De las diferentes producciones agrarias existentes, el modelo porcino catalán ha sabido conquistar una situación de privilegio en los mercados mundiales, incrementando, en los últimos años, su producción y el número de empresas vinculadas a éste sector.

Éste incremento de la producción porcina que inicia su despegue con el modelo de integración vertical de los años sesenta, ha virado hacia una especialización muy fuerte de las explotaciones que son de mayor tamaño, y con una producción cada vez más eficiente.
A su vez este modelo ha convertido a los agricultores que se iniciaron en la ganadería como un complemento a su economía agrícola, en ganaderos profesionales que tienen su principal fuente de ingresos en el porcino.
Además atrajo también a nuevos ganaderos sin ningún tipo de vinculación con la actividad agraria, invirtiendo, como opción sencilla y con poco riesgo para obtener ingresos, en nuevas granjas en zonas donde ya existía este tipo de producción y con mano de obra asalariada1.

Focalización del ganado porcino

La fuerte desvinculación de la ganadería y de la agricultura y la concentración de este tipo de ganadería intensiva en determinadas zonas, favoreció, a mediados de los noventa, la creación de zonas con alta densidad de ganado porcino, especialmente en la Cataluña central y en la provincia de Lleida. En estas zonas de alta densidad de ganado, en las cuales se produce gran cantidad de purín, es donde tiene especial relevancia la optimización de su gestión.
En Cataluña la mayoría de las deyecciones generadas en las explotaciones ganaderas se gestionan como fertilizante orgánico aplicado directamente sobre la superficie agrícola sin tratamiento alguno2 ya sea en superficie agraria gestionada por el propio ganadero o bien en tierras de otros agricultores.
No obstante, la mayor o menor demanda de purín por parte del agricultor depende de muchos factores como el precio del abono mineral o del tipo de cultivo a abonar.
Además, el elevado contenido de agua del purín (por encima del 90%) lo hace un fertilizante poco atractivo cuando se tiene que aplicar a distancias lejanas de donde se produce.

El valor fertilizante del purín es apreciado por su elevado contenido en nitrógeno, mayoritariamente en forma amoniacal, fósforo y potasio, y también, en menor medida, por contener otros nutrientes secundarios necesarios para el crecimiento de las plantas.

Una fertilización inadecuada con purines puede causar problemas medioambientales como la eutrofizac...

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