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Por una convivencia civilizada

Escrito por: Fernando Laguna Arán - Ingeniero Técnico Agrícola y Veterinario
Convivencia

Los que nos dedicamos a la producción intensiva de ganado (porcino, avícola…) destinado al consumo, no podemos negar que existe un movimiento en la sociedad cuya filosofía se opone a los intereses del Sector, en lo que se refiere a la construcción de nuevas granjas, sistema de producción intensivo, etc.

Desde un punto de vista económico, podemos estar en total desacuerdo, pero quizás sería bueno hacer una pequeña reflexión tratando de entender cuál es su mensaje y analizándolo para encontrar puntos de interés común.

Por mi experiencia laboral me ha tocado tratar con algunas de estas asociaciones y siempre me ha sido fácil hablar con ellos para buscar soluciones conjuntas, puesto que muchos de sus componentes no son totalmente contrarios a la creación de más granjas de cerdos, sino que buscan que se haga con medidas más restrictivas.

Este hecho podría ayudarnos a garantizar una mayor sanidad en las explotaciones al racionalizar la carga ganadera de los territorios, ya que sin duda[registrados], hemos llegado a saturar algunas zonas. En nuestra sociedad actual, donde por lo general las necesidades básicas están cubiertas para la mayoría de la población, hay disponibilidad de alimento asequible, variado y con garantías de Seguridad Alimentaria.

Esto ha llevado a que una parte de la población pueda cuestionarse qué alimentación elige, anteponiendo sus razones éticas a las nutricionales.

La filosofía vegana suele ir ligada a pensamientos “animalistas”, con los que podemos estar más o menos de acuerdo, pero cuya existencia no podemos negar ya que están cada vez más extendidos. Estas nuevas tendencias no solo se centran en luchar por el bienestar animal en los espectáculos con animales (circos, zoológicos, tauromaquia, prácticas en Universidades, experimentación animal….) sino que también fijan su atención en la producción intensiva de ganado para alimentación.

En otras ocasiones las ideas contrarias a este sistema de producción animal están asociados a motivos económicos como la repercusión en otros negocios ligados a la vida en los pueblos. La ganadería se percibe muchas veces como algo negativo para el sector turístico. Parece lógico que en cada población, sean los propios residentes los que decidan mediante su ordenación urbana por qué tipo de economía optan.

Por parte del sector, el mejor argumento para evitar enfrentamientos es el estricto cumplimiento de las Normas establecidas por la Administración, ya que ante esto no se podrá rebatir nada por parte de los opositores a este sistema productivo.

Los Servicios Oficiales son los encargados de velar porque cada nueva granja se construya en el lugar correcto y que los animales que están dentro estén protegidos por la Normativa de bienestar animal (cuya adaptación ha supuesto una importante inversión en numerosas granjas). Lo mismo ocurre con los responsables del transporte y el sacrificio de los animales.

Con respecto al Medio Ambiente, el tema del tratamiento de purines es especialmente sensible. Se trata de una actividad muy controlada gracias a las directrices europeas, que cada día se gestiona de manera óptima para que no sea un problema para todos. Hay que recordar que todos bebemos del mismo grifo.

Además, esto puede suponer una reducción en la enmienda que se hace con abonos inorgánicos procedentes de otros lugares, que también tendrá sus partidarios y sus detractores.

El tratamiento de los purines está cada vez más controlado para que se gestione de manera óptima y no sea un problema para el medio ambiente

Por otro lado, el actual momento de buenos precios que se está viviendo en el sector porcino está multiplicando la construcción de granjas, lo que supone un asentamiento de la población en el mundo rural todos los días de la semana y no solo los festivos, lo cual es un objetivo troncal para todas las Administraciones públicas.

Para acabar, me gustaría citar unos datos interesantes de un estudio sobre los consumidores de carne de las distintas especies. Es muy curioso observar cómo, según la edad, varía el consumo de uno u otro, debido en gran medida a la influencia de la publicidad, de los comentarios de la vecina o de su modelo de vida, etc.

Así pues, la gente joven come carne más económica, los que tienen hijos pequeños invierten más en la calidad y con la vejez se pasa a carnes “recomendadas por los médicos”. Y aunque desde nuestro sector estemos en desacuerdo, al final el que compra es el consumidor, así que inevitablemente estamos en sus manos.

¡¡Escuchemos y reflexionemos!!

La sociedad está cambiando y con ella los hábitos de consumo y las exigencias a los productores, no solo a los que producimos proteína animal, sino en todos los ámbitos de la producción industrial.

Mi pretensión con este escrito es hacer reflexionar sobre nuestro mercado futuro y cómo nos vamos a adaptar a él, porque los cambios ocurren y es mejor que nos encuentren preparados. La inmensa mayoría hacemos bien las cosas; que una pequeña minoría no nos lastre.
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