La pleuroneumonia porcina causada por Actinobacillus pleuropneumoniae (App) es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa, caracterizada por un comienzo rápido, un curso corto y una alta morbilidad y mortalidad, que causa cuantiosas pérdidas en las pirámides afectadas clínicamente (Gottschalk, 2012).
Las toxinas RTX (Apx I, II, III y IV) son las principales responsables del efecto patogénico de esta bacteria, generando una vez excretadas efecto hemolítico y citotóxico (Frey, 1995).
Actualmente se han descrito 18 serotipos diferentes (Bosse, 2018), sin protección cruzada entre ellos (Chiers, 2002), lo cual complica tanto el diagnóstico como el control de la enfermedad.
Es bien conocido el papel que tiene la inmunidad de origen maternal dentro de la producción porcina, jugando un papel clave en la transmisión de patógenos cerda-lechón, lechón-lechón, así como en la epidemiología de diversas enfermedades, interacciones con vacunas y, evidentemente, en la protección del lechón frente a enfermedades durante las primeras fases del ciclo productivo.
En el caso específico de Actinobacillus pleuropneumoniae la inmunidad transferida por la cerda a su camada a través del calostro, es de diferentes tipos, juega diversos papeles y ha de tenerse en cuenta a la hora de diseñar estrategias para el control de la enfermedad.
En primer lugar vamos a analizar lo que conocemos actualmente en relación a la inmunidad específica frente a la bacteria, es decir, anticuerpos dirigidos frente a la pared bacteriana, los cuales son serotipo específicos, ya que fundamentalmente van dirigidos frente a los lipopolisacáridos de la pared, además de otros componentes de la misma.
La susceptibilidad de los lechones y cerdos jóvenes a la infección por Actinobacillus pleuropneumoniae está en parte determinada por la cantidad de anticuerpos de origen maternal que poseen (Nielsen, 1995). Además, la presencia y caída de la inmunidad maternal frente a Actinobacillus pleuropneumoniae determina la edad a la cual es más probable que se produzca la infección y la gravedad de la misma (Chiers, 2002; Vigre, 2002).
Concretamente, la inmunidad maternal comienza a decaer a partir de la segunda semana de vida, y es cuando comienzan a colonizarse los primeros lechones.
DESTETE TEMPRANO
Esta es la base de diversas estrategias de manejo ya conocidas: la combinación de un destete muy temprano de lechones, junto con su aislamiento posterior de otros grupos de edad utilizando los principios todo dentro – todo fuera (con o sin medicación), los cuales han sido exitosos para el control de la pleuropneumonia porcina (Harris, 1990).
Actualmente, los problemas que suscitan este tipo de estrategias es que destetar animales a edades tan tempranas, además de que desde el punto de vista productivo pueden ser cuestionables, desde el punto de vista legislativo no están permitidas.
RIESGO DE INFECCIÓN
Por otro lado, la edad a la cual se comienza a producir la transmisión horizontal corresponde con la edad a la que la cantidad de cerdos con altas concentraciones de anticuerpos maternales disminuye (Vigre, 2002), es decir, transmisión horizontal y caída de inmunidad maternal se producen al mismo tiempo.
Otro estudio más específico, realizado con el serotipo 2, muestra como a partir de la segunda semana de vida la cantidad de anticuerpos maternales específicos frente a este serotipo se reducen a la mitad. Incluso si todos los lechones del lote tienen un alto nivel de anticuerpos maternales durante los primeros días de vida, algunos de ellos serán susceptibles de infectarse pasadas unas pocas semanas (Vigre, 2003).
Todo lo comentado con anterioridad está referido a la inmunidad específica frente a la pared de la bacteria, específica de serotipo, pero en lo relativo a este patógeno también hay otro tipo de inmunidad maternal que debe ser tenida en cuenta para el manejo y control de la enfermedad, como son los anticuerpos maternales dirigidos frente a las toxinas APX. Si bien este tipo de inmunidad no juega ningún papel en lo referente a limitar la transmisión del patógeno, si parece tenerlo en otros aspectos.
LARGA DURACIÓN
El primer hecho a tener en cuenta en cuanto a anticuerpos maternales frente a las toxinas APX es su duración, ya que aunque a las 6 semanas de vida del lechón son altos, a las 10 semanas se detecta un descenso, y a partir de ahí podrían permanecer estables hasta la semana 14 (Jirawattanapong, 2008).
Esta larga persistencia de estos anticuerpos maternales puede estar relacionado con que la clínica de la enfermedad no se produzca en edades tempranas. A pesar de esto, los animales podrían llevar infectados varias semanas, ya que los anticuerpos específicos frente a la pared de la bacteria, que son capaces de evitar la colonización, como se ha comentado anteriormente decaen mucho antes.
INTERACCIÓN ANTICUERPOS-VACUNA
El hecho de que los anticuerpos frente a las toxinas tengan una mayor duración tiene otra implicación.
Al vacunar con vacunas de toxinas con el objetivo de proteger los animales en cebo frente a la acción de las mismas, hemos de tener en cuenta que se produce una gran interacción entre estos anticuerpos y la vacuna. Por tanto, es extremadamente importante ajustar el protocolo vacunal en función de la cantidad y duración de los mismos (Jirawattanapong, 2008) para maximizar la eficacia de esta estrategia.
En resumen, existen dos tipos diferentes de anticuerpos de origen maternal a tener en cuenta en el control de la Pleuroneumonía Porcina, y que explican algunos aspectos de la epidemiología de la enfermedad que observamos dentro de la granja. Su conocimiento y tenerlos en cuenta a la hora de diseñar nuestra estrategia de control frente a la enfermedad nos puede permitir incrementar nuestras probabilidades de éxito.