Los trastornos entéricos se encuentran entre los problemas económicos más importantes en la producción porcina. Las diarreas neonatales y post-destete representan las enfermedades más frecuentes, las cuales pueden estar asociadas a una alta mortalidad, disminución de las tasas de crecimiento y aumento de los gastos de tratamiento.
Múltiples infecciones entéricas durante el período neonatal, así como en la fase posterior al destete, pueden ocurrir simultáneamente, dando lugar a patrones clínicos complejos de enfermedades y haciendo que las medidas de control exitosas sean un desafío.
Por esta razón, la detección de un agente potencialmente patógeno no corresponde a un diagnóstico de enfermedad y solo sugiere una posible etiología.
El intestino del cerdo contiene unas 800 especies bacterianas, entre las que podemos identificar potenciales patógenos como Clostridium spp.,Escherichia coli y Salmonella spp., que son capaces de causar enfermedades solo bajo ciertas circunstancias.
El enfoque de diagnóstico debe tener en cuenta la biología y la ecología del patógeno, la ubicación anatómica desde la que se detecta el patógeno y las herramientas de diagnóstico disponibles y apropiadas para demostrar una correlación entre un patógeno y un estado de enfermedad.
ENFOQUE DIAGNÓSTICO
- La vía diagnóstica requiere una recopilación sistemática de información sobre la historia clínica, la evaluación de signos clínicos y lesiones macroscópicas, la recolección de muestras y la elección de pruebas de laboratorio para una o más enfermedades sospechosas.
- Las enfermedades entéricas de origen infeccioso tienen una distribución relacionada con la edad que refleja la epidemiología de cada patógeno en la granja. Por ello, la edad de los animales afectados en un brote puede ayudar al veterinario a enfocar e investigar mejor los agentes etiológicos más probables, en función de la edad en la que se encuentran con mayor frecuencia.
La manifestación clínica más importante de la enfermedad entérica en los cerdos es la diarrea. Los cambios de color (amarillo, gris, sanguinolento, etc.) y de consistencia (acuosa, cremosa, etc.) pueden ayudar al clínico a establecer un diagnóstico diferencial.
El vómito es otro signo clínico importante que se puede observar en la enfermedad entérica y generalmente se asocia con infecciones sostenidas por virus entéricos.
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