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La tasa de reposición en las explotaciones porcinas ha ido incrementándose de manera paulatina hasta alcanzar valores próximos al 50% y en algunas genéticas llega al 60%, lo que supone que aproximadamente el 25-30% de las cerdas presentes en la granja son nulíparas.
Mucho se ha escrito sobre la relevancia económica, productiva y sanitaria que tiene la cerda de reposición dentro de la pirámide de producción. Varios son los autores que han estudiado la repercusión que la edad, peso y nivel de engrasamiento a la primera cubrición tienen en el futuro reproductivo de la cerda.
La mayoría de estos trabajos desarrollan sus estudios sobre un conjunto más o menos numeroso de cerdas nulíparas y los resultados y recomendaciones que de ellos emanan se extrapolan a la universalidad de las cerdas de reposición. En este artículo intentamos explicar la realidad de la práctica diaria en las explotaciones. |
Está bien documentado que la edad y peso de primera cubrición de las nulíparas tiene fuerte impacto sobre la productividad de la cerda, tanto en cuanto a lechones nacidos/destetados, como respecto a su longevidad.
Sin embargo, en la práctica de muchas granjas, se suele ver un enorme desvío entre lo ideal y lo que realmente sucede.
Estos desvíos, generalmente, son consecuencia de una concatenación de causas, por ejemplo:
La Figura 1 refleja las diferencias en las recomendaciones de edad y peso de la primera cubrición de 3 casas genéticas.
Figura 1. Metas de edad/peso de primera cubrición según los manuales de 3 empresas genéticas.
En función del modelo de reposición establecido, la variabilidad en los parámetros de edad, peso y desarrollo de las cerdas de reposición puede llegar a ser importante, tanto entre lotes como dentro del mismo lote, puesto que el crecimiento y desarrollo de las nulíparas se ve afectado por una serie de factores dependientes de cada granja, entre ellos:
Estatus sanitario.
Tipo de alojamiento.
Sistema de alimentación.
Programa nutricional.
Esta circunstancia adquiere mayor o menor relevancia a la hora de manejar las cerdas jóvenes, lo que implica la necesidad del establecimiento de protocolos propios de cada explotación para el manejo y gestión de la cerda nulípara basados en las recomendaciones establecidas por las empresas genéticas, pero con una mayor flexibilidad, reforzados y avalados por los datos del comportamiento y evolución de las cerdas de reposición dentro de la propia explotación.
La evaluación de la prolificidad en el 1 y 2º parto y de la tasa de retención de cerdas es un método sencillo, cómodo y asequible para establecer las mejores pautas de gestión de las nulíparas en cualquier explotación que disponga de un buen sistema de recogida de datos conjuntamente con un programa de gestión. A modo de ejemplo, en la Gráfica 1 se muestran los mejores resultados de nacidos totales y nacidos vivos de granja. Se encuentran en el rango de los 240250 días de cubrición y, sin embargo, los resultados siguen razonablemente buenos hasta los 270 días de edad. |
Establecimiento de pautas de gestión de nulíparas:
Prolificidad en el 1 er y 2º parto
Tasa de retención de cerdas
Gráfica 1. Mejores resultados de nacidos totales y nacidos totales en una granja con un rango de 240-250 días de cubrición.
En el caso de una granja con buen manejo de la primera cubrición (Gráfica 2), el 85% de las cubriciones están dentro de la edad “ideal” de primera cubrición para esta granja en particular, basado en los nacidos totales en primer ciclo. |
Gráfica 2. Ejemplo de granja con edad de primera cubrición ideal (241-260 días) basada en sus nacidos totales en primer ciclo.
En cambio, en otra granja (Tabla 1), se observan los mejores resultados con cubriciones más tempranas, entre 190 y 230 días.
Tabla 1. Resultados de nacidos vivos y totales en una granja con un rango de 190-230 días de cubrición (Farm’s Mother software).
La Figura 1 refleja la gran variabilidad de las recomendaciones en cuanto a peso y edad a la primera cubrición que existen entre genéticas.
Siendo estos parámetros fundamentales para el establecimiento del protocolo de manejo reproductivo, es imprescindible tener presente:
El nivel de engrasamiento de las cerdas.
La edad a la que presentan su primer celo.
Esto es importante porque:
Algunas reproductoras pueden llegar a peso de cubrición siendo aún inmaduras.
Puede suceder que se retrasen tanto en su crecimiento que su edad y nivel de engrasamiento afecten a su productividad de por vida 4 .
Con cierta frecuencia, se presentan casos en los que las nulíparas no presentan celo o estos son poco aparentes, pudiendo llegar a pasar desapercibidos.
Estas situaciones llevan al fracaso reproductivo y a la pérdida de objetivos de cubriciones/partos.
En nuestro grupo, hemos ido cruzando información sobre la evaluación del nivel de engrasamiento y los resultados reproductivos y productivos de las cerdas de reposición en distintas explotaciones y con diversidad de genéticas, constatando que aquellas cerdas con valores de grasa dorsal en P2 inferiores a 8 mm obtienen peores resultados en los indicadores estudiados (fertilidad, prolificidad y tasa de retención) que aquellas otras que se mantenían dentro de un rango considerado normal u óptimo. |
La deposición de tejido graso en las cerdas reproductoras ha ido disminuyendo a lo largo de los años en relación directa con la mejora de los caracteres de prolificidad y con el incremento del nivel de masa muscular. Sin embargo, el tejido graso no solamente juega un papel como reservorio energético, sino que, además, actúa como órgano endocrino. |
La producción de leptina, segregada por los adipocitos del tejido graso subcutáneo, es directamente proporcional a la cantidad de tejido graso depositado y está relacionada con el inicio de la pubertad.
Concentraciones altas de leptina facilitan la liberación de GNRH que, a su vez, estimula la glándula pituitaria, incrementando la liberación de las hormonas responsables de la ovulación, FSH y LH.
Las cerdas jóvenes con bajos niveles de engrasamiento secretan menos leptina, inhibiendo el inicio de la pubertad. |
A nivel práctico en la granja, la determinación de las reservas corporales de las cerdas (tejido graso subcutaneo) se puede realizar:
De forma subjetiva, mediante la observación de la condición corporal (CC) utilizando una escala de 1 a 5.
De forma objetiva, utilizando equipos de ecografía para medir con exactitud el espesor de la capa de grasa dorsal (EGD) y el grosor del músculo longissimus dorsi en el punto de medición P2 (aproximadamente a 6-8 cm de distancia desde la línea media dorsal en la última costilla).
El punto P2 es el mejor para realizar esta evaluación por ser el punto más proporcionado de grasa dorsal y magro y porque se puede medir el mismo punto a lo largo de las diferentes fases reproductivas y productivas del animal, pudiendo así comparar con las mediciones anteriores.
Dado que estos dos métodos de + EGD evaluación no alcanzan un grado de precisión lo suficientemente aceptable, se ha propuesto, en el caso de las líneas genéticas actuales en las que predomina la masa magra frente al tejido adiposo, la utilización del peso vivo corregido junto con el espesor de grasa dorsal como la fórmula más equilibrada para determinar el estado de las cerdas a lo largo del ciclo productivo. |
Se recomienda que estas determinaciones se realicen en distintos momentos del ciclo:
1. 150-160 días de vida.
2. Al comenzar la administración de progestágeno.
3. A los 40, 80 y 110 días de gestación.
4. Al destete.
En la Imagen 1 se muestra un ejemplo de la determinación de las reservas corporales mediante observación de la condición corporal e imágenes ecográficas del mismo animal en la fase de cubrición-control de una granja de reproductoras.
A simple vista se podría considerar que la cerda tiene una CC de 3, pero al medir con un ecógrafo se observa que tiene una proporción de grasa inferior a la esperada y un magro correcto, siendo necesario ajustar la curva de alimentación para recuperar la condición de grasa dorsal adecuada.
Imagen 1. Determinación de las reservas corporales mediante observación de la condición corporal y medición con ecógrafo de grasa dorsal (6,2 mm) y magro (57 mm) en fase de cubrición-control (OPP Group).
A continuación, se muestra otro ejemplo (Imagen 2) de la misma granja en la que la cerda también podría ser asignada a CC 3, pero las mediciones de ecógrafo muestran un nivel de engrasamiento superior al del ejemplo anterior.
Imagen 2. Determinación de las reservas corporales mediante observación de la condición corporal y medición con ecógrafo de grasa dorsal (9,4 mm) y magro (59 mm) en fase de cubrición-control (OPP Group).
La formulación de la ración y el programa de alimentación de las cerdas jóvenes, tanto desde el inicio de la recría como a lo largo del ciclo productivo, debe ser dinámica, adaptándose a las necesidades individuales.
Algunas de las tecnologías actualmente disponibles facilitan la implementación de curvas de racionamiento individualizadas y, en algunos casos, incidir sobre la composición base de la ración adicionando nuevos componentes con el fin de adaptarse plenamente a las necesidades de cada individuo.
Imagen 3. Zona de entrenamiento de nulíparas en máquinas de alimentación electrónica (OPP Group).
Gráfica 3. Curva de alimentación registrada a tiempo real (Imagen Farm’s Mother software).
Una vez demostrado y entendido que, tanto la edad como el nivel de reservas energéticas de la nulípara son determinantes, tenemos que hacernos la pregunta:
¿Cuántas de las primeras cubriciones se realizan dentro del objetivo ideal de monta y cuál es el precio de no cubrir dentro de la ventana ideal de monta?
Para poder responder, realizamos un análisis de los últimos 6 años en 5 granjas con resultados regulares, dentro de la base de datos del Farm’s Mother (OPP Group). Se analizaron un total de 6.728 primeras cubriciones y los resultados promedio fueron mediocres (Tabla 2):
Tabla 2. Impacto de las primeras cubriciones realizadas en 5 granjas porcinas a lo largo de los últimos 6 años sobre los nacidos vivos y totales.
En cada granja se determinó el número de primeras cubriciones en nulíparas que se habían realizado en la franja óptima de edad según las recomendaciones de la empresa genética, observándose en la Gráfica 4 los resultados obtenidos.
Gráfica 4. Porcentaje de cubriciones en el rango de edad óptima para la primera cubrición.
En este grupo de granjas con resultados regulares, solo el 43,5% de las primeras cubriciones se habían realizado en su edad óptima.
Las consecuencias de los errores de manejo cometidos que llevan a que menos del 50% de las cubriciones se realicen en la franja de edad óptima se reflejan en la Gráfica 5.
Este mal manejo de las primeras cubriciones tiene un coste evidente por la reducción de los lechones nacidos totales y nacidos vivos, ya que inseminar cerdas “fuera de rango” incide de manera directa en la prolificidad con un descenso medio de 1,5 lechones nacidos vivos.
Resulta crítico para la productividad de la granja cubrir un porcentaje alto (al menos el 80%) de las primalas a la edad correcta de primer servicio para la granja.
Para ello, se recomienda ajustar los sistemas de información para el personal que maneja la sección y tener muy clara la edad individual de las primalas de modo que se puedan cubrir a la edad ideal.
Edad, desarrollo y reservas corporales no siempre están correlacionados en las cerdas nulíparas, siendo la selección de los animales óptimos crucial para incrementar y mantener la productividad de la explotación.
Los errores en su manejo afectan significativamente a la productividad de la granja, dado que este grupo suele constituir cerca del 20% de todo el hato.
Para lograr la meta de unas cubriciones óptimas, es posible que se deban ajustar regularmente los protocolos de aclimatación y entrega, o el pool (cantidad) de nulíparas disponibles. ¡Mejorar la cantidad de lechones nacidos de primer ciclo es el primer paso para mejorar la productividad de la granja! |