En producción porcina, dependiendo de la edad del cerdo y del clima exterior, la calefacción cobra una importancia vital, tanto para la producción intensiva como para la extensiva.
Cuando nace el lechón este lo hace húmedo, ya que se encuentra en el útero materno cubierto por el líquido amniótico en el que está flotando en la placenta, y a una temperatura de 37 ºC aproximadamente. Además, el lechón por el tipo de placenta de esta especie, nace sin reservas energéticas para poder mantener la temperatura corporal, y por tanto debe buscar la leche materna enseguida, ya que es por esa vía como regula la temperatura corporal.
Como pueden imaginarse un lechón recién nacido sin reservas corporales, mojado, acostumbrado a la temperatura corporal de la cerda y sin ningún abrigo, necesita de un aporte de calor externo para poder sobrevivir.
Si avanzamos en el crecimiento de los lechones, la temperatura sigue siendo clave para poder optimizar resultados y que los cerdos no enfermen si está por debajo de la temperatura de termo-neutralidad de los mismos.
Por estos motivos, la temperatura exterior en la que crecen los cerdos es tan importante y el sistema de calefacción cobra un valor básico para poder hacer compatible la supervivencia de los lechones con la producción porcina eficiente.
Obviamente, la decisión de instalar
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