Enfrentarse a un proceso patológico en una granja porcina puede convertirse en tal labor detectivesca que, a veces, uno desearía contar con una bola de cristal para llegar a la raíz del problema.
Teniendo en cuenta que, como veterinarios de porcino, tratamos con poblaciones donde influyen innumerables factores, llegar a un diagnóstico certero, identificando el agente causal y, lo que es más importante, encontrar su origen para poder aplicar medidas correctivas, no es siempre una tarea sencilla.
Sin dejar de lado la intuición, la experiencia y el “ojo clínico” que nos permiten encaminar el diagnóstico, cada vez son más las herramientas que podemos incorporar a nuestro arsenal de detectives veterinarios.
El desarrollo de nuevas tecnologías y nuevos abordajes que integran los conocimientos de diversos campos de estudio nos están permitiendo explorar ideas y enfoques que hasta hace poco eran “ciencia ficción”. Ejemplo de ello es la biología computacional y las ciencias “ómicas” que han revolucionado nuestra forma de entender la salud y la enfermedad.
Los estudios de genómica, proteómica, transcriptómica, metabolómica, epigenómica, farmacogenómica, interactómica, microbiómica y metagenómica nos abren los ojos a un mundo intrigante y lleno de posibilidades.
Los conocimientos derivados de estas ciencias no se pueden quedar en simples curiosidades teóricas, sino que es fundamental integrarlos en la práctica con un enfoque holístico que considere al individuo en su conjunto.
Pasamos así a considerar a nuestros cerdos, no como simples animales individuales, sino como ecosistemas dinámicos y complejos, entornos simbióticos en los que todo está conectado y en los que cualquier factor puede inclinar la balanza hacia un estado saludable y productivo o un estado enfermo y poco rentable.
¡Se nos presenta así una oportunidad emocionante para influir en la salud porcina y humana de formas que nunca habíamos imaginado!
Las evidencias que nos muestran los cerdos, sus genes y su microbioma aún tienen un enorme potencial por desvelar, solo debemos saber dónde buscar. ¡Es hora de poner a prueba nuestra curiosidad científica y empezar a explorar el ecosistema porcino como nunca antes habíamos hecho! |