Los ácidos orgánicos se utilizan en la producción de cerdos, principalmente en la fase de cría, debido a su capacidad de acidificación del contenido estomacal y consecuente mejora en la digestibilidad y absorción del alimento.
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Entre los retos de la producción porcina, las enfermedades entéricas son responsables de importantes, representados por pérdidas de producción relacionadas con la reducción de la ganancia de peso, la mortalidad y los costos derivados de la medicación antimicrobiana. nutracéuticos
En este sentido, el uso de antimicrobianos en forma de promotores del crecimiento como forma de prevención de estas enfermedades ha sido ampliamente utilizado desde los años 40.
Sin embargo, esta práctica se ha ido suprimiendo progresivamente de la producción animal en varios países del mundo en los últimos años, incluido Brasil, principalmente debido a los informes sobre el aumento de la resistencia bacteriana a los antimicrobianos.
Como alternativa, los nutracéuticos han ganado cada vez más espacio en la investigación, dado su potencial antimicrobiano, modulador de la microbiota y de la fisiología intestinal. Entre los distintos tipos de nutracéuticos, los más investigados actualmente son los aceites esenciales, los ácidos orgánicos, los pro y prebióticos.
Los nutracéuticos pueden definirse como alimentos que ayudan en la prevención y el tratamiento de enfermedades, y pueden tener acciones directas e indirectas sobre los patógenos, como la inhibición de su crecimiento, la modulación de la microbiota residente y la fisiología intestinal.
Varios alimentos entran en la definición de nutracéuticos, como los probióticos y prebióticos, los aceites esenciales (fitonutrientes) y los ácidos orgánicos, y hay numerosos compuestos dentro de cada una de estas categorías.
La presencia de antimicrobianos en el alimento, la forma y el tiempo de almacenamiento también interfieren en la eficacia del tratamiento a base de probióticos, ya que los organismos tienen que estar vivos para realizar su función.
En la clase de los prebióticos se encuentran principalmente carbohidratos no digeribles, como los β-glucanos, los mananooligosacáridos
(MOS) y la inulina, que pueden servir como fuente de nutrientes para la microbiota intestinal, mientras que algunos tienen la capacidad de adsorber bacterias patógenas y micotoxinas.
La suplementación con prebióticos estimula la producción de ácidos grasos de cadena corta por parte de la microbiota intestinal,
que a su vez estimula la proliferación de bacterias beneficiosas, como las bacterias lácticas.
Además, uno de los ácidos grasos producidos a partir de esta estimulación por los prebióticos, el butirato, es una importante fuente de energía para los enterocitos en desarrollo.
Los aceites esenciales pueden definirse como metabolitos producidos por las plantas que pueden extraerse y utilizarse en la
alimentación animal, ya sea de forma aislada o como un extracto completo de la planta que lo produce.
Existen innumerables aceites esenciales, con actividades que varían entre antiinflamatorias, antimicrobianas, antioxidantes y antiparasitarias, como por ejemplo el timol, el carvacrol, el cinamaldehído y el eugenol.
Su actividad está relacionada con la concentración utilizada o extraída de la planta, que puede variar como consecuencia de innumerables factores como la pluviometría, la temperatura ambiente y el tipo de suelo.
Los ácidos orgánicos se utilizan en la producción de cerdos, principalmente en la fase de cría, debido a su capacidad de acidificación del contenido estomacal y consecuente mejora en la digestibilidad y absorción del alimento.
Actualmente, los más investigados son los ácidos benzoico, cítrico y láctico. Su actividad nutracéutica, sin embargo, es más amplia,
y puede tener un efecto antimicrobiano debido a la acidificación y a su capacidad de traspasar la pared bacteriana en su forma no disociada, concentrándose en el citoplasma y destruyendo estructuras y orgánulos vitales para la célula bacteriana.
Existe una acción sinérgica en la asociación entre los aceites esenciales y los ácidos orgánicos, aumentando la actividad antimicrobiana.
Se sabe que el tracto gastrointestinal presenta una importante función inmunomoduladora, creando un equilibrio entre la destrucción de microorganismos patógenos y el mantenimiento de microorganismos beneficiosos para su función.
Además, el desequilibrio entre estas poblaciones de microorganismos puede estar relacionado con el desarrollo de diversos trastornos del tracto gastrointestinal, lo que a su vez reduce drásticamente el rendimiento de los animales y aumenta los costos de producción.
Así, uno de los mecanismos aceptados que justifican el uso de nutracéuticos en la alimentación animal es la regulación de la homeostasis de esta microbiota.
Dado que su aplicación es principalmente por vía oral, los nutracéuticos pueden representar una gran herramienta en el control de las enfermedades intestinales, ya que su acción es predominantemente local, con poca o ninguna necesidad de metabolización por parte del huésped.
Ya se han realizado algunos estudios para intentar determinar la eficacia del uso de estos productos en el tratamiento y la prevención de la acción de los enteropatógenos, con resultados diversos y, en ocasiones, difíciles de comparar dadas las diferencias metodológicas aplicadas.
La evaluación in vitro de la actividad antimicrobiana de los nutracéuticos representa una alternativa interesante para la valoración preliminar de los productos, principalmente por su menor coste y porque permite determinar los valores mínimos de inhibición para futuros ensayos in vivo. Está claro que estas pruebas in vitro sólo se aplican a la evaluación de la capacidad antimicrobiana directa del nutracéutico.
Los estudios demuestran que esta actividad es extremadamente variable entre los aceites esenciales y los ácidos orgánicos, incluso entre diferentes cepas de bacterias de la misma especie.
Un buen ejemplo es la evaluación de la concentración mínima inhibitoria de algunos aceites esenciales para Escherichia coli, donde diferentes cepas del mismo serotipo O157:H7 presentaron valores distintos de actividad, por ejemplo, 0,5µg/ml de un aceite esencial de orégano, a base de timol y carvacrol, en un estudio, y valores entre 283 y 166µg/ml utilizando los mismos aceites esenciales, sin embargo, en otra formulación.
Los estudios in vivo presentan mayores dificultades para demostrar la eficacia real de los nutracéuticos frente al desafío de los enteropatógenos, siendo la principal justificación las innumerables variables relacionadas con la acción de estos productos y la interacción patógeno-huéspedmicrobioma intestinal.
La mayoría de los estudios demuestran algún nivel de alteración en los indicadores zootécnicos y en la morfología intestinal, como la reducción del consumo o el aumento de la conversión alimenticia, o incluso la reducción o el aumento de la altura de las criptas y las vellosidades intestinales; sin embargo, todavía no hay consenso sobre el impacto real en el control de los enteropatógenos mediante el uso de nutracéuticos.
Estudios más recientes tratan de evaluar el impacto de la aplicación de diferentes nutracéuticos en el microbioma intestinal de estos animales, buscando asociar las diferencias entre las poblaciones con la mejora o empeoramiento de los índices clínicos y cuadros clínicos de cada enfermedad, pero hay poca información respecto a esta asociación.
En la actualidad, la preocupación por el creciente desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos de las bacterias patógenas para el ser
humano y la necesidad de hacer del uso de los antimicrobianos una práctica más racional y ha llevado a muchos gobiernos a empezar a controlar el uso de estos productos en la producción animal, afectando principalmente a los cerdos y las aves de corral.
Desde entonces, ha aumentado considerablemente el número de publicaciones y la financiación de investigaciones destinadas a desarrollar productos que puedan sustituir a estos antimicrobianos, hasta entonces utilizados como promotores del crecimiento, que
presenten un coste viable, una buena eficacia y que no alteren el ciclo de producción de estos animales.
Hasta el momento, los nutracéuticos se han mostrado como una de las mejores alternativas, dada su facilidad de inclusión en las raciones, presentando una enorme gama de principios diferentes y combinaciones entre ellos, relativamente fáciles de obtener y con costes más bajos en relación a los antimicrobianos comúnmente utilizados.
Aunque los nutracéuticos son los productos con mayor potencial para sustituir a los antimicrobianos como promotores del crecimiento y preventivos de las infecciones intestinales, sin un buen manejo, desarrollo y aplicación de vacunas y medidas de bioseguridad, el mejor producto puede no presentar buenos resultados y debe ser observado como una herramienta auxiliar de las buenas prácticas de producción.
El uso de nutracéuticos como herramienta para sustituir a los antimicrobianos aplicados como promotores del crecimiento, especialmente en la prevención de enfermedades entéricas, presenta un gran potencial, que cuando se alinea con buenas prácticas de manejo, higiene y bioseguridad puede convertirse en una de las principales formas de control de enteropatógenos en la producción animal.
Todavía no hay datos consistentes y precisos sobre su eficacia y mecanismo de acción, pero las diferencias metodológicas en esta evaluación pueden dificultar la comprensión del impacto real de los nutracéuticos en el control y la prevención de los enteropatógenos.