Continuando con esta serie de artículos sobre los principales fallos de bioseguridad que se producen en las granjas porcinas, en esta ocasión, Víctor Romia Puigvert nos invita a reflexionar sobre los riesgos asociados a la importación de cerdos, mientras que Francisco Abad Valcarce repasa los puntos clave a tener en cuenta en relación a la bioseguridad en los CIAs. |
Recientemente, me propusieron hacer un artículo sobre bioseguridad en las entradas de lechones de la UE, pero al comenzar a prepararlo los acontecimientos me superaron al declararse un foco de Peste Porcina Africana (PPA) en Alemania, en una zona de alta densidad y con mucho tránsito de animales y vehículos.
Las empresas del sector saben perfectamente lo que nos estamos jugando.
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Como veterinario, voy a resaltar los puntos débiles de bioseguridad que aprecio en las granjas en las que se introducen lechones procedentes de la UE:
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Quizá el sector porcino debería tener el poder de impedir este riesgo, pero estamos hablando de temas económicos y comerciales en los que el libre mercado no permite meterse. No obstante, todos nuestros esfuerzos deben plantearse pensando en el grupo y no solo en los intereses particulares.
En 1547, Francisco de la Reyna publicaba el libro “Libro de albeyteria” en el que dejaba reflejado el conocimiento de la circulación mayor y menor de la sangre de un modo más filosófico que científico. Por este motivo, Harvey (1628) goza del reconocimiento de este descubrimiento al describir de un modo científico y riguroso la circulación menor de la sangre.
Al hilo de este ejemplo, y salvando la gran distancia entre ese descubrimiento y el tema que nos ocupa, la redacción por parte del grupo operativo ANPSTAND de la “Guía de estrategias innovadoras para la mejora de la bioseguridad” ha supuesto una concreción necesaria para nuestro tipo de producción y de la que hasta ahora carecíamos.
Dentro del planteamiento claro y práctico del documento, destaca la identificación de los principales fallos que, en nuestra experiencia, más pueden comprometer la bioseguridad de los CIAs.
1. La necesidad de mantener una producción constante de dosis nos obliga a realizar una alta reposición de animales, lo que se traduce en un alto número de entradas y, por tanto, un mayor riesgo, pero:
2. Las situaciones no habituales, como la limpieza del serrín en el centro de inseminación o la carga de verracos para su envío a matadero, son los puntos más débiles del programa de bioseguridad, por lo que se debe dedicar una atención especial de cara a su planificación.
Es recomendable reducir la carga de trabajo durante esos días para poder realizarlas con calma, preparar y anticipar la carga de los animales de desvieje en el lazareto para reducir el tiempo de carga, y tener listos los equipos de desinfección con antelación a la llegada de vehículos para prevenir problemas. En nuestro caso, estas medidas han contribuido a reducir el “caos” derivado de los imprevistos que pueden surgir.
Los suministros rutinarios, como las entregas de pienso, gasoil, etc., deben permanecer siempre atendidos y vigilados por personal del CIA durante la descarga y hasta su marcha.
En caso de transporte propio de las dosis producidas, debemos reducir el número de puntos de entrega al mínimo imprescindible.
La aplicación del sentido común en los protocolos de bioseguridad pasa por rechazar todo aquello que no se ajusta a lo establecido hasta poder valorar el riesgo, es decir, dejemos las prisas para los ladrones y los toreros con poco oficio.de las neveras si estas salen del vehículo. |
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