Hoy en día, a todo el personal sanitario se le recomienda y explica cómo mantener la higiene de sus manos para evitar convertirse ellos mismos en vectores de infinidad de patógenos.
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“Nunca olvides lavar tus manos luego de haber tocado a una persona enferma”
s. XII
Esta idea fue enunciada por el médico cordobés Maimónides a finales del siglo XII.
s. XIX
Pero no fue hasta mucho después, bien entrado el siglo XIX, cuando se empezó a retomar dicha idea y relacionar empíricamente la higiene del personal sanitario con la incidencia de determinadas patologías como la fiebre puerperal y el fallecimiento de madres y bebés tras el parto.
s. XXI
Hoy en día, a todo el personal sanitario se le recomienda y explica cómo mantener la higiene de sus manos para evitar convertirse ellos mismos en vectores de infinidad de patógenos.
Por parte de las autoridades sanitarias se insiste también a la población sobre la importancia de lavarse las manos ante brotes de gripe, prevenir contagios, contener el avance de las resistencias a los antibióticos, etc.
Todo esto es extrapolable a la producción agropecuaria actual, donde cada detalle cuenta a la hora de alcanzar los exigentes objetivos de producción, reducción de medicaciones, especialmente antibióticos, estándares de bienestar animal y seguridad alimentaria.
Bioseguridad interna
En este contexto, la bioseguridad interna se entiende como todos aquellos procesos que van encaminados a reducir el riesgo de difusión de patógenos dentro de las explotaciones, ya sean acciones de higiene sobre el propio personal o los animales, manejo, profilaxis vacunal o combinaciones de todas ellas.
Son todas las medidas que adoptamos mientras estamos tratando con los animales, no solo en los vacíos sanitarios de las naves o las salas.
Higiene del personal
Llegados a este punto, la higiene del personal abarcará todas las medidas aplicadas una vez pasada la etapa de la ducha preceptiva antes de ingresar a la explotación.
Incluso esa ducha puede potenciarse en su efecto de barrera protectora empleando jabones que incorporen antiséptico en determinados momentos: para visitas externas, que comporten mayor riesgo o no correspondan al personal habitual, granjas de alta bioseguridad, centros de inseminación, momentos críticos con determinadas patologías, etc.
Desinfección de las manos
La desinfección de las manos, más allá del simple lavado, sería recomendable para evitar el contagio entre camadas, salas, lotes, etc. No podemos olvidar que patógenos específicos de cada especie, como el virus del PRRS, pueden ser vehiculados a través de nuestras manos de unos animales a otros.
Bacterias resistentes
Igualmente, hemos de considerar que las duchas y el lavado concienzudo y frecuente de las manos, en ocasiones con agentes antisépticos, pueden protegernos de la infección por agentes como Staphilococcus aureus resistente a meticilina (SARM), a tetraciclina (SART) o multirresistente; el cual supone un riesgo real de infección para el personal que trabaja con animales.
Este riesgo se eleva hasta 6 veces más en el caso del personal en contacto con ganado porcino, según un estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Iowa, Kent y el National Cancer Institute de Estados Unidos (2015).
Para hacernos una idea de la cantidad de microorganismos que pueden portar unas manos aparentemente limpias, sirva como ejemplo la comprobación que hizo una técnica de laboratorio llamada Tasha Sturm; quien pidió a su hijo que colocara la mano sobre una placa de Petri y la puso a incubar. El resultado obtenido fue de lo más elocuente.
Vestimenta & materiales de trabajo
Idéntico celo higiénico se ha de poner en la vestimenta, ropa y útiles de trabajo. La desinfección de los materiales con los que manejamos a los animales debería ser rutinaria entre diferentes lotes para evitar contaminaciones cruzadas.
El lavado rutinario de la ropa, ya sean monos de trabajo, toallas, trapos, etc., con detergentes puede no ser suficiente, ya que determinados patógenos pueden sobrevivir y permanecer acantonados en la lavadora, convirtiéndose en un reservorios; tal como asegura Kelly Reynolds, investigadora de la Universidad de Arizona.
Es necesario someter la ropa a tratamientos periódicos con desinfectantes formulados a tal fin, para asegurarnos de que el propio mono de trabajo no se convierta en un fómite de transmisión que perpetúe patologías entre diferentes lotes de animales.
Calzado
Pediluvios
En el caso del calzado de trabajo como las botas, la colocación de pediluvios entre diferentes salas o naves puede ser un sistema útil como prevención, pero que suele fallar debido a dos factores:
Reposición del desinfectante
La solución desinfectante ha de reponerse a diario, o cada 2-3 días como máximo dependiendo del nivel de uso, pues una vez contaminada con materia orgánica se inactivará y solo servirá como caldo de cultivo para los patógenos.
Contacto con el desinfectante
Es esencial asegurar un tiempo mínimo de contacto del desinfectante con la bota, parándonos completamente durante unos segundos en el pediluvio para que empape bien toda la suela.
No sirve simplemente apoyar apenas la suela en la superficie y retirarla de inmediato, como si se temiese que se fuera a corroer la bota.
Higiene de los animales
La higiene de los animales es otro aspecto muy importante de la bioseguridad interna.
Es muy útil, a modo preventivo, la práctica establecida en granjas de ganado porcino de lavar las cerdas antes de entrar a partos con desinfección de la zona vulvar y mamas 1-2 días antes del parto.
Este protocolo está cada vez más extendido por sus evidentes efectos positivos sobre la sanidad de la camada en los primeros días de vida; además de ayudar a reducir la incidencia de diarreas y prevenir la aparición de patologías como la epidermitis exudativa.
Circuitos de alimentación líquida
Se debe prestar especial atención a los circuitos de alimentación en los lugares donde se emplea alimentación líquida o soluciones de leche maternizada como apoyo a los lechones lactantes.
Desinfección del circuito
Los circuitos de alimentación líquida deben limpiarse con frecuencia tras su utilización, empleando un detergente formulado específicamente para ello y que retire los restos de materia orgánica adheridos a la superficie.
Lo ideal sería hacerlo cada vez que se emplean, o en veces alternas, y someterlos a un tratamiento semanal de desinfección con un desinfectante con autorización de uso en industria alimentaria, pues así se consideran este tipo de circuitos desde el punto de vista de la legislación de biocidas, al estar en contacto con alimentos o pienso.
Eliminación del biofilm
Los circuitos deben ser mantenidos y limpiados a menudo, pues dadas las condiciones en el interior de su luz y la actividad de agua de este tipo de alimentación, pueden convertirse en una plataforma perfecta para el desarrollo de biofilms y proliferación de bacterias anaerobias o mohos.
Temperatura
En un clima cálido como el nuestro, donde, si a un mantenimiento e higiene deficientes se le suman las altas temperaturas, el resultado puede ser que en verano la tubería “acabe cobrando vida propia”. No hace falta señalar los perniciosos efectos que esto puede acarrear, tanto sanitarios como en retrasos en los índices productivos y merma en la rentabilidad.
Es conveniente ahondar en la idea que siempre se pretende transmitir en torno a la bioseguridad, ya sea la externa o la interna. La bioseguridad ha de ser una práctica que se interiorice, se asuma y se implante como una filosofía continua de trabajo, formando al personal sobre sus bases y explicando que cada paso y cada detalle cuentan. Esta concienciación es esencial, especialmente en el contexto en el que nos encontramos, en el que las exigencias, sanitarias e incluso de imagen del sector de cara a la opinión pública, son cada vez mayores.