La globalización y la competitividad en la producción porcina actual nos obliga a tener granjas más productivas. Hoy, ser un productor eficiente inicia con destetar un lechón al menor costo posible.
La longevidad de las cerdas se asocia favorablemente con un aumento tanto en las ganancias como en el bienestar animal, tema que cada día toma mayor importancia en la producción porcina mundial.
Por definición, una cerda más longeva permanece por más tiempo y produce más kilogramos totales en nuestro plantel.
En consecuencia, la distribución de partos de una piara afectará tanto el rendimiento económico como el biológico de una piara.
La distribución de paridad óptima es un tema complejo ya que está relacionado con factores biológicos, económicos, y en ocasiones ligados al manejo e instalaciones propias de la granja.
La longevidad de una cerda puede considerarse como:
- La probabilidad de que una hembra primeriza logre un parto de máxima productividad, o
- El número de partos (≥3) que una cerda permanezca en la granja
Es claro que la eliminación prematura del reemplazo tiene un impacto negativo en la rentabilidad y el bienestar de las cerdas.
Por lo tanto, aumentar su longevidad permite que el costo de desarrollo de una hembra de reemplazo se distribuya entre más partos. Actualmente, no hay un consenso sobre cómo definir y estimar los valores genéticos para la longevidad, por lo que se utiliza una combinación de:
- La información genómica, donde se pueden obtener estimaciones bastante precisas de los valores genéticos de longevidad, y
- Entre otros, la información de la edad al primer parto, el número acumulado de lechones nacidos vivos durante varios partos, la probabilidad de que una primeriza ingrese a una granja, sobreviva hasta la primera inseminación, y durante varios partos, y la conformación de patas.
Con estos indicadores, y utilizando metodologías de selección genómica se puede realizar una selección de precisión de longevidad en las primeras etapas de la vida.