El bienestar animal no es una simple preocupación por cumplir con la normativa legal, sino que es un compromiso por hacer todo lo posible por ofrecer las mejores condiciones a los cerdos. En este sentido, el factor humano tiene un papel fundamental.
El Bienestar Animal hace referencia a la manera en que los individuos se enfrentan a su ambiente y contempla la sanidad, las percepciones de los animales, su estado anímico y otros efectos positivos o negativos que influyen sobre los mecanismos físicos y psíquicos del animal (OIE, 2004).
Cualquier animal destinado a la producción, independientemente de la especie, depende de su cuidador. Así, las herramientas y oportunidades para cuidar de los animales conllevan [registrados] garantizar su bienestar y el ser humano es un elemento determinante que condiciona su entorno y relaciones sociales.
En este sentido, el comportamiento de los cerdos constituye un indicador de la calidad de su relación con el sistema de producción en el que viven, incluyendo sus congéneres y los cuidadores, por lo que su monitorización e identificación puede representar un punto de partidas para evaluar su nivel de bienestar (Duncan, 1990).
La interacción entre humanos y animales está condicionada por los 5 sentidos -tacto, olfato, gusto, oído y visión-, pudiendo ser estas interacciones positivas, negativas o neutras.
Ante las interacciones negativas, el cerdo tenderá a responder también de forma negativa, lo que se traduce en estrés, empeorando su nivel de bienestar y reduciendo su productividad.
Relación humano – animal
Factor determinante en el buen funcionamiento de las granjas
La relación entre el cuidador y el cerdo tiene consecuencias directas sobre su nivel de bienestar y sobre la producción.
Por ello, una buena predisposición del personal, las características de la personalidad del granjero, el grado de satisfacción laboral, la empatía hacia los animales y los rasgos psicológicos, como la actitud y la personalidad, son determinantes a la hora de lograr un ambiente que favorezca el Bienestar Animal.
Todas las relaciones positivas tendrán respuestas positivas, reduciendo el nivel de estrés y mejorando los parámetros productivos. |
Estrés – El gran enemigo de la productividad
Los animales poseen distintos niveles de tolerancia o adaptación a los factores estresantes de su entorno. Sin embargo, cuando se exceden estos niveles, el organismo animal reacciona tratando de volver a estar en equilibrio.
Cuando el sistema biológico no puede hacer frente a los factores estresantes, la actividad normal de comportamiento se suprime, por lo que el animal depende de las capacidades de integración a corto plazo entre los sistemas nervioso y endocrino (Zukili, 2013). Esta respuesta a corto plazo está determinada por la activación del sistema nervioso simpático y la liberación de catecolaminas desde la médula adrenal.
Sin embargo, cuando es necesaria una respuesta más prolongada, se activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal y se liberan glucocorticoides (Cunningham, 1999), cuyo aumento a nivel sérico se considera un indicador de estrés en mamíferos.
Una de las consecuencias del estrés crónico es la alteración o supresión de la respuesta inmunitaria y otros mecanismos fisiológicos que provocan alteraciones metabólicas que se traducen en un empeoramiento de los parámetros productivos y reproductivos.
Un ejemplo del impacto del estrés y los elevados niveles de cortisol en el bienestar animal es el estudio realizado en Pinsos Sant Antoni por los doctores Lluis Vila y Manel Canal. En esta empresa, que trabaja con genéticas hiperprolíficas, se observó que en una granja tenían más muertes súbitas que en otras. En colaboración con el Parc Científic i Tecnològic de Barcelona, decidieron determinar los niveles de cortisol en el pelo de las cerdas.
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Este estudio pone de manifiesto la utilidad de la determinación del cortisol en el pelo como herramienta para evaluar objetivamente el nivel de estrés crónico en las granjas porcinas, siendo una forma sencilla y poco invasiva de obtener muestras representativas, evitando así el estrés asociado a la obtención de muestras de sangre o saliva.
La importancia de interaccionar con los cerdos
A parte de disponer de unas buenas instalaciones y una buena genética, adecuadas a nuestros objetivos y al personal de la granja, la clave para lograr unos buenos resultados productivos es el factor humano en el trato con las cerdas y un buen equipo en la granja.
Nuestro objetivo como ganaderos es conseguir que la vida de los animales transcurra en óptimas condiciones. Se requiere mucho esfuerzo, sí, pero una vez conseguido, el manejo es mucho más sencillo.
Una cosa es “ver” y otra “mirar”, tenemos que saber interpretar los movimientos y comportamientos de los animales. Además, debemos tratarlos con cariño, sabiendo transmitir esa actitud al resto del equipo.
¡La relación con los animales se trabaja a diario! Hay que buscar la mejor relación granjero-animal, porque sin esa entrega los resultados no pueden ser los mismos.
Trabajo en equipo – Pilar fundamental del éxito de una granja
El equipo humano de una granja es imprescindible. La formación del personal dependerá de su motivación, sus habilidades técnicas y la comunicación con el resto de compañeros.
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La elección del personal con una buena predisposición, capacidad para trabajar en equipo, compromiso, respeto hacia los animales y los compañeros, así como la paciencia para trabajar sin prisas y de forma eficiente, teniendo en cuenta la bioseguridad, el orden y la limpieza, serán factores determinantes a la hora de lograr una buena producción. |
Es importante establecer unas rutinas diarias para el personal y para los animales.
Por ejemplo, en cubrición y gestación, en caso de no disponer de máquinas, es fundamental ser muy puntuales a la hora de dar la comida, evitando realizar cambios bruscos en los horarios y haciendo siempre una adaptación progresiva.
En definitiva, nuestro objetivo debe ser reducir el estrés de los animales en cada una de las fases y durante los movimientos, facilitando así su manejo y contribuyendo a mejorar la producción.
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