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La incorporación eficiente de cerdas de reposición a una explotación porcina y la optimización de su futura vida productiva es esencial para garantizar la rentabilidad de la misma, siendo importante tener en cuenta los siguientes factores:
La alimentación de la cerda de reemplazo condiciona la interacción entre el peso, la edad y la GMD y modula la aparición de la pubertad para dar como resultado:
La interacción entre el peso, la edad, y como resultado la GMD (Ganancia Media Diaria) a las puertas de la pubertad, determinan el momento óptimo del primer servicio.
Los cambios en la reproductora actual comienzan ya en edades tempranas.
La aparición de la pubertad depende de la progresiva maduración del eje Hipotálamo-Hipófisis-Ovario que está determinada por la liberación
de LH (Hormona Luteinizante), FSH (Hormona Estimulante del Folículo) y estrógenos.
La cerda de reposición expresa hoy un crecimiento corporal más rápido que su propia maduración sexual, lo cual implica que tendremos cerdas más grandes y menos maduras que a la misma edad hace 20 o 30 años.
Debemos considerar la alimentación de la cerda de reemplazo de forma global durante su vida productiva, ya que los
resultados de una fase influyen en las posteriores.
Las consecuencias negativas de una mala gestión de las cerdas de reemplazo se observan a partir de su 2º ciclo. Se trata, por lo tanto, de invertir en una estrategia correcta para no condicionar el futuro reproductivo de la
explotación.