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Desinfectantes: rotar o no rotar, esa es la cuestión

Escrito por: Rafael Arlegui -

Jefe de producto ganadería. KERSIA

Para responder a la pregunta de si la rotación es necesaria o no, como dijo aquel, depende. Depende de muchos factores.

A la hora de elegir el desinfectante, más que en la propia tendencia a crear resistencias por parte de los microorganismos, tenemos que pensar en el tipo de microorganismo que queremos eliminar cada vez y las condiciones en que lo vamos a hacer, tipo de material a desinfectar, características de los diferentes desinfectantes en cuanto a su espectro de acción, temperatura de aplicación, agresividad para los materiales y operarios, el medio ambiente, etc.

Normalmente solemos equiparar mentalmente los desinfectantes a otros biocidas como los insecticidas o incluso a fármacos como pueden ser los antibióticos, en los que están descritos numerosos casos de desarrollo de resistencias, incluyendo la transmisión de genes de resistencia entre microorganismos diferentes mediante el uso de plásmidos, transposones, etc.

En el caso de los desinfectantes la transmisión es menos frecuente, aunque también puede darse el caso y, de hecho, se da en ocasiones. Lo más habitual es encontrar microorganismos que, de forma natural, ya son resistentes a uno u otro tipo de desinfectante (las bacterias gram negativas suelen ser más resistentes que las gram positivas, por ejemplo).

Un caso especial de resistencia adquirida es la agrupación de estos microorgasnismos formando biofilms.

Al formar el biofilm, por un lado, se protegen de la acción de los biocidas y, por otro, facilitan la transmisión de los genes de resistencia entre ellos dada su proximidad e interacciones microbianas dentro de la matriz.

Para evitar la aparición de estas resistencias y que se perpetúen, lo que haremos es llevar a cabo unos adecuados protocolos de limpieza previa a la desinfección para eliminar en lo posible ese biofilm. Esto se hará empleando detergente alcalino en espuma para, mediante un ataque químico, retirar los restos de materia orgánica invisibles que quedan adheridos a las superficies.

Los productos han de ser formulados y dosificados con la cantidad mínima eficaz de Biocida

Además, hay que tener claro contra qué tipo de microorganismo nos enfrentamos cada vez y en qué condiciones lo hacemos. Es decir, si queremos eliminar bacterias, virus encapsulados o no, si hay presencia de esporas, si el agua es dura o blanda, la temperatura de la misma, el tipo de material sobre el que se va a trabajar, etc.

Igualmente, no consiste en aumentar sin más la cantidad y dosificación del principio activo, pues con ello solo conseguimos hacer el producto más agresivo para los materiales, más peligroso para nosotros mismos e incluso para el medio ambiente en caso de vertido accidental.

Los productos han de estar formulados y dosificados con la cantidad mínima eficaz de biocida, pues en ambos casos el exceso acarrea más perjuicios que beneficios.

En cuanto a los desinfectantes a utilizar, lo más frecuente es emplear como rutina combinaciones de glutaraldehído con amonio cuaternario. Estas combinaciones ofrecen un elevado espectro de acción y son relativamente poco agresivos con los materiales.

El glutaraldehído es más efectivo incluso que el formaldehído para la desinfección de superficies y utensilios; el formaldehído además está ya clasificado como carcinogénico de tipo 1 para humanos.

Aparte de estos, se pueden emplear oxidantes como el ácido peracético, que además presenta actividad frente a determinadas formas de resistencia bacterianas, aunque ha de manejarse con cuidado pues suele ser agresivo con los materiales.

Otro grupo son los desinfectantes fenólicos que son eficaces pero pierden eficacia a bajas temperaturas.

Principios activos

Llegados a este punto, se plantea la cuestión de si todos los desinfectantes son similares a igualdad de principios activos.

La respuesta es no; la formulación es muy importante. Los excipientes, aditivos y adyuvantes juegan un papel fundamental. No todo se basa en la cantidad de materia activa biocida presente.

Aunque aparentemente estén formulados sobre la misma fórmula base (glutaraldehído + amonio cuaternario, por ejemplo), no todos tienen la misma eficacia ni se comportan igual en diferentes condiciones de presencia de aguas duras, bajas temperaturas, restos de materia orgánica por limpiezas deficientes, etc.

Así mismo, el excipientar determinados principios activos como el ácido peracético por ejemplo, nos permite reducir su cantidad a emplear. Esto hace que consigamos la misma o mayor eficacia con menor cantidad de materia activa, lo que redunda en una menor agresividad con los materiales.

No por tener mayor cantidad de materia activa bruta tienen porqué ser más eficaces, como a priori tenemos tendencia a pensar, sino que los adyuvantes, aditivos y excipientes tienen una importancia básica.

Lógicamente, la siguiente cuestión que se plantea es cómo comparar unos desinfectantes con otros en relación a su eficacia. Para ello existen lo que se llaman los test de eficacia que están estandarizados y los realizan laboratorios acreditados según normas une internacionalmente reconocidas.

Dichos test comprueban la eficacia de los distintos desinfectantes a concentraciones y tiempo de contacto determinados, así como en diferentes condiciones de suciedad interferente, a bajas temperaturas, con aguas duras, etc.

Con estas pruebas se determina la eficacia contra diversas bacterias, la actividad contra virus, hongos, esporas bacterianas, etc. De esta forma nos permiten seleccionar el tipo de desinfectante a emplear en función del microorganismo a eliminar y las condiciones en las que se trabaja.

Estos test ofrecen resultados fiables y homologados sobre la eficacia real de los desinfectantes.

En no pocas ocasiones, nos deparan sorpresas al comprobar que desinfectantes aparentemente iguales arrojan resultados muy diferentes en cuanto a las concentraciones a las que son efectivos.

Incluso ofrecen mejor rendimiento desinfectantes con menor cantidad de materia activa, siendo además menos peligrosos en su manejo. Estas diferencias de eficacia, entre productos aparentemente similares, se deben a que hay diferencias significativas entre ellos en cuanto a sus excipientes.

No es lo mismo que los productos incorporen quelantes o que no lo hagan, no son iguales unos tensioactivos que otros, etc.

Entre los propios principios activos también hay diferencias sustanciales, pues no actúan igual, ni resisten de la misma manera las condiciones adversas, los amonios cuaternarios de primera generación que los de quinta, por citar algún ejemplo.

Se da la circunstancia que, a día de hoy, estas pruebas de eficacia no son obligatorias para registrar desinfectantes de uso ganadero en el Ministerio de Agricultura, cosa que sí exige el Ministerio de Sanidad con los desinfectantes de uso en la industria alimentaria.

El test de eficacia nos permite comparar unos desinfectantes con otros

Por esta razón, en muchas ocasiones se recurre a la bibliografía para justificar la eficacia de los productos registrados, aunque esto no siempre es muy exacto ni del todo fiable, como se ha comentado.

Pasos a seguir

Por último y para resumir, para asegurarnos de que estamos realizando una correcta desinfección, hemos de seguir una serie de pasos. Lo primero es llevar a cabo una buena limpieza con detergentes adecuados. No hace falta insistir en que, para que haya desinfección, primero tiene que haber limpieza.

Lo siguiente es seleccionar el desinfectante en función del agente que queremos destruir basándonos en el historial de la granja y la eficacia comprobada según las normas une de los diferentes desinfectantes (bacterias de todo tipo, virus, gérmenes esporulados o no, etc.) y las condiciones en que se vaya a emplear, ya sea en espuma, termonebulizado, por pulverización, en aguas duras, a bajas temperaturas, etc.

Una vez seleccionado el desinfectante, lo aplicaremos siguiendo las instrucciones, dosificaciones y tiempos de contacto recomendados por el fabricante, ni más ni menos.

Ni que decir tiene que también seguiremos las recomendaciones que aparezcan en la hoja de seguridad para hacer la aplicación de forma segura, tanto para nosotros como para los materiales y el medio ambiente.

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