Entrevistamos a Gonzalo González Mateos, Profesor Catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, Referente Internacional en nutrición animal y miembro del grupo de trabajo “Sumando esfuerzos”, una iniciativa de Elanco cuyo objetivo principal es acompañar al sector porcino y servir de guía frente a la retirada definitiva del óxido de zinc. |
El aumento de la actividad física (peleas por la supervivencia), la termorregulación, el estrés y la potenciación de la inmunidad son factores importantes a considerar porque suponen un considerable gasto energético para los lechones en el postdestete, con el problema añadido del bajo consumo de pienso en esta fase tan problemática.
Bajo esta serie de circunstancias, el lechón no tiene como prioridad buscar comida o una fuente de agua. |
En relación al metabolismo proteico, es importante recordar que, durante el período postdestete, el crecimiento muscular no tiene prioridad para el lechón.
El lechón come poco o nada en las primeras horas tras el destete, sobre todo, si el destete tiene lugar con 21 días de edad.
El objetivo del lechón en esta fase de su vida es que la ingesta menos los gastos de energía y proteína necesarios para actividad física, tal como peleas, termorregulación (frío), estrés (falta de consumo) e inmunidad (defensa sanitaria), no sean negativos. Es decir:
Es prioritario que los gastos no sean superiores a la ingesta, pero si el consumo de pienso es limitado, esto es difícil de conseguir. |
Se calcula que hasta el 25-30% de los lechones destetados a los 21 días de edad no comen nada durante las primeras 20 a 24 horas postdestete.
El problema no es el estrés en sí. Lo que ocurre es que la naturaleza es sabia y no se producen enzimas digestivas ni ácido clorhídrico porque suponen un gran gasto y el animal, si no come, no necesita estar preparado para digerir los alimentos y, por tanto, ahorra.
Si el lechón no come y no produce enzimas digestivas, ¿para qué precisa mejorar la absorción de los inexistentes nutrientes? De aquí que el desarrollo de la mucosa del intestino delgado se vea reducido.
En esta situación, parte del alimento ingerido pasa sin digerir al intestino grueso donde tendremos problemas con la proliferación excesiva de la microbiota patógena, tal como clostridios y coliformes.
Es importante asegurar unos consumos altos del lechón previo al destete, consumos que deben mantenerse durante el postdestete, siempre que el lechón permanezca sano y sin incidencia de diarreas.
En presencia de procesos digestivos, el objetivo de producción cambia:
Un aspecto importante a considerar es evitar el exceso de nutrientes en el intestino grueso a fin de reducir la incidencia de fermentaciones anómalas.
A este particular, merece la pena establecer una clara diferencia entre los dos componentes claves del pienso: hidratos de carbono y proteínas.
En general, se estima que a más fermentaciones en ciego más problemas digestivos, lo que no es necesariamente cierto.
En cambio, la fermentación de la fracción nitrogenada produce alcalinización de los tejidos y un crecimiento desproporcionado de Clostridium sp. y otros microorganismos patógenos en el intestino grueso.
En caso de problemas entéricos debe preocuparnos mucho más el exceso de proteína que el exceso de hidratos de carbono. |
En cualquier caso, el objetivo principal debe ser siempre mantener un nivel sanitario adecuado del tracto gastrointestinal del lechón en el postdestete.
Antes de la prohibición de uso del óxido de zinc a dosis farmacológicas, el objetivo era claro: conseguir buenas ganancias de peso diarias e índices de conversión excepcionales al mínimo coste.
Hoy en día, ante la falta de este seguro, ha aumentado de forma notable la incidencia de diarreas y la mortalidad durante los primeros 10 a 15 días postdestete. Como consecuencia, la mortalidad y el porcentaje de lechones retrasados aumenta en un primer momento.
Basados en estos cambios y en nuestro propio aprendizaje, la problemática puede y debe superarse, tal y como estamos viendo en países de nuestro entorno económico, caso de los Países Bajos.
En resumen, tenemos que aprender a manejar a los lechones sin óxido de zinc y sin antibióticos y, para ello, ya disponemos de ejemplos y tecnologías practicas a seguir. |
El objetivo final del proceso es claro y os puedo confirmar que se va a cumplir: lograr cerdos con pesos vivos e índices de conversión al sacrificio similares con o sin óxido de zinc.
Las pérdidas de rendimiento, fundamentalmente debidas a pesos bajos e índices de conversión altos, que tendremos durante las primeras fases postdestete sin utilizar óxido de zinc pueden recuperarse durante la fase de cebo, con cerdos que responderán mucho mejor a cualquier medicación, si ésta fuera necesaria.
Probablemente, no sea necesario mantener estos piensos de alto coste por mucho tiempo. Si el lechón está sano al destete, los piensos basados en cereales y harina de soja no deben crear problema alguno a partir de los 10 kg de peso vivo.
PROTEÍNA
El nivel de proteína bruta del pienso es importante.
El exceso de proteína no se puede almacenar. La fracción hidrocarbonada de la misma se transforma en grasa, vía el ciclo de Krebs, pero la fracción nitrogenada da lugar a cantidades variables de amoníaco, aminas, fenoles e indoles que alcalinizan los tejidos y dañan la fisiología del lechón antes de ser eliminados.
En particular, el catabolismo de los ácidos ramificados origina productos de mayor toxicidad que son probablemente los más peligrosos.
FITATOS
En caso de pH elevados en el tracto digestivo proximal, tal y como ocurre en el postdestete, la actividad de las fitasas y, por tanto, la disponibilidad de fósforo puede verse comprometida.
Por tanto, es importante mantener bajo control los niveles de Ca y de proteína bruta de los piensos postdestete.
FIBRA DIETÉTICA
Tradicionalmente, la fibra se ha considerado como un diluyente y un factor antinutricional en piensos de primera edad.
La filosofía generalmente aceptada era que cuanta menos fibra mejor, ya que el exceso de fibra reducía el consumo y afectaba a la digestibilidad y el crecimiento de los animales.
Sin embargo, esta creencia no es necesariamente correcta y depende en gran medida de la higiene, sanidad y edad del animal, así como de la fuente y nivel de fibra en el pienso.
Cuando hablamos de lechones con problemas digestivos nos referimos fundamentalmente al beneficio de suministrar fibra insoluble.
La fibra insoluble es difícilmente fermentable y, por tanto, no produce ácidos grasos volátiles que puedan ser absorbidos en la mucosa digestiva y servir de energía para los colonocitos dañados.
Sin embargo, esta fibra insoluble afecta la motilidad intestinal, aumentando la velocidad del tránsito de la digesta en intestino delgado y reduciendo la capacidad de adherencia bacteriana a la mucosa digestiva.
El crecimiento de la flora microbiana necesita:
1. Que haya un alto contenido digestivo como sustrato.
2. Que la velocidad de tránsito sea limitada para tener tiempo de fermentar la digesta, crecer y multiplicarse.
Con la utilización de fibra insoluble se aumenta la motilidad y el movimiento de la digesta no digerida, reduciendo la oportunidad de las bacterias para crecer y desarrollarse. Todo ello resulta en cambios en el perfil de la microbiota, con posibles efectos sobre la diversidad de la misma. |
CALCIO
Otro tema importante, que a menudo pasa desapercibido, es la importancia de la fracción macromineral de los piensos, en particular del calcio, sobre la fisiología digestiva y el crecimiento del lechón.
El calcio es probablemente el nutriente más caro, a pesar de su bajo precio, en la alimentación del lechón.
Para finalizar, en relación con los antibióticos y aditivos:
No existen aditivos que sustituyan al óxido de zinc, pero sí los hay que pueden ayudar al lechón a defenderse del estrés y de las situaciones problemáticas del medio.
Si bien es cierto que los antibióticos reducen el crecimiento de los patógenos y, por tanto, controlan los problemas digestivos, su uso también reduce la diversidad de la microbiota intestinal, lo que causa un desequilibrio y un aumento de la resistencia de los patógenos.
Los aditivos tienen un menor efecto sobre el crecimiento de los patógenos que los antibióticos, pero favorecen la diversidad de la microbiota intestinal y permiten una mayor respuesta posterior, cuando es necesaria, a los tratamientos curativos con antibióticos. |
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