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Hace tres décadas, la productividad porcina afrontaba desafíos significativos. Un 20% de los lechones morían antes del destete y las cerdas no producían suficiente leche para el óptimo crecimiento de los supervivientes.
Actualmente, este dilema persiste, con una tasa de mortalidad predestete del 15%.
El problema de la producción insuficiente de leche por parte de las cerdas aún persiste porque, a pesar de haber mejorado las prácticas de manejo y la nutrición, la presión de selección genética para aumentar el tamaño de las camadas ha llevado al desarrollo de nuevas líneas de cerdas hiperprolíficas.
Así, en vez de los 10 lechones nacidos vivos por camada que se veían hace un tiempo, ahora lo habitual es llegar a tener 16-18 lechones.
La cerda es una gran productora de leche, pudiendo llegar a producir, por kg de peso corporal, más que una vaca lechera. Sin embargo, con el aumento del tamaño de las camadas, cada lechón dispone de menos leche.
Por otro lado, la cantidad total de calostro producido por las cerdas no está relacionada con el tamaño de su camada, por lo que la ingesta de calostro por parte de los lechones recién nacidos también es insuficiente en muchos casos, lo que conduce a una menor supervivencia y un crecimiento deficiente. |
Disminución de la mortalidad de los lechones antes del destete
Las dos causas más importantes de mortalidad predestete son:
Lechones nacidos muertos
Aplastamiento por parte de la cerda
Existen muchos factores predisponentes que conducen a estos problemas (Farmer y Edwards, 2022), siendo los lechones recién nacidos los más vulnerables debido a varias razones:
El glucógeno hepático y muscular son importantes reservas de energía para los lechones recién nacidos, pero se agotan poco después del nacimiento.
Estos animales experimentan un shock térmico al nacer debido a la caída repentina de 15 a 20 °C en su ambiente térmico y, debido a su bajo suministro de energía y su inmadurez metabólica, deben depender de fuentes externas de calor para la termorregulación.
El calostro es esencial para:
Proporcionar a los lechones una fuente de energía e inmunidad pasiva.
Activar la producción de calor.
Suministrar diversos factores de crecimiento y compuestos bioactivos.
Un lechón recién nacido con un peso corporal promedio (1,4 kg) debe ingerir un mínimo de 250 g de calostro para sobrevivir y crecer, y aproximadamente un tercio de las cerdas no producen suficiente calostro para proporcionar esta cantidad crítica a cada uno de sus lechones con el tamaño de camada actual (Quesnel y Farmer, 2019).
La producción de calostro es muy variable entre cerdas y es difícil de aumentar. Además, faltan