Cuando hablamos de bioseguridad, solemos centrarnos en el control de agentes externos de tamaño microscópico, que nos parecen los más peligrosos, pero debemos recordar que necesitan algún medio para introducirse en la granja.
Algunos agentes patógenos son capaces de propagarse a través del viento. Podemos mitigar este riesgo con las distancias a carreteras y a otras granjas a la hora de construir y con filtros en las entradas de aire, que se colocan cada vez en más granjas.
Podríamos pensar que, si controlamos la posible entrada de patógenos al minimizar la entrada de material externo o limitar las visitas a lo estrictamente necesario y en condiciones adecuadas (higiene al llegar, ropa de granja, etc.), el riesgo de entrada de esos seres microscópicos sería casi nulo.
Pero no es así. Tenemos unos reservorios macroscópicos de los que a veces nos olvidamos. Nos estamos refiriendo a todas esas plagas, peligrosas para la Sanidad y, en muchos casos, también para nuestras instalaciones.
A pesar de que, por su tamaño parece que serían más fáciles de controlar, en ocasiones aceptamos su presencia como algo normal cuando no lo es.
No debemos descuidar el control de insectos y roedores, y debemos evitar la entrada de aves y grandes mamíferos salvajes. Pero también debemos garantizar que los animales domésticos no sean un riesgo por sus visitas a otras granjas desde donde es probable que nos traigan algún problema.
INSECTOS & ROEDORES
El control de plagas -insectos y roedores- comienza por algo importantísimo, la limpieza de la granja, que debe de hacerse lo antes posible tras el vaciado de las instalaciones.
La limpieza implica
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