Bioseguridad

Extremar la bioseguridad en el transporte de lechones

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Cuando se habla de bioseguridad no solo es importante el protocolo a seguir, sino hacer entender a todos los agentes implicados en el proceso la importancia de aplicar todos los pasos sin excepción. En este sentido, una empresa que destaca por haber interiorizado esta premisa es Agroturia (Grupo Vall Companys), dedicada a la producción e integración porcina, avícola y al sector vacuno.

En porcino, el transporte de lechones desde las granjas hasta el cebo se realiza concienzudamente para impedir la propagación de patógenos. Igualmente, también se siguen similares directrices para el transporte de cerdos al matadero.

De todo ello se encarga la empresa Moya Valcuse S. L., que ha sido la responsable de diseñar el protocolo de bioseguridad, formar a sus trabajadores y mantener su flota de camiones siempre a punto para el siguiente viaje.

En la granja, los animales se cargan con la densidad que toca -en función de los kilos que tengan los animales-. Van sobre un piso de serrín para que estén más cómodos y porque además es aislante, y cuando llegan a su destino, se pesan. Deben tener la guía de movimiento perfectamente en regla. Una vez realizada esta operación, los camiones regresan al centro de lavado, donde se limpian y desinfectan para empezar de nuevo el proceso.

LA ZONA SUCIA

El camión llega en primer lugar a la zona sucia del centro de lavado, que se encuentra en el municipio valenciano de Massamagrell. Allí, entran a las instalaciones pasando por un arco de desinfección que se acciona mediante un sensor.

Andersen Fitozen

Gracias a este sistema se desinfectan los bajos del vehículo, que quedan mojados totalmente; una operación que se repetirá cuando el camión esté limpio y salga del centro de lavado por el mismo lugar.

Se ha avanzado en el tiempo necesario de limpieza mejorando la presión del agua de las mangueras

Una vez aparcado el vehículo, el conductor se baja y procede a limpiar toda la suciedad sirviéndose de una manguera con agua a presión, incluyendo los restos de serrín y haciendo especial hincapié en el ascensor, que la zona de mayor contacto de los animales. Los residuos caen al suelo, que está en pendiente, y se van por una rejilla.

Todos los camiones son de Moya Valcuse y trabajan en exclusividad para Agroturia

Pero como el serrín no se puede tirar por el mismo desagüe que el agua, existe un sistema que lo conduce al separador de sólidos –hay que tener en cuenta que en el peso del camión puede haber esparcidos dos sacos de serrín: unos 30 kilos-.

El chófer es el responsable de limpiar meticulosamente con la manguera tanto el exterior del camión como el interior –los tres pisos de la jaula que hay normalmente-, así como limpiarse las botas. Este proceso en la zona sucia les puede ocupar alrededor de una hora y media, y al final debe haber dejado el vehículo libre de residuos, sólo para que en la siguiente fase del proceso se perfile.

Así por un lado se elimina el agua, mientras que el resto cae sobre una bañera, gracias al impulso de una bomba. Lo que queda en el contenedor de residuos se puede aprovechar para algún tipo de actividad agrícola.

Se ha avanzado mucho en cuanto al tiempo necesario para la limpieza, por ejemplo mejorando la presión del agua que sale de las mangueras.

En la zona sucia hay espacio para cuatro camiones-jaulas, que se podrían lavar a la vez. Anteriormente solo podían coincidir dos, lo que ralentizaba el proceso.

Todos ellos son propiedad de Moya Valcuse y trabajan en exclusividad para Agroturia; de este modo se evita que en el centro de lavado haya una contaminación con algún virus que no sea endémico de las granjas de la integradora.

Una parte de las instalaciones está techada, porque antes era un requisito obligado. En este sentido, puesto que reciben inspecciones al menos una vez al año, cuando los visita el veterinario oficial de la zona.

Aparte de esto, existe una persona –habitualmente el propio gerente, Miguel A. Moya- que controla esta fase y vigila para que no haya imprevistos -por ejemplo que no falle la bomba-.

Los camiones salen hacia las 5.00 o 6.00 de la mañana hacia la granja, y suelen llegar a las explotaciones a las 7.00. Al centro de lavado llegan desde primera hora de la tarde.

LOGÍSTICA

A 400 metros de la zona sucia se encuentran las oficinas y la llamada zona limpia, donde se culmina el proceso de desinfección.

En este lugar se desarrolla todo el trabajo de logística, que controla Jhiovana Güitrón. Con una semana de antelación, desde Agroturia les pasan sus necesidades de movimiento de camiones, y ellos desde la oficina configuran una parrilla para ver qué material necesitarán.

Deben saber, según el número de viajes, los monos de trabajo que hacen falta, puesto que cada conductor tiene el suyo propio, que debe quedar preparado en su taquilla.

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Imagen 3. Cuadro para organizar el material que necesitan los conductores

En el cuadro que elaboran, se marca en rojo los conductores que irán a granjas ordinarias o mataderos, y en azul los que visitarán explotaciones de alta seguridad, que exigen un nivel de limpieza superior. A ellas suelen ir los mismos conductores siempre, con los mismos vehículos. Hasta tal punto es importante diferenciar estos dos niveles de bioseguridad, que la ropa que usen unos y otros conductores no pueden entrar en contacto, e incluso se lavan en máquinas diferentes.

El operario de la granja de origen no puede pisar en ningún momento la plataforma del camión, mientras que el chófer, no puede pisar la parte del muelle que da a la zona limpia de la granja, ya que una separación física lo impide.

En la oficina se configura una parrilla para ver cuántos monos necesitarán los chóferes esa semana

Todo este protocolo tan estricto se aplica desde hace dos años. La empresa lleva 20 años encargada del transporte de animales y ofreciendo el servicio a Agroturia, pero en los últimos dos se plantearon “hacer algo que no hiciera nadie”, en palabras de Jhiovana, que reconoce que fueron necesarios seis meses para que el personal se adaptara a las nuevas directrices

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LA ZONA LIMPIA

Los camiones traspasan de nuevo otro arco de desinfección –ya es la tercera vez desde que llegaron al centro de lavado- y se aparcan dentro de la zona limpia, donde se acaban de limpiar de nuevo con una manguera; después se lavarán con agua caliente y a continuación se desinfectarán, y por supuesto prestando especial atención a los ascensores.

Esta fue otra de las mejoras implantadas por la empresa: la instalación de una caldera, que posibilita una mayor efectividad de la limpieza porque ha logrado reducir el tiempo de espera para iniciar el proceso.

Tras el paso de la manguera también se pone en marcha el rulo de lavado, que un operario va arrastrando a lo largo del vehículo, limpiando toda la superficie exterior del mismo. En esta fase pueden limpiarse hasta dos camiones simultáneamente; es mucho más rápida que la anterior, pudiendo durar unos 45 minutos.

En su afán por mejorar cada vez más el proceso, la empresa de limpieza se encuentra realizando pruebas con un cañón de secado, porque tal y como demuestran numerosos estudios, sólo si hay secado tras el lavado se garantiza el 100% de la eliminación, por ejemplo, del virus del PRRS.

Precisamente y en base a la detección de este virus se ha implantado recientemente un sistema de chequeo homologado para verificar de manera objetiva el nivel de desinfección.

Una vez se acaba la limpieza, secado y desinfección, los conductores se encargan de poner el serrín nuevo en la cama de los animales, para que el camión esté listo para el próximo viaje.

En cuanto a su vestuario, están obligados a quitarse las botas usadas en la granja, dejarlas en un cubículo junto con las esterillas del vehículo, y ducharse. Dicho cubículo está diseñado para lavar el material y desinfectarlo. Además, es individual para cada camión, así se consigue que no haya ningún tipo de residuo en la cabina, que se considera zona limpia.

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Imagen 5. Botas y esterillas en la zona de desinfección

Tanto las botas como las esterillas descansan un día, y permanecerán en la taquilla desinfectándose –hay un chorro de desinfectante que se pone en marcha de forma automática y las rocía dos veces al día, una a las seis de la mañana y otra a las diez de la noche-.

Cada esterilla tiene asignado un número, y se les ha aplicado una escisión o hendidura para identificarlas. Así, la persona que realiza la inspección diaria de estas taquillas puede comprobar fácilmente si están dentro las botas y esterillas usadas y a qué persona pertenecen.

Con los monos de trabajo también se sigue un ritual. En la granja, el conductor se pone una vestimenta especial para operar allí, que después dejará en la misma explotación. Después, en la descarga de los lechones, cuando llega al cebadero, usará las botas y el mono limpio que lleva en la cabina. Una vez usado, cuando termina la tarea, se dejan ambos en un cajón lateral considerado zona sucia.

Una vez en el centro de lavado y tras completar el lavado del vehículo, pasa a los vestuarios, se quita el mono que llevaba y lo lanza por una reja hasta un cesto de ropa sucia –hay uno para los conductores de granjas normales y otro para los trabajadores de granjas de alta seguridad, al igual que hay duchas separadas para estos dos niveles-; a continuación se ducha y se coloca un mono limpio que se encuentra en otras taquillas.

A las granjas de alta seguridad van los mismos conductores y los mismos vehículos, y su ropa se lava aparte

La persona encargada de la limpieza realiza este trabajo cada mañana: pone una lavadora a 60º C para los monos que han estado en granjas normales o mataderos y otra, que se encuentra separada, para la ropa destinada a granjas de alta seguridad.

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Le deja los monos a cada conductor en su taquilla –la ropa también está marcada para que cada trabajador se ponga la suya siempre-. Estas taquillas situadas en los vestuarios son de tránsito, y en ellas no está permitido dejar ningún objeto personal

LOS VEHÍCULOS Y EL PERSONAL

Personal

Los conductores pueden conducir hasta cuatro horas y media. Al llegar a este punto, están obligados a hacer una pausa de tres cuartos de hora antes de reanudar el trayecto. Para realizar bien su trabajo, deben haber superado un curso sobre bienestar en el transporte que imparte la Generalitat valenciana (20 horas).

A continuación pasarán unos días de adiestramiento en la empresa, de tal modo que la formación puede durar unos 15 días. Deben tener un carnet especial de manipulación de animales, homologado a nivel europeo y que en cualquier momento les puede ser requerido en alguna inspección. Los 11 conductores para las jaulas -aparte los que llevan las cubas de pienso- suelen hacer un viaje diario.

En caso de que su destino sea una granja de muy alta seguridad, las normas son bastante más estrictas, y por ejemplo, deben permanecer dos días y tres noches de descanso.

Los conductores asisten a un curso de bienestar en el transporte de la Generalitat y pasan por unos días de adiestramiento

Cuando se sustituye un chófer por vacaciones -que está en exclusividad para una granja- se aprovechan también las del sustituto de manera que permanecen 15 días de descanso entre granja y granja.

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Esto implica una organización complicada a la hora de diseñar los horarios de las vacaciones o en caso de enfermedad, porque a un conductor de una granja de alta seguridad no le puede sustituir cualquiera.

agriNews FM
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