Entrevistamos a María Verónica Jiménez Grez, instructora y auditora de Bienestar Animal, quien nos pone al tanto de los avances en la certificación de bienestar en Latinoamérica y nos cuenta qué indicadores tener en cuenta para cuantificar el bienestar de los cerdos en la cadena productiva.
Entrevistamos a María Verónica Jiménez Grez, instructora y auditora de Bienestar Animal, quien nos pone al tanto de los avances en la certificación de bienestar en Latinoamérica y nos cuenta qué indicadores tener en cuenta para cuantificar el bienestar de los cerdos en la cadena productiva.
Las empresas buscan mediante la certificación, garantizar el bienestar de sus animales en toda su cadena productiva.
«Ya no basta solo con producir y entregar productos de calidad, sino que además, se debe cumplir con estándares de bienestar exigidos por el país de origen como también, con las exigencias de los países a los que exportan sus productos».
También, un punto de gran importancia es el impacto positivo que genera en los consumidores consumir productos certificados en bienestar animal.
Las empresas adquieren la certificación mediante el cumplimiento de auditorías. Estas pueden ser externas, es decir, realizadas por personal ajeno a la empresa; o internas, con una persona capacitada de la misma empresa.
Estas últimas son realizadas por cada granja para evaluar sus planes de mejora, mientras que las auditorías externas son las que permitirán que se obtenga la certificación.
Como primer paso se realiza una entrevista al responsable de la empresa para obtener información general de la granja: cantidad de galpones, sistema de producción, censo de animales, entre otras.
Otro punto a evaluar son los parámetros ambientales como temperatura y ventilación para determinar si son las adecuadas para los animales.
También, se verifica el correcto funcionamiento de bebederos, se controlan los flujos de los mismos y su estado.
En maternidad se evalúa tanto la hembra como su camada, considerándolos como la unidad muestral.
En esta etapa se verifica la condición corporal de la cerda, el estado de pezuña, estado de pezones, la cantidad de lechones que tiene esa cerda, la presencia de lesiones en la hembra por apoyo.
Por otro lado, en recría y engorde las evaluaciones son grupales, se hacen pruebas de comportamiento donde se observa la respuesta del animal frente al humano de manera tal de comprobar el trato del personal para con los animales.
«El manejo puede considerarse un punto de quiebre debido a que pueden haber maltratos y puede no ser observado en el momento de realización de la auditoría».
En este punto es importante considerar la capacitación del personal en cuanto al trato de animales.
«Creo que los principales aspectos a mejorar en cuanto al bienestar está en determinadas prácticas de manejo y en la toma de registros».
Por ejemplo, se pueden mejorar en el registro de los tratamientos veterinarios, en procedimientos, y también en planes de enriquecimiento ambiental, es decir, el enriquecimiento debe tener un plan determinado con un objetivo claro y que se haga el seguimiento del mismo.
Cuando encontramos signos de caudofagia y mordedura de orejas o flancos evaluamos si las granjas cuentan con un plan de manejo para esta problemática
Esta etapa comienza a evaluarse desde la salida de los cerdos de los corrales.
Se observan:
Además, se realiza una entrevista al conductor del camión para determinar si está al tanto de las condiciones que requieren los animales durante el transporte.
En planta de faena se clasifican 3 áreas la evaluación, fuera de la planta, en corrales y en procesamiento.
Fuera de la planta se evalúa el estado general de los animales, se mide temperatura, se observa si hay jadeo y la proporción de los cerdos que lo hacen, se ve el comportamiento de los cerdos durante la espera en el camión.
La temperatura durante la espera es importante porque puede ser 7 grados mas que la temperatura ambiente.
En cuanto al insensibilizado, se evalúa el tipo de insensibilización. En este punto se observa la condición en que salen los animales del insensibilizado y el tiempo que tarda desde que se insensibilizan hasta que se realiza el degüelle.
«Para métodos de insensibilización con CO2 ese tiempo no debe superar los 20 segundos mientras que para la insensibilización eléctrica debe ser menor a 60 segundos».
«Tanto el consumidor como los mercados compradores serán los que traccionarán las mejoras en bienestar».
La certificación será a mediano plazo una exigencia para las empresas, pero también será una oportunidad de mejorar y aumentar la competitividad, obteniendo quizás hasta incentivos por bienestar animal.
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