Pese a que el anestro puede aparecer en cualquier momento del año, el mayor porcentaje de granjas afectadas aparece en los meses de verano y otoño. Esto es porque el “anestro estival” tiene una fuerte base fisiológica heredada de la estacionalidad reproductiva de su ancestro, el jabalí, modificada en parte a lo largo de los años por la domesticación.

Las hembras de jabalí solo tienen actividad ovárica desde noviembre hasta abril.

La luz, la temperatura y la disponibilidad de alimento controlan el funcionamiento del eje hipotálamo-hipofisario-ovárico (H-H-O) en la especie salvaje para asegurar la supervivencia de los jabatos.

En la cerda doméstica, la posibilidad de supervivencia de los lechones en la granja es muy elevada y el eje H-H-O funciona correctamente  durante  todo el año, considerándose una hembra poliéstrica continua (Figura 1).

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Sin embargo, al igual que ocurre en la vida silvestre, el eje H-H-O se puede bloquear cuando aparece estrés persistente debido a fallos de manejo:

Calor excesivo

Alojamientos inadecuados

Restricciones alimentarias

Interacciones sociales molestas

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