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¡ATENCIÓN! Glaesserella parasuis puede producir la enfermedad de Glässer como agente patógeno primario

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Claudia Cerutti Dazzi

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Rafael Frandoloso

Rafael Frandoloso

Glaesserella parasuis es una bacteria Gram negativa que infecta cerdos, exclusivamente. Se considera a este microorganismo un colonizador precoz de la porción superior del aparato respiratorio que, en las condiciones adecuadas, produce una patología inflamatoria sistémica grave, denominada enfermedad de Glässer (EG), considerada en la actualidad una de las principales patologías bacterianas emergente del ganado porcino. 

La EG ocupa una posición destacada entre los principales problemas infecciosos de los cerdos de destete.

Son diversas las causas que pueden explicar el incremento de sus casos clínicos durante la última década. Entre ellas, destacan las siguientes: 

En el aspecto económico, la EG genera pérdidas cuantiosas, que pueden alcanzar cifras millonarias. Estas pérdidas son el resultado de la suma de diversas variables como, por ejemplo: 

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  • Retraso en el crecimiento de los animales 
  • Menor aumento en el índice de conversión
  • Disminución en la ganancia diaria de peso
  • Costes elevados derivados de la utilización de antibióticos
  • Coste de la asistencia técnica veterinaria 
  • Elevadas tasas de mortalidad, que pueden alcanzar el 10% del contingente porcino, y 
  • Lesiones crónicas (pleuritis y pericarditis), que condenan y no permiten las exportaciones de las canales.

El control de la EG representa uno de los desafíos principales para los veterinarios clínicos y para la industria farmacéutica veterinaria debido, en buena medida, a las características antigénicas de G. parasuis

Prueba de ello es que la hemaglutinación indirecta, el principal método de tipificación utilizado hasta 2015, se basa en la especificidad de este antígeno polisacárido capsular, como criterio de clasificación en serotipos de las diferentes cepas clínicas de este patógeno.

Aunque en el pasado los serotipos de referencia de G. parasuis fueron clasificados en función de su virulencia, en la actualidad, después de haber efectuado numerosas infecciones experimentales en nuestro laboratorio, con animales libres de patógenos específicos (SPF) y con cerdos convencionales, entendemos que la clasificación propuesta en 1992 no es universal, y que dentro de cada serotipo de G. parasuis existen cepas con grados diferentes de virulencia. 

Algunas de esas cepas pueden producir la EG como agente patógeno primario, tanto en los cerdos especialmente susceptibles (lechones SPF) como en los lechones convencionales, de acuerdo con lo expresado en la Figura 1.

Figura 1. Perfil de virulencia de las cepas clínicas del serotipo 5 de Glaeserella parasuis en lechones SPF y convencionales. A) Lechones privados de calostro materno y libres de patógenos específicos (SPF), desafiados por la vía intranasal con diferentes cepas clínicas brasileñas del serotipo 5 de G. parasuisB) Lechones convencionales desafiados con las mismas cepas clínicas de G. parasuis.

En el estudio presentado en la Figura 1, se analizó el potencial letal de cinco cepas clínicas brasileñas del serotipo 5, tanto en lechones SPF como en lechones convencionales. Según la Figura 1A, dos (las cepas números 1 y 2) de esas cinco cepas produjeron la muerte del 100% de los animales SPF, mientras que las cepas números 5 y 3 resultaron menos virulentas, ya que indujeron, respectivamente, la muerte del 40% y 20% de los cerdos desafiados. 

Ninguno de los lechones infectados con la cepa número 4 murió ni presentó lesiones inflamatorias durante la realización de la necropsia. Se observó una evolución totalmente diferente cuando se inocularon estas mismas cepas en los lechones convencionales (a los 35 días de vida) (Figura 1B). 

En este caso, solamente la cepa número 1 fue capaz de inducir un proceso clínico, que desencadenó la muerte del 100% de los cerdos infectados. Todas las demás cepas indujeron fiebre transitoria en un número variable de animales, así como alguna lesión inflamatoria de poca consideración (como una leve peritonitis), que fue observada al final del estudio (a los 14 días de la infección).

Por tanto, reunimos suficientes evidencias científicas en este estudio como para afirmar la existencia de cepas clínicas (la cepa número 1 del serotipo 5) muy patógenas, capaces de actuar como agentes primarios de la EG. 

Por otra parte, el 80% de las cepas analizadas en los lechones convencionales no produjeron sintomatología clínica; y, por tanto, parecen tener carácter de agente secundario, y en asociación con algunos virus o bien en relación con animales inmunodeprimidos, podrían, hipotéticamente, producir la EG. Sin embargo, no se han efectuado todavía investigaciones con estos aislados (virulentos o moderadamente virulentos en lechones SPF) que permitan avalar esta hipótesis.

En 2022, nuestro grupo llevó a cabo una infección con la cepa AFK 96/20, del serotipo 4 de G. parasuis. Esta cepa había sido aislada en cultivo puro a partir de los pulmones de lechones con la EG y, cuando fue inoculada a lechones SPF, desarrolló una enfermedad pulmonar grave (una bronconeumonía). 

Curiosamente, esta cepa indujo además una pleuritis fibrinosa intensa (una lesión clásica), junto con áreas de hepatización en los lóbulos pulmonares apicales; estas lesiones fueron compatibles con las producidas por Mycoplasma hyopneumoniae, desde un punto de vista macroscópico (Figura 2). 

Por tanto, debe tenerse en cuenta la posibilidad de la presencia de G. parasuis en el diagnóstico diferencial de las lesiones de hepatización pulmonar detectadas durante la fase de destete y recría de los cerdos.

Además de la variación de la virulencia, otro aspecto que nos ha llamado la atención es la aparición de brotes de EG provocados por cepas clínicas de G. parasuis que expresan el mismo tipo capsular de las cepas vacunales (licenciadas y autovacunas), lo que sugiere la existencia de una gran variación antigénica dentro del mismo serogrupo de G. parasuis

En esta línea, nuestro grupo de investigación ha descrito recientemente el empleo de un método de antigenicidad basado en la técnica de citometría de flujo capaz de detectar diferencias antigénicas entre cepas de G. parasuis de un mismo serotipo. Además de este agente, la técnica está siendo utilizado para evaluar el perfil antigénico de otras bacterias como Streptococcus suis y Mycoplasma hyopneumoniae.

Según lo que se ilustra en la Figura 3, resulta posible clasificar las cepas del serotipo 5 de G. parasuis en, como mínimo, tres grupos antigénicos diferentes y esta variación antigénica podría justificar la falta de protección desarrollada por determinadas vacunas en algunos brotes clínicos de EG.

Se analizaron diez cepas clínicas del serotipo 5, en relación con sus características antigénicas. El análisis fue llevado a cabo mediante citometría de flujo y se estudió cada una de las cepas frente a tres sueros de referencia desarrollados frente al serotipo 5 de G. parasuis. La casa comercial que obtuvo esos sueros de referencia en cerdos SPF fue la empresa AFK Imunotech.

El análisis de la antigenicidad mediante citometría de flujo representa una herramienta de un gran valor para: i) comprender la diversidad antigénica de las cepas de G. parasuis que circulan dentro de una misma explotación porcina; ii) seleccionar correctamente cepas clínicas para la formulación de autovacunas apropiadas; y iii) estudiar el perfil de cobertura antigénica de las vacunas licenciadas.

A causa la gran variabilidad antigénica, que no se restringe al serotipo 5, resulta evidente que las vacunas clásicas licenciadas, basadas en cepas de G. parasuis inactivadas y potenciadas con adyuvantes oleosos o con sales de aluminio, gozan de un grado de protección limitado frente esta bacteria tan compleja.

En contraposición, las vacunas basadas en proteínas conservadas que participan en la patogénesis de la enfermedad representan una alternativa mejor para la fabricación de una vacuna de gran espectro frente a G. parasuis, con independencia de su tipo capsular. A este respecto, nuestro grupo ha demostrado la eficacia de diferentes vacunas basadas en la proteína de unión a la transferrina porcina (TbpB) en numerosos estudios científicos.

Por otra parte, el uso estratégico de autovacunas formuladas con una composición adecuada de cepas de G. parasuis se convierte, a corto plazo, en la mejor opción para la prevención de la EG. Sin embargo, destacamos que una autovacuna tiene que ser inmunógena, característica que debe ser confirmada cada vez que se formule una nueva vacuna. 

Sin esta información, resulta subjetivo el análisis de la eficacia clínica, que se encuentra influido además por el uso de antibióticos, por la presión de infección, por las coinfecciones o por el manejo dentro de la explotación, entre otros factores.

Finalmente, destacamos que G. parasuis es una bacteria compleja desde un punto de vista antigénico. Se ha demostrado su participación como agente primario en los casos de EG. 

Las lesiones observadas en los estudios controlados ponen de manifiesto la evolución patogénica clara de esta bacteria. Debido a su complejidad, el diagnóstico laboratorial resulta indispensable para el entendimiento del brote, establecer un tratamiento y diseñar un plan correcto de prevención de los episodios futuros de esta enfermedad.

 

Agradecimiento

Quisiera agradecer al Dr. César Bernardo Gutiérrez-Martín de la Universidad de León, España, por su diligente revisión de este manuscrito.

 

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