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Por Abelardo J. López Ramos Veterinario. Especialista en Porcinocultura- Presidente de Agavepor
Sin duda, dentro de los factores principales para el manejo de los costes, se sitúa el pienso, que dependiendo del momento de producción, puede llegar a significar más del 80 % del coste bruto. Por lo tanto, la optimización de la alimentación de los animales es un tema primordial para obtener el máximo rendimiento productivo, y esto solo se consigue cuando la salud intestinal de los animales se encuentra en perfecto estado.
Esta salud intestinal, se define como la capacidad para mantener en equilibrio el ecosistema del tracto digestivo, siendo sus componentes naturales la dieta, la mucosa intestinal y la propia microbiota comensal, que se encuentra colonizando el intestino, con relaciones e interacciones entre bacterias patógenas y saprófitas, muchas veces en equilibrios precarios o muy sensibles a cualquier cambio de los componentes citados.
A todo ello hay que añadir los factores desestabilizantes, que pueden agravar o predisponer a que se haga efectivo ese equilibrio, siendo uno de los principales el efecto del estrés.
El destete es un factor estresante directo ya que se producen cambios bruscos: diferencias de temperatura, lucha por la jerarquía, paso de leche materna a concentrada, etc.
Es evidente que el momento del destete, de por sí, es un factor estresante directo, ya que en este momento se realizan una serie de cambios bruscos, pasando de un entorno cálido y de protección, a otro entorno más frío y de alta competitividad (diferencias de temperatura de los nidos, a las salas de destete, competencia directa por el alimento y lucha por la jerarquía de grupo), con cambios directos en la ingesta (leche materna, a alimentación concentrada, a pesar de que se cuente con productos de alta tecnología, que intenten minimizar el cambio), y desarrollo fisiológico de las mucosas intestinales.
Tabla 1. Condiciones de climatización óptimas para destete
Por todo ello, es normal que en la mayor parte de los destetes nos encontremos con episodios más o menos intensos de procesos de blandeo en las heces, que pueden variar desde ligeros blandeos, sin apenas observar problemas patológicos ni bajas, hasta diarreas profusas, con pérdida de peso corporal y aumento de bajas en las primeras semanas.
Lógicamente, podemos encontrarnos con problemas muy intensos cuando en la explotación se encuentran presentes bacterias patógenas, como el E. Coli enterotoxigénico (ETEC), que son capaces de colonizar el intestino delgado debido a la presencia de factores de adhesión, para proliferar y causar daño tisular, tras la liberación de exotoxinas, las colitis mucohemorrágicas producidas por Brachyspira hyodisenteriae, las enteropatías proliferativas agudas, causadas por Lawsonia, o las espiroquetosis intestinal, debido a la B.pilosicoli, enfermedades todas ellas que necesitan de un tratamiento y prevención muy específicos cuando están presentes en la explotación.
Sin embargo, existe la tendencia de medicar el pienso de arranque cuando observamos problemas de blandeos inespecíficos, achacando el problema directamente al efecto de un germen patógeno, esperando que el antibiótico resuelva el problema.
Nos encontramos con explotaciones que sistemáticamente se ven afectadas por este tipo de problemas, habiendo una clara praxis a cambiar y/o acumular antibióticos entre los piensos de prestarter y estarter, con el fin de paliar este tipo de procesos.
Cuando se hacen analíticas de contenido intestinal, o de lechones muertos por estas causas, suelen aparecer colis, que muchas veces no se identifican como enterotoxigénicos, las cuales suelen tener varias resistencias a los antibióticos habituales, y tienen respuestas cambiantes a lo largo de un período, reduciéndose los blandeos en ocasiones, pero surgiendo poco tiempo después.
Estamos convencidos de que en estas explotaciones existen problemas de disfunción intestinal, donde se ha roto el frágil equilibrio entre flora saprófita y patógena, apareciendo a la larga problemas de crecimiento y aumento de la ingesta -es normal que el granjero te indique que los animales “no crecen”-.
En estas granjas, hemos monitorizado las salas de destete para observar cuáles eran las temperaturas de inicio en las crianzas y cuál era el comportamiento de la misma a lo largo de las primeras semanas de vida.
En teoría las salas de destete tienen unas buenas instalaciones:
En un principio, todas las salas de lechoneras monitorizadas nos indican resultados muy alejados de los estándares de alojamiento en relación a las temperaturas, pero sobre todo llama la atención la enorme variabilidad que encontramos entre las temperaturas entre el día y la noche, especialmente en aquellas explotaciones que se encuentran en zonas de climas extremos -montañas, o zonas muy calurosas en verano y muy frías en invierno-.
Es evidente que no se hace mucho caso a dicha temperatura, especialmente cuando ésta se encuentra por debajo de los valores mínimos necesarios por necesidades de confort, ya que se entiende que al percibir un ambiente agradable a la entrada (de forma subjetiva), se traslada esta sensación a los animales y no se percibe como un problema dentro de la nave.
Como se puede apreciar en la Figura 2, en esta explotación existe un grave problema de temperatura a la entrada de los animales, así como en la segunda semana de estancia, con valores muy por debajo del umbral mínimo de confort.
En esta explotación son muy comunes los problemas de blandeos, que muchas veces no responden al tratamiento antibiótico aplicado -a veces en agua, pienso y parenteral, de forma simultánea-.
Otro problema que observamos, y que es muy común en todas aquellas explotaciones que se monitorizaron, es la total dependencia de la temperatura interna con la temperatura externa, al no tener las paredes de las naves un sistema de aislamiento correcto
Figura 2. Efecto del aumento de temperatura
En la Figura 2 se puede observar el efecto del aumento de tª de una semana para otra, y como se eleva la tª interior tras unos días de transición con temperaturas moderadas en el exterior.
La primera reacción del responsable, es intentar elevar las tª interiores mediante la aplicación de un sistema de calor externo, independiente del regulador del sistema de ventilación actual, consiguiendo efectivamente un aumento de las temperaturas mínimas, pero a base de un gasto elevado de gasoil y de picos de tª entre los momentos de funcionamiento del sistema y las fases de reposo (efecto del termostato del aparato).
Como además la prueba se efectuó en meses de verano, al sumar el calor producido por el calefactor con el efecto de aumento de temperatura natural, obtenemos nuevamente picos con diferencias de más de 6 º C de los valores entre el día y la noche, que se acompañan de procesos neumónicos, Figura 3.
Figura 3. Efecto del aumento de temperatura
Como se observa que el sistema no permite una buena regulación, se hacen pruebas limitando la salida de aire a través del ventilador mediante la aplicación de tiros provisionales, que reducen esta salida y limitan el efecto chimenea del equipo, asegurándose de que la entrada de aire es lo suficiente como para no limitar el consumo de oxígeno por parte de los lechones.
Con paredes mal aisladas, la temperatura exterior influye claramente en el mantenimiento del ambiente interno
De esta manera se constata que existe un efecto de mejora claro en las temperaturas conseguidas, teniendo en cuenta que la temperatura exterior ayuda a mantener el ambiente interno, como se puede observar en la Figura 4. No obstante, continuamos teniendo problemas para mantener una temperatura estable, condicionada por la tª exterior.
Figura 4. Prueba ventilación
En otras explotaciones nos podemos encontrar que en los meses de invierno, las tª interiores alcanzadas son muy bajas con aumentos a lo largo de los días, posiblemente por efecto del crecimiento de los lechones, pero en todo caso muy por debajo de las tª de confort. En estas explotaciones es donde más quejas hay de que los animales comen, pero no crecen Figura 5.
Figura 5. Temperaturas alcanzadas en los meses de invierno
De la misma manera, podemos constatar el efecto del verano y la insuficiencia de los sistemas aplicados para combatir la subida de tª interior. En la Figura 6 podemos observar cómo existen temperaturas por encima de los 33º C y al mismo tiempo una caída de más de 11 º C hasta los 22 ºC en una misma jornada, efecto de la caída de tª exterior, para volver a subir al día siguiente a tª similares. También se observa perfectamente la caída de las tª interiores, cuando desciende la tª exterior.
Figura 6. Variación de la temperatura
En todas estas explotaciones, los resultados de las medicaciones tanto en pienso como en agua nos dan unos resultados muy aleatorios, con momentos de desaparición de síntomas y momentos de problema intensos de blandeos.
Es evidente que el efecto estrés de la tª en los animales alojados en estas salas es muy elevado y que es muy difícil mantener una salud intestinal en buenas condiciones cuando los animales han de hacer frente a estas situaciones, muchas veces límite.
En explotaciones donde las Tas interiores están muy por debajo de la Tª de confort los animales comen, pero no crecen
No en todas las explotaciones se han podido poner soluciones a los problemas, ya que pocas optaron por mejorar las condiciones de aislamiento, pero en general, se consiguieron mejores resultados en aquellas que fueron capaces de controlar el flujo de aire lo mejor posible, ofrecer una mejor temperatura, sobre todo a la entrada del destete y la primera semana de alojamiento (normalmente calentando el aire de los pasillos y no la sala de forma directa, ya que existen menos variaciones térmicas) y en reducir la cantidad de antibióticos, sustituyendo muchos de ellos por mezclas sinérgicas contrastadas de aditivos y mejorando las condiciones de entrada de los lechones, sobre todo al mejorar la habitabilidad de los nidos en la lactación.
Se consiguió mejorar los resultados en las explotaciones que:
Estos estudios nos confirman que la manera más barata y eficaz para controlar problemas de este tipo en los destetes, comienza por un buen aislamiento de las naves donde se alojan los lechones para conseguir unas tª mínimas de confort, con unas variaciones de no más de 2ºC, y que es muy difícil hacer frente con éxito a muchos de estos problemas solo con la presencia de antibióticos en el alimento