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Para leer más contenidos de porciNews Noviembre 2020
Las granjas porcinas están sometidas a la continua amenaza de entrada de patógenos que pueden hacer peligrar la salud de los animales y la rentabilidad de la explotación. El ejemplo más evidente de este riesgo es la propagación del temido virus de la Peste Porcina Africana por Europa y Asia.
No obstante, este no es el único patógeno que amenaza a la viabilidad de nuestras granjas, sino que hay innumerables virus, bacterias, hongos y parásitos que están esperando la mínima oportunidad para sembrar el caos en nuestro sistema, en el mejor de los casos, ocasionando ligeras pérdidas económicas y en el peor, una elevada mortalidad.
En el caso de las granjas de multiplicación, las consecuencias de la entrada de un patógeno son especialmente graves por el efecto que puede tener en las granjas a las que abastece. |
Ante este escenario y, a pesar de la existencia de vacunas y medicamentos que nos pueden ayudar a controlar y/o minimizar los efectos negativos de las infecciones en los animales, las medidas de bioseguridad han demostrado ser una de las herramientas más valiosas para proteger a nuestros animales.
Convencidos de que “más vale prevenir que curar”, en la granja de multiplicación Torre Secas (Explotaciones Ganaderas Estiche), situada en la provincia de Huesca, la BIOSEGURIDAD se ha convertido en uno de los pilares básicos del éxito.
Para conocer el arma secreta de la granja Torre Secas para blindarse frente a los patógenos invasores, hablamos con Jordi Dolcet, responsable de esta excepcional granja de multiplicación con un censo de 1.700 cerdas reproductoras, donde no han dudado en ponerse en las manos expertas de IGE Incineradores Grupo España, distribuidor oficial autorizado para España de los incineradores Addfield, a la hora de elegir el sistema de incineración in situ que cumpliera con sus expectativas. |
Jordi nos explica que, hasta la fecha, esta es la primera y única granja multiplicadora de la empresa, razón de más para invertir en bioseguridad.
“Para nosotros, la bioseguridad tenía que ser el principal caballo de batalla de esta explotación, por ello, optamos por la instalación de un incinerador. Consideramos la gestión de cadáveres como uno de los puntos de mayor riesgo a la hora de evitar la entrada de enfermedades y la incineración in situ nos da una absoluta tranquilidad en este aspecto”. – Jordi Dolcet
“Creemos que la incineración in situ es claramente el sistema más seguro, por dos motivos: Evitamos que se acerquen a nuestra explotación vehículos que circulan y recogen residuos en otras Al tratar los residuos en una zona anexa y totalmente limpia de la granja, no tenemos que salir al exterior de la granja para transportar los cadáveres. Son dos puntos que mejoran enormemente la bioseguridad externa e interna de la explotación”. – Jordi Dolcet |
A la hora de barajar los distintos sistemas de gestión de cadáveres disponibles en el mercado, se pusieron en contacto con IGE Incineradores Grupo España, distribuidor oficial autorizado para España de los incineradores Addfield, cuyo servicio técnico les recomendó el modelo de incinerador más adecuado para su granja en base al censo, porcentaje de bajas de la granja y kilogramos a incinerar. Así, optaron por instalar el incinerador Addfield SB (750 Kg).
Un factor determinante a la hora de implementar cualquier elemento nuevo en una granja porcina es que sea robusto, resistente y sencillo de operar.
Este es el caso del incinerador Addfield SB (750 Kg) que, gracias a la excelente calidad de sus materiales, tiene una vida útil de hasta 30 años, estando homologado, certificado y etiquetado por la UE, contando también con el Ip65.
El hecho de hacer un correcto dimensionado del incinerador, que tenga en cuenta la operatividad de la granja, es fundamental a la hora de invertir en un sistema de incineración.
En el caso de la granja Torre Secas, Jordi nos comenta que el incinerador se ajusta a sus necesidades en cuanto a tamaño y porcentaje de bajas, lo que les permite incinerar 3 veces/ semana con una capacidad de carga máxima de 750 kg, aunque se recomienda no cargar más del 70% de capacidad del incinerador para optimizar el proceso.
En lo que a operatividad se refiere, Jordi resalta la sencillez del sistema, ya que simplemente se deben estimar los kilogramos cargados para poder ajustar el tiempo de incineración que se hace a una velocidad <50 kg/h, ya que el objetivo es lograr una incineración perfecta con el consumo óptimo de combustible.
“Nuestra experiencia hasta el momento ha sido muy buena, ya que el sistema es robusto y sencillo a nivel de usuario, dos rasgos imprescindibles en una explotación ganadera de gran tamaño. Es tan sencillo como eliminar los restos de cenizas de la carga anterior, llenar la cámara de incineración y seleccionar la duración del proceso.” – Jordi Dolcet
Una vez finalizada la incineración, las cenizas deben quedar almacenadas, siendo imprescindible contar con un contrato de gestión de estos residuos. Así, en el caso de la granja Torre Secas, disponen de bidones de 200 Kg que son llenados para su posterior recogida y tratamiento.
Resulta interesante el hecho de que, a lo largo de todo el proceso, no se perciben olores desagradables ni humos visibles. Ello se logra gracias a que la incineración no comienza hasta que la cámara de combustión de gases alcanza una temperatura de 850˚C.
En cuanto al combustible utilizado, optaron por gas licuado GLP, estimándose un consumo de 5 a 6 Kg/hr.
Cuando uno se plantea realizar cualquier inversión en equipos e instalaciones, es evidente que el balance final debe repercutir en beneficios para la granja. En este caso, los beneficios son claros, la inversión en el equipo de incineración se amortiza a través de las mejoras en bioseguridad que reducen las pérdidas asociadas a la enfermedad y los costes medicamentoso asociados.
“Consideramos que la incineración in situ es la opción más sensata y segura si se quiere apostar por una máxima bioseguridad. En este sentido, estamos muy satisfechos con el servicio prestado por IGE Incineradores en nuestra explotación”. – Jordi Dolcet