La crisis del COVID-19, como era de esperar, ha tenido consecuencias terribles, pero también nos ha permitido aprender y aprovechar las oportunidades.
Hemos tenido tiempo y espacio para la reflexión, para cuestionar procesos y adaptar protocolos, en algunos casos por necesidad de la situación y en otros como fruto del aprendizaje.
Se han testado nuevas formas de trabajar y, en muchos casos, se han abandonado rutinas absurdas que se hacían por pura inercia o costumbre, pero sin un objetivo concreto.
Un ejemplo claro ha sido la posibilidad de adaptar los horarios de los trabajadores a sus necesidades personales. Esta flexibilidad ha favorecido la conciliación de trabajo y familia o trabajo y ocio. [registrados]
Otro valor que se ha puesto a prueba ha sido el de la autonomía.
Cuenta Daniel Pink en su libro “La sorprendente verdad sobre qué nos motiva” que trabajar es algo tan natural como jugar y descansar y que, bajo las condiciones adecuadas, el ser humano aceptará e incluso buscará este tipo de responsabilidad.
La mayoría de las personas se mueven empujadas más por la motivación intrínseca que por la extrínseca, es decir, les importa más la satisfacción que les puede reportar un determinado trabajo que las recompensas externas que recibirán por realizarlo. |
A largo plazo, las personas motivadas intrínsecamente tienen más éxito que las que solo buscan recompensas porque tienen un fuerte deseo interno de controlar sus vidas. Además, suelen tener una mayor autoestima y mejores relaciones interpersonales.
Para conseguir esta clase de motivación, según Pink, necesitamos alimentarnos de estos tres nutrientes:
Nos gusta poder dirigir nuestro comportamiento nosotros mismos. Autonomía no quiere decir independencia, sino poder elegir, dentro de un marco de interdependencia.
La sensación de ser autónomos produce un efecto muy positivo en nuestra actitud y rendimiento. Además, según ciertas investigaciones, hay una relación directa entre autonomía y bienestar general.
Contar con autonomía implica la existencia de confianza y comunicación.
Este tipo de motivación puede ser muy superior a la que ofrece un incremento del salario o un coche mejor, ya que cuando alcanzamos un nivel de vida que consideramos aceptable para nosotros, el dinero deja de ser un motivador para nuestro rendimiento. Además, los incentivos materiales tienen efecto, pero de corta duración.
En alguna explotación, la era post- covid nos ha llevado a trabajar por resultados. No hay horarios fijos, sino trabajo que debe estar hecho, buscando la excelencia.
Obviamente, hay que consensuar ciertas dinámicas ya que hay tareas que deben ser hechas en unos tiempos fijos, como el dar de comer o las inseminaciones, así como tareas donde se precisa más de una persona.
Deseamos ser cada vez mejores en lo que nos importa. Cuando hacemos lo que nos gusta y somos realmente buenos en ello, estamos usando nuestras facultades al máximo y adquirimos un mayor sentimiento de compromiso.
Cuanto más dominas una habilidad, más disfrutas haciéndola, hasta que la habilidad se convierte en rutina, aburrimiento y frustración. Por ello, las tareas más arduas de la granja deben dividirse y no caer en un solo individuo.
Hay momentos incluso que cierta dosis de trabajo mecánico y fácil, puede llegar a ser agradable. El secreto está en la dosis.
Mihaly Csikszentmihalyi, un reconocido profesor en psicología, asegura que el propósito proporciona la energía para vivir. ¡Y no son palabras menores!
Hasta ahora las empresas enunciaban sus objetivos con palabras muy típicas como eficiencia, ventajas, diferenciación, valor, etc. Es importante contextualizar el motivo por el que hacemos lo que hacemos, humanizando nuestro trabajo con palabras diferentes como verdad, amor, ayudar, mejorar, etc.
Puede parecer difícil en nuestro sector hablar de propósitos superiores, pero una vez más el COVID-19 nos ha dado la clave.
Personalmente añadiría un cuarto pilar necesario para se materialice la motivación, ya que para la sociedad actual la conciliación entre vida personal y profesional es una prioridad, un pilar fundamental.
La toma de conciencia de las personas sobre la importancia del trabajo personal profundo de uno mismo altera nuestro orden de prioridades, por lo que hoy en día es diferente del que tenían nuestros antecesores. Ya no solo queremos vivir bien, queremos sentirnos bien con nuestra vida y con nosotros mismos.
Fijaros que ya no hablo de conciliación familiar porque incluso el concepto de familia ahora es muchísimo más amplio y diverso. Incluso el de no familia. Ya no solo los “padres” precisamos de tiempo, las nuevas generaciones son muy celosos y protectores de su tiempo de ocio.
Todo aquello que facilite la conciliación de nuestras “vidas”, inyectará motivación y compromiso, generando un ambiente favorable para desarrollar otros aspectos, como el de equipo y pertenencia. |
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