En los últimos años, se han realizado múltiples mejoras en las granjas porcinas, permitiendo un incremento de la productividad. La mejora genética y productiva ha derivado en un mayor número de lechones por cerda, pasando de camadas de 10 lechones nacidos vivos a 16.
A pesar de esta mejora en la cantidad de lechones, este incremento ha provocado una disminución del peso medio y una mayor variabilidad de peso de éstos en la misma camada, con los problemas que esto provoca. Esto podría ser en parte debido a una deficiencia de nutrientes durante la gestación.
Por otro lado, la cantidad de mamas disponibles, inferior a la cantidad de lechones nacidos vivos, también supone un problema. Esto provoca una competitividad entre los lechones para obtener la leche. Los que tienen menor peso, tienen menos reservas de nutrientes y más problemas para tomar el calostro. Esto, junto al estado inmunitario más inmaduro de los lechones de bajo peso, incrementando el riesgo de enfermedades, aumenta en conjunto la tasa de mortalidad.
Este estudio ha evaluado la relación entre el peso del lechón al nacer y el rendimiento productivo y económico. Para ello, se ha tenido una muestra de 353 lechones, cuyo peso se encontraba entre los 0,50 y 1,22 kg.
Estos lechones se dividieron en 5 categorías según su peso y se registró el peso en diferentes etapas (al nacer, al final de la lactación, en transición y en cebo). Tras esto, se calculó la ganancia media diaria y la tasa de mortalidad en cada fase. Se observó que el peso al nacer afectaba al peso final y a la ganancia media diaria en todas las etapas, además de afectar a la mortalidad.
Los datos reflejaron que pesos al nacer inferiores a 0,89 kg no eran tan rentables económicamente y que los 0,815 kg eran el punto de corte para la superviencia. Estos resultados podrían ayudar a diseñar medidas para actuar con lechones nacidos con bajo peso.
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