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¿Qué vestuarios encontramos realmente en las granjas porcinas?

Escrito por: Fernando Laguna Arán - Ingeniero Técnico Agrícola y Veterinario

Por la situación que nos está tocando vivir nos estamos dando cuenta de algo que los que trabajamos en explotaciones de animales hace tiempo que sabemos: lo importante que es para la salud minimizar los riesgos de infección todo lo posible.

Lo que nosotros llamamos Bioseguridad.

Ahora somos conscientes de la protección que nos puede aportar una simple mascarilla, pese a lo incómoda que nos pueda resultar al principio. Y esa idea de que pequeños gestos pueden ser muy efectivos, es lo que me gustaría trasladar en estas líneas.

Por eso, querría centrarme en la idea en la que mi admirado Vicens lleva años “luchando”: lo importante que es la higiene en los vestuarios de las granjas. 

Hay maravillosos artículos de compañeros que hablan de vestuarios ideales, con zona limpia y zona sucia perfectamente separadas por unas duchas en perfectas condiciones, con ropa en perfecto estado a disposición de las visitas y un ambiente ideal tanto con frío como con calor.

Por suerte esta idea ha calado muy profundo en algunas empresas, que exigen [registrados] esas medidas de bioseguridad a las explotaciones que integran.

Pero en otros muchos casos esto todavía no es lo habitual. Y el condicionante no suele ser que la granja sea nueva o vieja, pues hay vestuarios recién construidos en los que no apetece entrar pese a que fuera esté diluviando y en cambio hay explotaciones veteranas con vestuarios en los que te quedarías a vivir.

Lo que determina que esto se haga de manera correcta o no es el concepto de higiene que tenga el propietario.

Lo mismo ocurre con el tipo de producción, pues no todas las granjas de reproductoras tienen vestuarios aceptables, aunque sí suele ser más habitual que en cebaderos por las exigencias de la empresa. Aunque también al tener más trabajadores a veces es más difícil que todos respeten esas normas y se respete la higiene.

Lo cierto es que, aunque no se debe de prejuzgar, la experiencia de los que peinamos canas o ya casi ni nos tenemos que peinar, es que al ver el aspecto del vestuario ya puedes adivinar, con muchas posibilidades de acierto, el nivel de higiene y limpieza que te vas a encontrar dentro de la explotación.

Y no solamente hablo de la limpieza del suelo, telarañas o restos de comida y latas de refresco “la chispa de la vida” sobre la mesa, sino también del orden de los papeles, utensilios de trabajo y ropa.

Quizá no sean necesarios detalles como el de Andrés, que te ofrece ropa de varias tallas perfectamente plegada y con olor a flores.

Pero el otro extremo de un mono “con la cremallera rota y la entrepierna descosida, aún sudado y con resto de heces porque lo usó el cargador la noche pasada y como en 1 mes vaciamos la granja ya lo lavaremos”, pues no parece lo correcto (y creo que todos estáis pensando en alguna granja concreta ¿verdad?), pero ya no solo para la higiene del profesional que hace la visita, sino para la de la explotación, pues se están poniendo en recirculación gérmenes, que aunque sean de la propia granja, se pueden llevar a una zona donde quizá no se tenían.

En estos casos, quiero entender que ese granjero es muy limpio y lo que no quiere es manchar su coche con ropa sucia y llevarla a la lavadora de casa donde limpia las sábanas donde duerme, pero entonces veo lo que cuesta una lavadora nueva, exclusiva para la granja, y cambio de opinión.

Y otra cosa que me sorprende en alguna granja de reciente construcción es que el vestuario se construye entre las naves que alojan los animales, ya que esto supone que entras con la ropa de calle hasta donde están los animales, cuando lo lógico sería que el vestuario estuviera aislado y a la entrada del vallado.

A veces pienso que habría que invitar a alguno de los que diseñan granjas vacías a que las visitara cuando estén llenas para ver si cambiaría alguna cosa.

Además, si todo esto no convence a los menos cuidadosos, en el nuevo Real Decreto 306/2020 ya dice:

ARTÍCULO 5. Condiciones sobre bioseguridad, infraestructuras, equipamiento y manejo.

Por tanto, nos toca la labor de convencer a algunos granjeros de que tengan el vestuario en condiciones, para que las pocas visitas que tengamos (porque debemos de intentar que sean las menos posibles), no tengan excusa para “dejar allí sus gérmenes del exterior” y entrar a nuestra zona limpia sin traer ningún riesgo.

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