reducción de las bajas derivadas de enfermedades entéricas.
Disminución en los costes de medicación, especialmente en relación al uso de antibióticos, lo cual es el objetivo prioritario del uso de las vacunas.
Mejoras en el rendimiento productivo:
Reducción en el coste de kilo de cerdo a matadero.
En animales en los que se sospechaba de una enfermedad subclínica se ha podido constatar que la vacunación frente a E. coli mejora la velocidad de crecimiento y la eficiencia alimentaria.
Reducción de la prevalencia de otros patógenos asociados al complejo entérico: la vacunación frente a E. coli podría ejercer un efecto de control colateral de otros patógenos que aprovechan la acción de esta bacteria para proliferar.
Todos estos efectos no se han constatado en los cerdos blancos, sino que cada vez tenemos más datos de los resultados positivos de la vacunación en cerdos ibéricos, por lo que esta herramienta es también una buena solución a los problemas en estos animales.
Debemos reinventarnos para mejorar la prevención del complejo entérico. En un futuro sin metales y con una reducción del uso de antibióticos, las vacunas se presentan como una de las alternativas más razonables. Para completar la ecuación nos falta un buen diagnóstico, administrar la vacuna en el momento adecuado y combinarla con otras medidas correctoras.
Nos queda mucho trabajo que hacer, pero con la certeza de que cada vez disponemos de mejores soluciones biológicas, ¡la victoria es nuestra!
EM-ES-22-0074
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