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En la producción porcina, la selección genética a favor de caracteres de importancia económica, como el número de lechones nacidos, ha dado lugar a una serie de desafíos sanitarios y de bienestar, aumentando las tasas de mortalidad consideradas normales, como también, cambios significativos en los manejos de rutina, especialmente durante la lactación.
Uno de los principales retos es la relación entre el tamaño de la camada y la mortalidad de los lechones.
Como demuestra el benchmarking de Agriness (2022), en Brasil, en el año 2021, una granja alcanzó el récord de 41,15 destetes/hembra/año.
Aunque se ha tenido éxito en la reducción del impacto negativo de las grandes camadas a través de estrategias genéticas, nutricionales y de manejo, sigue siendo un variable que plantea un importante desafío para la producción porcina mundial.
La relación entre mortalidad y las camadas numerosas está asociada a varios factores, incluyendo:
Este escenario se ve agravado por la amplia heterogeneidad de peso dentro de las camadas. En las grandes camadas se produce un aumento del 30 al 40% de la aumento del número de animales con retraso de crecimiento intrauterino (RCIU).
Además de los efectos negativos sobre los lechones, la hiperprolificidad puede afectar a la salud de las cerdas, reduciendo su longevidad debido al desafío metabólico al que están expuestas, aumentando su susceptibilidad al estrés térmico y presentando una mayor pérdida de condición corporal.