El principal indicador de productividad en una explotación son los kilos de carne que se obtienen por cerdo, tal como nos indica José Cadillo, catedrático de zootecnia. Este indicador depende de cuatro factores: la genética, el manejo, la alimentación y la sanidad. Asimismo, el catedrático añade que la eficiencia de los recursos en cada una de estas actividades depende del recurso humano.
Por otro lado, otro indicador de la productividad es la productividad numérica del hato reproductor, el número de lechones destetados por marrana al año. En definitiva, en esta etapa, los indicadores que afectan a la productividad son: la mortalidad, el peso, el rendimiento, la conversión alimenticia y la velocidad de crecimiento. Finalmente, el beneficio es cada vez mayor para el productor, porque el cerdo cada vez usa más el alimento y aumenta su peso, reduciendo los costes fijos unitarios. Actualmente, las granjas cuentan con cerdas hiperprolíficas que pueden llegar a superar los 30 cerdos destetados.
Además, los cerdos nacidos vivos únicamente se enfrentan a las muertes durante el nacimiento, que representan el 10%. Esta puede evitarse si la cerda y sus lechones reciben atención durante el parto, por un equipo entrenado.
No obstante, el lechón también se enfrenta al riesgo de una mortalidad pre destete. Esta puede ser provocada por el bajo peso, el inadecuado consumo de calostro y leche, estar expuestos a bajas temperaturas y el aplastamiento.
Si desmenuzamos los tres tipos de lechones de bajo peso encontramos: los lechones con retraso en el crecimiento intrauterino (cuya mortalidad es muy elevada), los que tienen un retraso en el crecimiento y se quedarán atrás, y los lechones de menos tamaño que consiguen recuperarse y alcanzan un peso bueno.
Ahondado en cuestiones de peso, el umbral de peso bajo suele oscilar de 1.0 a 1.1 kg, ya que los que no están por encima de estas cifras tienen unas altas probabilidades de morir.