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Nuevas herramientas para seguir en la rueda

Escrito por: Lluís Puig

Normativas cada vez más exigentes han dejado muchos operadores en la cuneta, pero también han promovido la actualización de las redes productivas y su consecuente mejora en eficiencia.

Así parece que vivimos una oleada de reestructuración de la cabaña porcina, con una tendencia a concentrar las madres en granjas de mayor tamaño y a establecer los engordes necesarios separados de éstas. Sin embargo, las inversiones necesarias para estos cambios no son pequeñas, y en algunas zonas con alta densidad es difícil conseguir los permisos para construir nuevas granjas.

Es en este contexto de reciclaje que se mueve la mayoría, en contraposición a los proyectos de llaves en mano más comunes en otras filiales como la avícola. La cuestión es que el mercado sigue consumiendo carne de cerdo que hay que producir, pero la competencia es dura y el bolsillo del cliente escaso. Es ahora más que nunca cuando se debe apostar por la optimización y la eficiencia, tanto del trabajo como de las inversiones.

Aunque el nombre de la empresa no lo indique, Charles Moliné Fruits SL, Rogelio Charles lleva desde los 14 años manejando cerdos y cuenta en su haber dos epidemias de peste superadas.

Después de haber llevado un ciclo cerrado de unas 300 cerdas, planeaba sencillamente poner un engorde de 2.000 plazas. Pero la concatenación de circunstancias llevó a la familia a reorientar parte de su actividad en las viejas granjas experimentales de COPAGA.

La fruta no pasa por sus mejores momentos y Gemma Charles se volvió a Alcarràs, después de que Barcelona no ofreciera suficientes perspectivas de trabajo como dietista. Por lo que Rogelio empezó a dar fuelle a un proyecto de granja de madres que se había planteado ya antes.

Así, desde hace unos 15 meses Gemma se ha puesto al frente de este núcleo con 1400 plazas de madres y 5000 de destete, que ahora mismo acaba de doblar su censo hasta las 1200 cerdas presentes.

La distribución del pienso es fundamental, por eso hemos elegido el sistema DiscaFlex de Roxell

La magnitud del proyecto y de la inversión marca la necesidad de su construcción por fases de las distintas naves, pues sólo haciendo las cosas bien se consiguen buenos resultados.

De esta forma se han reconstruido las nuevas salas de parideras con ventilación forzada para optimizar el bienestar de la cerda lactante, también se ha adecuado espacio para las gestantes y pronto se habrán terminado los nuevos corrales de destete, estos últimos también con ambiente controlado.


Un caso parecido también en Alcarràs es el de Agropecuaria Sebcar SL, en el que Mónica Zueras hace 8 años dejó de ser administrativa para encargarse de gestionar el ciclo cerrado de su pareja, pues el campo quita mucho tiempo.

Esta granja aspiraba a convertirse en otro núcleo de madres, pero las restricciones administrativas lo han dejado hoy como un ciclo cerrado (400 plazas de madres y 1800 de engorde), con tres trabajadores y que envía fuera tres quintos de los lechones que produce.

Pero el tiempo pasa y hay que actualizarse si no queremos quedarnos atrás. Es común en estos proyectos de renovación, que el granjero apueste por distintos proveedores para la instalación de los distintos elementos a su gusto.

En el caso de gemma, en cuanto a la cuestión del almacenaje y la distribución del alimento, se han decidido por los servicios de New Farms, por la calidad de su producto y la facilidad de su servicio.

En cuanto a la distribución se ha optado por el sistema DiscaFlex de Roxell, pues este tubo de transporte por cadena es el que mejor acepta las curvas en la línea de distribución, a la vez que ofrece gran durabilidad por su sólida estructura de acero.

Mónica en cambio se decidió por el FlexAuger para la distribución del pienso. Este sistema de transporte por espiral permite transportar más alimento en menos tiempo que un sistema de cadena, además de aceptar la mezcla de distintos alimentos y evitar que este se adhiera, gracias a la baja fricción del tubo.

El diseño menos complejo de la granja, que obliga a menos curvas del tubo, permitió optar por este sistema y no verse obligado al sistema de cadena como en el otro caso.

La distribución del alimento es una cuestión importante, puesto que un mal funcionamiento puede aumentar el trabajo del operario de la granja drásticamente. Conviene pues apostar por la fiabilidad de una buena calidad, para evitar acabar pagando caro lo que parecía una ganga.

Los requerimientos de la integradora y las dimensiones de la granja imponen el manejo por bandas: semanales en el caso de Gemma, y cada 4 semanas en el caso de mónica.

Después de tres semanas bajo la cerda, el lechón se quedará unas siete u ocho semanas en el destete, para llegar a los 22 kg y asegurar así un buen arranque en la subsiguiente fase de engorde. Rogelio nos comenta la conveniencia de estos lechones de mayor peso, con los que ha trabajado en engorde.

Si contamos con la precariedad típica de la mayoría de las instalaciones de engorde, lo que suponga maximizar la calidad del lechón es siempre deseable.

En cualquier caso, el éxito del engorde se decide en su mayoría antes de la llegada de los animales a esta última fase, por lo que cerdos que llegan más pesados se espera se desenvuelvan mejor.

Las actualizaciones de las granjas también han considerado los requerimientos de la nueva normativa de bienestar que exige el alojamiento de las cerdas en gestación en grupos.

Este hecho, más allá de la reducción de la capacidad máxima de la granja (para alojar las cerdas en patios se requiere más superficie), también ha supuesto un incremento del trabajo necesario de manejo: primero por el cambio de localización de la cerda gestante confirmada y luego por la dificultad que supone controlar su alimentación cuando están en grupo.

La opción que se ha tomado en Charles Moliné Fruits SL es la del uso de comederos con dosificador individual y parcialmente separados por una estructura de cemento.

Con este sistema se espera que las cerdas coman cada una lo que le corresponde y se confía que las más lentas tengan tiempo suficiente de acabar con su ración antes de que lleguen las dominantes a echarlas.

Aunque existen sistemas más precisos, como los guiados por chip de identificación, su coste es mayor y su mayor complejidad hace que se esperen más incidencias.

Un aspecto con el que parecen haber tenido mucha experiencia en Agropecuaria Sebcar SL es el energético.

Aunque se trata de una granja vieja, siempre se ha buscado la forma de mejorar y reducir costes: las placas solares ayudan mucho en verano, pero menos en invierno con la niebla leridana; el gasoil es práctico, pero como que cada vez es más caro han acabado instalando una caldera que funciona con balas de paja, un recurso abundante en la zona. Han calculado un ahorro de unos 12.000 EUR en el último año contra el gasoil.

En cuanto a la forma de comercialización, ambas empresas están vinculadas a IngaFood por un contrato de integración. Este sistema promete una mayor estabilidad en los pagos, además de ofrecer una imagen de seguridad al banco cuando se hace necesario solicitar créditos para la granja.

Un contrato de integración con una granja de madres vincula mucho a ambas partes, dado que la rotura de la relación acarrearía pérdidas económicas importantes para las dos. Más allá de la mejor oferta económica, hay que considerar sobre todo la fluidez de la relación, puesto que ésta va a ser muy duradera.

Por lo que se refiere a los resultados, Gemma apunta que con el fuerte crecimiento y renovación del censo, el pasado año apenas superaron los 18.000 lechones destetados. Pero para este año 2015 se plantean el objetivo de llegar a los 30.000, siempre que un censo tan joven no atraiga demasiados problemas sanitarios, por una pirámide de edades que no se encuentra todavía en su ideal.

Es de aplaudir la apuesta por el crecimiento en tiempos tan difíciles, aunque sea para asegurar el autoempleo ya que Ramón, yerno de Rogelio, se encarga del mantenimiento y reparaciones.

Esperemos que Gemma cumpla la máxima de que el nuevo granjero es el que mejor hace las cosas, ya que aún no tiene los vicios del que lleva años en el sector.


Por el otro lado, un ciclo cerrado es difícil de equiparar en rendimiento a las fases separadas. Si bien se pierde eficiencia por la menor flexibilidad que ofrecen las instalaciones y las constricciones del manejo que obliga el no poder trabajar en bandas semanales, sí que se reducen costes productivos por la reducción de los transportes necesarios.

No olvidemos que dos quintos de los lechones producidos sólo harán un viaje en su vida: el del matadero. Mónica Zueras y Gemma Charles con 400 y 1400 plazas madre en Alcarrás escogieron el sistema de distribución de pienso Roxell por su seguridad y durabilidad.

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